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Pongámonos serias

Flavita Banana


El humor, la alegría, ha sido devaluada de tal manera que ser serio se ha convertido en sinónimo de responsable, formal y profesional. Se considera la seriedad como un valor empresarial y es que es difícil imaginarnos una reunión de una gran compañía sin rictus graves y faltos de sobriedad en las maneras. Aunque se esté hablando sobre pomos. Como si sólo por el hecho de reírte trabajases menos o peor y justamente las investigaciones han encontrado lo contrario. El humor facilita el ambiente laboral, reduce el estrés y provoca cohesión grupal, además, evidentemente, de aumentar la satisfacción de quien trabaja.
Hay quien es cabal, puntual y se siente comprometida con el trabajo.
Y además se ríe un montón (cuando quiere). Y así, odia los lunes un poquito menos.

Aumentar la autoestima en la infancia


El otro día escuchaba Nadie sabe nada un programa (a priori, de humor) de radio de Berto Romero y Andreu Buenafuente, que, por cierto, recomiendo. Buenafuente contaba que había tenido una "discusión" con su hija sobre cómo se llamaba el monstruo de las galletas. Resulta que al final la niña tenía razón a lo que Berto le pregunta:

-¿Le has dicho lo siento? Hay que decir lo siento a los niños-

Y no, no se lo había dicho, y eso me hizo reflexionar cómo desde la adultez tratamos a las criaturas pretendiéndoles unos estándares morales y unos comportamientos que nosotras mismas no tenemos.

Reforzar la autoestima en la infancia

No se puede, evidentemente, hablar en los mismos términos a una criatura que a una persona adulta, pero sí con la misma intención: de forma asertiva para no dañar. Nadie lo hace de manera consciente ¡faltaría más! pero es cierto que en ocasiones tenemos menos paciencia o cuidamos menos lo que decimos a nuestrxs hijxs que a cualquiera que pasa por la calle.

Tú eres su ejemplo.
Todo lo que digas será La Verdad,
por eso tenemos que estar pendientes de lo que decimos.

Reforzar la autoestima en estas etapas es básico para que maduren desde la salud. Os dejo algunos ejemplos de lo que todo el mundo hacemos de vez en cuando:

- ¿No me das un beso? Pues ya no te quiero.

Hay que hacer entender que el amor es siempre incondicional. Chantajear con irte o dejar de querer es algo que no entienden como broma ya que en muchas ocasiones aún no han desarrollado el pensamiento abstracto. El comportamiento deseado debe conseguirse de otras maneras nunca haciéndole pensar que va a dejar de ser amadx.

- Eres muy pesada/llorona/desordenada

Intenta usar las etiquetas lo menos posible. Habla sobre comportamientos, no cualidades ya que puede llegar a creérselas.

- Tu hermana ayuda en casa.

Comparar ¡nunca! es buena idea. Lo único que puede generar es animadversión por la persona con la que comparas pero no estimula el cambio de conducta.

- Eso es lo que tienes que hacer.

Valora sus esfuerzos por pequeños que sean. Refuerza cada paso que da y hazle saber lo que sientes al respecto. Si querías que recogiera los juguetes, mejor di, me siento muy feliz porque lo has recogido todo estupendamente. Eres genial. No es "lo que tenía que hacer". Está aprendiendo.

- Te vas a caer.

Anima a explorar el entorno de forma autónoma. Esto no quiere decir que dejes que corra peligros, tú ahí, pero sólo para ayudar en el caso de que algo ocurra, no para guiar. Una criatura miedosa no puede desarrollar una autoestima equilibrada.

¿Qué te gusta oír a ti?

Habla como te gusta que te hablen, no tiene más misterio. Exprésale gratitud, amor, confianza, respeto, cariño de forma genuina y diaria. En su cerebro se formará la idea que es un ser humano válido y que siempre estarás ahí, pase lo que pase.



Happyist Girl!


De alguna forma podemos hacer un poco más amable la vida de alguien.
¡Eso sí que es un buen súper poder!

¿Y tú?
¿Has hecho hoy feliz a alguien?

Mala gente


Yo tengo un sobrino y una sobrina de 4 años.

Mi sobrino es un FLIPADO de los camiones de la basura (sí, habéis leído bien): los construye, tiene una colección y va persiguiendo a los reales por las calles. Es su juego favorito. El otro día le insistía a mi sobrina para que jugara con él a los basureros. Ella, que alguna vez que otra jugó, ese día no estaba muy perrunillera, así que sacó unos lápices y se puso a pintar.
Mi sobrino llegó desolado a su madre, llorando:
- No quiere jugar conmigo. Es mala.
- No es mala, cariño- intentaba explicarle su madre- es que a ella ese juego le aburre.

No se conformó. Él, en ese momento, pensaba y sentía que ella era mala.
Ésto, que puede parecer una rabieta entre criaturas, ¿no es un poco lo que seguimos haciendo en nuestra vida adulta? A veces, describimos como maldad lo que únicamente es discrepancia entre valores...

Si no te comportas como espero, eres mala persona.

Pensar que la gente que nos rodea es mala, que en nuestro trabajo todo el mundo es malo, ya no es que sea altamente improbable (a no ser que trabajes en una fábrica de torturar monetes), es que es personalmente perjudicial. Evidentemente no seré yo, en pijama todavía, la que diga lo que es la maldad, pero socialmente consideramos a alguien mala persona si actúa de forma alejada a unos principios éticos que además generan sufrimiento a otrxs.
Tenemos que tener en cuenta, entonces, dos factores: intencionalidad de quien actúa e interpretación de quien recibe. 

Intencionalidad: Conocer las verdaderas intenciones de alguien es básicamente imposible. Por norma general, yo aconsejo preguntar. Dar por hecho que alguien actúa con el único propósito de hacerte daño es casi siempre un error. Sobre todo porque quitando a algún psicópata que otro, la gente no se levanta pensando en cómo poder joderte. Creo que hay una frase que resume lo que quiero decir y es el principio de Hanlon:

 Nunca atribuyas a la maldad lo que pueda ser explicado por simple estupidez.
Interpretación: Si bien, con la intención sólo tenemos la capacidad de elegir pensar que el mundo no actúa  para joderte a ti de forma personal, con la interpretación el trabajo que podemos hacer es más amplio. Tener una buena autoestima, por ejemplo, evita que las acciones nos dañen. Personalizar, estar pendiente de los detalles, rumiar los comportamientos ajenos... son distorsiones cognitivas que provocan que hagamos una lectura errónea de la realidad. Aprender a contextualizar, ver el comportamiento en su conjunto, saber que no eres el centro del mundo, no adivinar los pensamientos ajenos... es un buen paso para interpretar los comportamientos de forma más ajustada.

Nuestro sistema de valores no tiene por qué encajar en todo con quien tengo al lado, pero eso no significa que sea mala persona, sólo que no tenéis cosas en común. A lo mejor no ha ido a tu cumpleaños porque no es algo importante en su vida, porque no los celebra o porque le dolía la cabeza, por mucho que tú fueses al suyo haciendo un gran esfuerzo. Con ésto no quiero decir que haya que excusar cualquier cosa, sino te gusta alguien, aléjate, pero no te encasquilles en la mala suerte que tienes porque siempre te encuentras con mala gente, porque probablemente no sea verdad.

Todo el mundo es malo para alguien, pero nadie para sí mismx.
Quizá, donde deberíamos poner atención son en nuestros propios comportamientos y de qué manera puedes evitar dañar a alguien (si es lo que quieres). Es relativamente fácil mirar al resto y ver maldad, pero observarse una y decir, aquí fui una hija de puta, qué puedo hacer para no volver a serlo...
he ahí el quid de la cuestión.

Barça- Villanovense


Jugador del Villanovense flipando en el Camp Nou
El Villanovense es un modesto equipo de fútbol extremeño de 2ªB que se clasificó en 2015 para la Copa del Rey. En el sorteo le tocó como contrincante el Barça. Ellos locos de contentos: sería su oportunidad de jugar contra sus ídolos... ¡y de pisar el Camp Nou! Yo, más por extremeña que por forofa, y como amante de historias de davides contra goliats, seguí muy de cerca el asunto. Había mucho que ganar y poco perder. Todo era ilusión y expectativas. Y la sensación de haber ganado ya de alguna manera.
En el Barcelona, en cambio, se vivía la situación inversa. Evidentemente el Villanovense no era rival para él por lo que con toda seguridad ganarían. Pero, me preguntaba, ¿y si perdían?

Mucho que perder, poco que ganar

Seguro que en alguna ocasión te han hecho una analítica de sangre. Por norma general, esos resultados son satisfactorios y te vas a tu casa como has venido. En cambio, cuando no lo son, las emociones negativas se disparan. ¿Por qué no somos capaces de alegrarnos con la misma intensidad cuando nos pasan cosas buenas? Probablemente porque , al darlas por hechas, no las tenemos ubicadas en el polo de "acontecimientos positivos" sino en el de neutros. Estar bien de salud, tener techo y comida, que nuestra familia está viva... son consideradas por nuestro cerebro como neutras (cuando, evidentemente, no lo son) por lo que nos cuesta más trabajo sentir una intensidad emocional paralela a la que sentiríamos si no lo tuviésemos.
Teóricamente tendríamos que sentir la misma intensidad emocional ante la salud que en la enfermedad, pero cognitivamente la colocamos en una zona neutra del espectro por lo que estar saludable no nos da ni frío ni calor.

Es decir, imaginad que pierde el Barça contra el Villanovense: los comentarios serían muy negativos, se buscarían culpables, se querrían depurar responsabilidades... La derrota sería un fracaso mayúsculo. La victoria, en cambio, fue un mero trámite y no produjo ni siquiera satisfacción. 

Hay personas que tras haber superado un cáncer (o cualquier otra tragedia) dicen que es lo mejor que les podía haber pasado. La gente se echa las manos a la cabeza y piensan que es positivismo ingenuo. Yo, además de respetar qué hace feliz a cada cual de cada cual, pienso que probablemente al tener un cáncer todo aquello que consideraba "neutro" ahora lo ha colocado en el punto más positivo del continuo: lo que daba por seguro dejó de serlo y su intensidad emocional positiva es congruente con todo lo bueno que siempre tuvo y ahora valora. 

Estoy escribiendo sobre esto porque me ha costado mucho tiempo entenderlo. Yo misma me he cachondeado de los Mr Wonderful y he ironizado sobre eso de alegrarse por las pequeñas cosas... pero, en algún momento me di cuenta que no podía esperar a los grandes acontecimientos para ser feliz, básicamente porque en una vida normal (como es el caso) ocurre en contadas ocasiones.
Iba de Barça por la vida amargándome por no haber ganado la Champion y en realidad soy un Villanovense, y oye, a mucha honra.



¿Y hoy, ya has dicho te quiero?


Dicen los estudios que tenemos 5 pensamientos positivos sobre las personas que nos rodean por cada 1 negativo, en cambio, somos más proclives a expresar las críticas que los halagos.
A veces, me sorprendo a mí misma  teniendo un concepto muy bueno de alguien y no trasmitiéndolo. ¿Qué pena, no? Con lo feliz que hace recibir un elogio de alguien cuando éste es genuino... Intento sacudirme las vergüenzas y las debilidades y expresar lo bueno que veo en las demás... Porque lo pienso ¿por qué no decirlo?




La terrorista de la alegría



El mundo es como es, y en demasiadas ocasiones gastamos nuestro tiempo en quejarnos, en escudriñar lo malo, en perder la esperanza. La pregunta que hoy te lanzo es ¿qué haces tú para mejorarlo? Se me ocurre un juego. Durante 30 días vamos a provocar alegría. Vamos a idear, trazar planes, conspirar de forma anónima para hacer a alguien más feliz. No son necesarios grandes gestes ni hazañas heróicas, consiste en emplear nuestra energía en la solución en lugar de en el problema.

El beneficio es doble. Por un lado, evidentemente, hacemos a alguien más feliz y puede que, con nuestro ejemplo, quiera a su vez, hacer más feliz a otra persona. Por otro, tú serás más feliz, ya que centrarás tu atención en la parte positiva de la vida (que la hay, aunque se empeñen en mostrarnos lo contrario) y además, focalizándonos en la acción, en lugar de en la queja, aumentará nuestro sentido de valía.

¿Te atreves?

Os dejo algunos ejemplos:

- Ayuda a alguien por la calle
- Recoge un papel del suelo y tíralo en su contenedor correspondiente.
- Da de comer a un animal abandonado.
- Escribe a alguien que hace tiempo que no escribes diciéndole lo que sientes.
- Pregunta el nombre a una persona que viva en la calle.
- Deja un detalle en la puerta de alguna vecina.
- Invita al café.
- Cede el sitio.
- Haz un cumplido (genuino, no falso) a alguien que no se lo espere de tu parte.
- No uses el móvil mientras alguien te esté contando algo sobre su vida. Escucha.
- Lleva al trabajo galletas hechas por ti.

...

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