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Aumentar la autoestima en la infancia


El otro día escuchaba Nadie sabe nada un programa (a priori, de humor) de radio de Berto Romero y Andreu Buenafuente, que, por cierto, recomiendo. Buenafuente contaba que había tenido una "discusión" con su hija sobre cómo se llamaba el monstruo de las galletas. Resulta que al final la niña tenía razón a lo que Berto le pregunta:

-¿Le has dicho lo siento? Hay que decir lo siento a los niños-

Y no, no se lo había dicho, y eso me hizo reflexionar cómo desde la adultez tratamos a las criaturas pretendiéndoles unos estándares morales y unos comportamientos que nosotras mismas no tenemos.

Reforzar la autoestima en la infancia

No se puede, evidentemente, hablar en los mismos términos a una criatura que a una persona adulta, pero sí con la misma intención: de forma asertiva para no dañar. Nadie lo hace de manera consciente ¡faltaría más! pero es cierto que en ocasiones tenemos menos paciencia o cuidamos menos lo que decimos a nuestrxs hijxs que a cualquiera que pasa por la calle.

Tú eres su ejemplo.
Todo lo que digas será La Verdad,
por eso tenemos que estar pendientes de lo que decimos.

Reforzar la autoestima en estas etapas es básico para que maduren desde la salud. Os dejo algunos ejemplos de lo que todo el mundo hacemos de vez en cuando:

- ¿No me das un beso? Pues ya no te quiero.

Hay que hacer entender que el amor es siempre incondicional. Chantajear con irte o dejar de querer es algo que no entienden como broma ya que en muchas ocasiones aún no han desarrollado el pensamiento abstracto. El comportamiento deseado debe conseguirse de otras maneras nunca haciéndole pensar que va a dejar de ser amadx.

- Eres muy pesada/llorona/desordenada

Intenta usar las etiquetas lo menos posible. Habla sobre comportamientos, no cualidades ya que puede llegar a creérselas.

- Tu hermana ayuda en casa.

Comparar ¡nunca! es buena idea. Lo único que puede generar es animadversión por la persona con la que comparas pero no estimula el cambio de conducta.

- Eso es lo que tienes que hacer.

Valora sus esfuerzos por pequeños que sean. Refuerza cada paso que da y hazle saber lo que sientes al respecto. Si querías que recogiera los juguetes, mejor di, me siento muy feliz porque lo has recogido todo estupendamente. Eres genial. No es "lo que tenía que hacer". Está aprendiendo.

- Te vas a caer.

Anima a explorar el entorno de forma autónoma. Esto no quiere decir que dejes que corra peligros, tú ahí, pero sólo para ayudar en el caso de que algo ocurra, no para guiar. Una criatura miedosa no puede desarrollar una autoestima equilibrada.

¿Qué te gusta oír a ti?

Habla como te gusta que te hablen, no tiene más misterio. Exprésale gratitud, amor, confianza, respeto, cariño de forma genuina y diaria. En su cerebro se formará la idea que es un ser humano válido y que siempre estarás ahí, pase lo que pase.



¿Por qué se es más feliz en la infancia?


Estábamos el otro día en una terraza tomándonos  intentando tomarnos algo mientras mi sobrino (4 años) y mi sobrina (3) hacían la misma broma una y otra vez y se reían como si estuviesen poseídos. Iban, venían, llamaban tu atención y se partían de risa. Las adultas, en cambio, manteníamos una conversación relativamente seria cuando el caos lo permitía. En ese momento recordé la estadística:
- Una persona adulta se ríe de media 20 veces al día. Durante la infancia 400. 
Y sé que pensaréis que tiene que ver con el nivel de preocupaciones, que también, pero hay otros factores que hacen que las criaturas sean más felices, y que, por supuesto con matices, podemos extrapolar a la vida adulta.



¿Por qué son más felices?


Viven el presente. El pasado prácticamente no existe y, aunque son capaces de hacer planes, están más tiempo en el presente. El posterior desarrollo del lenguaje interno hace que en la adultez siempre estemos o rememorando o anticipando, sin apreciar el momento. La Psicología Positiva considera uno de estos puntos claves en las personas felices. Estar racional y emocionalmente disfrutando del ahora aumentan los niveles de satisfacción. El flow... que no significa hacer lo que quieres sin pensar en las consecuencias, es más bien estar realmente donde estás, sea cual sea la actividad.
Tienen tiempo libre y lo disfrutan. El tiempo libre... ese preciado tesoro entre trabajos, atascos, familia y gimnasio... Como personas adultas la meta es, en primer lugar, tenerlo, pero más importante aún: ser capaces de disfrutarlo. La pérdida de tiempo parece ser un delito no tipificado en nuestra sociedad actual, lo que en muchas ocasiones hace que sintamos como "desperdiciado" el tiempo que invertimos en el ocio. Aprender a disfrutar de algo que no sirva para nada es una de las cosas que tenemos que hacer con urgencia.

Se quieren, quieren lo que tienen y sienten satisfacción.  Llegan a la piscina y sin pensarlo se quedan en bañador. No se preocupan de las miradas porque realmente saben que son geniales así tal y como son. Su casa, su familia, sus juguetes son los mejores quizá porque no han empezado a comparar (algo que ocurrirá un poco más adelante) 
El siguiente vídeo explica mucho mejor de lo que yo lo estoy haciendo esta idea.



Respetan sus ritmos. Si tienen sueño duermen, si tienen hambre comen, (siempre que quien esté al cargo no tenga reglas muy estrictas) si quieren cantar, cantan, aunque sea la hora de la siesta. Se permiten estar de mal humor o tener una rabieta. Respetar lo que el cuerpo te pide (entended siempre que dentro de la lógica y sin que llegue a dañarnos) más que supeditarlo a las convenciones sociales  es una herramienta fantástica para estar en paz.

Viven con curiosidad. Aprenden, preguntan, les fascina el mundo que les rodea. Aprender cosas nuevas es uno de los neuroprotectores más eficaces ya que generas de forma activa nuevas conexiones sinápticas.  Pones el motor en marcha, por así decirlo. A su vez, incrementa el sentimiento de capacidad y por lo tanto, la autoestima

Hacen. La actividad continuada es, quizá, el aspecto más característico de una criatura. Se ha demostrado que la actividad física motiva la producción de las hormonas responsables de la felicidad. Por otro lado, cuando hablo de "hacer" también me refiero a actuar sin darle tantas vueltas a toooodo. Recrearse de forma obsesiva en las posibilidades, el momento perfecto, las consecuencias y soluciones nos alejan muchas veces de la acción. 
Hacer, en lugar de pensar hacer. Me quedo con eso.






Neurodiversidad



"Si juzgas a un pez por su habilidad de trepar arboles,
 vivirá toda la vida pensando que es un inútil"

Einstein


Yo, que me caracterizo por la incorrección política en todo lo que digo, abogo muy mucho por esta nueva palabra: neurodiversidad, porque define mejor lo que al final la mayoría somos: diferentes en nuestras capacidades.



¿Neurodivergente?

Neurodivergencia o neurodiversidad quiere expresar una realidad: la variabilidad de la neurología humana. A lo largo de la historia se ha venido clasificando a las personas en la dicotomía normales/ fuera de la normalidad, sin atender al continuo que sin duda somos. De esta manera, quien era "anormal" quedaba fuera de la vida, no se consideraba "aptx". Actualmente, en cambio, observamos cómo las capacidades pueden ser diversas e igualmente válidas, aunque no sean normativas. La idea es encontrar la forma en que esas diferencias pueden resultarnos beneficiosas o útiles para la sociedad.

Discapacidades tenemos cualquiera. 

Yo estaría incapacitada para subir una montaña o para estar en un submarino. Otra quizá no sabe realizar una receta de cocina o es incapaz de hablar en público. La educación, en cambio, se empeña
en que pasemos por el mismo aro tachando a quien se queda fuera como "discapacitadx". Las habilidades que se enseñan en la escuela son un punto mínimo de las capacidades humanas, quien tiene la "suerte" de que coincidan será considerada parte de la sociedad, no así quien tenga otras. Las consecuencias son, evidentemente, fatales para esas personas, pero también para el conjunto social, ya que perdemos talentos por etiquetar de forma errónea como "inválidxs" a personas perfectamente válidas, incluso imprescindibles.
Fijar la atención en nuestras fortalezas, en lugar de todo aquello que "nos falta" para ser "normales" es el primer paso para crear una sociedad diversa y, por lo tanto, mucho más completa.





El Secreto (o el Efecto Pigmalión)


El experimento

Un instituto de EEUU propone a su alumnado (más de 300) una prueba de inteligencia al comenzar el curso. Las puntuaciones  obtenidas corresponden a los niveles normalizados (nadie destaca demasiado) pero desde dirección se escoge al azar a un grupo al que se le realiza una informe falso sobre su supuesta alta capacidad. Este informe falso es entregado al profesorado.
Al finalizar el curso, se realiza otro test estandarizado de inteligencia a todo el instituto. Es precisamente el grupo sobre el que se realizó el informe falso el que obtiene las mejores puntuaciones, muy por encima del resto, pero, ¿por qué?

El Efecto Pigmalión

Si una situación es definida como real, 
esa situación tiene efectos reales.
Robert Merton

El profesorado que recibió el informe falseado trató inconscientemente de forma distinta a ese grupo. Al pensar que tenían altas capacidades, achacaban los fallos a la metodología, les animaban más, las actitudes eran más cordiales y un largo etcétera. Al final, esas mejoras conductuales influyeron en el alumnado hasta el punto de generarse una profecía autocumplida: me tratan como si fuera inteligente, creo que soy inteligente, me comporto de manera inteligente.
Efecto Pigmalión 
Este efecto tiene grandes repercusiones educativas, sociales, laborales y personales ampliamente estudiadas. En la infancia (sobre todo pero nos sigue afectando durante toda la vida) la forma que tiene nuestro alrededor para comunicarse contigo, qué te dicen y qué te demuestran que piensan sobre ti, afectará positiva o negativamente a la autoimagen que crearás. Haz que tu criatura sienta que es feliz, y será feliz. Y también lo contrario.

¿El Secreto?

El best-seller El Secreto no es más que un libro de profecía autocumplida inteligentemente adornada.
A grandes rasgos consiste en pedir al Universo algo que deseas. Según El Secreto, el Universo conspirará para que lo consigas, pero en realidad no eres más que tú generando inconscientemente conductas que te acercan al objetivo y focalizando la atención en lo que vas consiguiendo, de manera que se van potenciando la realización de conductas útiles. Así dicho, es más rollo, claro. De ahí que triunfase el libro.
La profecía autocumplida, el Efecto Pigmalión, no se debe a la magia, ni a Dios, ni al Universo... es un intrincado proceso no-consciente basado en creencias y cómo éstas pueden cambiar la realidad. 
Si quieres algo, más que desearlo, creételo, seguro que así lo consigues.

Ser feliz en la infancia

-¿Qué quieres que sea de mayor?
- Feliz


Toda persona desea que sus criaturas sean felices. Hay otras características deseables, como la bondad, el éxito o la salud, pero en todas y cada una de las listas en distintos puntos del planeta se repite una: la felicidad.
No hay una receta mágica (ojalá) pero hay que entender que el ser humano aprende más de lo que ve, de lo que siente que de lo que le dicen, así pues, si queréis que tengan una infancia feliz,
 ¡trabajad por ser felices!
Es lo mejor que podemos regalarles...