No quiero a mi madre



El amor materno-filial es prácticamente lo único que se da en absolutamente todas las culturas.
Es lógico. Proteger, alimentar y generar confianza en la prole ha sido básico para la evolución humana. Pero la idealización de ese amor que consideramos natural, casi inherente a nuestra condición,  tiene terribles consecuencias para las personas que no son amadas por sus madres. Sí. Hay madres maltratadoras, abusivas, envidiosas, manipuladoras... Aunque suene terrible, hay madres que no quieren a sus criaturas, entonces, ¿hay que querer siempre a una madre?

No quiero a mi madre

No querer a tu madre se ve como algo terrible, casi deshumanizado, y no sólo por el resto de la gente, también lo percibe así la persona que lo sufre. Y digo sufre porque, normalmente, para llegar al punto en el que se acepta, se ha tenido que pasar por etapas de mucho dolor preguntándose por qué. Pueden existir muchas razones, lo importante es entender que a una madre no hay que quererla porque sí, al igual que con el resto de relaciones que construimos a lo largo de nuestra vida, hay que querer a quien te quiera bien y alejarse, en la medida de lo posible, de quien no lo haga.

Esto es imposible entenderlo para una persona que ha tenido una madre presente, si es tu caso, enhorabuena, y si no lo es, es el momento de dejar de sentirse culpable y seguir intentando encontrar la aceptación de alguien que jamás va a proporcionártela.

Los primeros pasos

Imagino que si has llegado hasta aquí es porque te reconoces en todo lo anterior. En primer lugar decirte que no hay fórmulas mágicas para llenar ese vacío, ésto sólo son algunos cambios que pueden hacer sentirte mejor.

  • No eres un bicho raro. Al ser un tema del que pocas hablan, parece que sólo te ocurre a ti. Te sorprendería saber la cantidad de personas que están en tu situación. No eres rara o mala o inadecuada. No es tu culpa, sólo eras una niña.
  • No intentes que cambie de opinión. Expresar tu malestar es lícito, faltaría más, pero no esperes que te dé la razón. Una madre en raras ocasiones va a admitir que no ha sido lo mejor que podía ser, quizá, porque así sea, aunque no haya sido útil. Intentar que admita los errores puede ser fuente de frustración continua.
  • Perdona. Pero no por ella, sino por ti. Intenta empatizar con su situación en el pasado, comprender qué pudo ocasionar esos comportamientos. Perdonar no implica que tengas que incluirla en tu vida o que tengas que quererla, tiene que ver con estar en paz contigo misma.
  • Construye a través de otros ejemplos. Es tan complicado no ser como nos han enseñado... Para llegar a este punto hay que hacer un gran esfuerzo, fíjate en quien te rodea, las relaciones que te gustaría tener, la forma en la que se tratan y aprende cómo lo hacen. Construye relaciones sanas, nuevas, siendo consciente de los patrones que no quieres repetir.

    Construye las relaciones que quieres tener
     de forma consciente, intentando no repetir patrones.
  • Aléjate. Llegado el caso, aléjate. Hay quien puede tomar distancia psicológica de las situaciones no dejando que le afecten, aprendiendo a manejar los reproches o los chantajes emocionales. Esto es ideal sobre todo si las circunstancias no te permiten un alejamiento físico. En cambio, si peligra tu salud mental, si decides que has llegado hasta aquí, pon tierra de por medio. Tienes derecho a ser feliz siendo tú. Aunque nunca te lo hayan dicho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario