Amor romántico y felicidad


Podría parecer que el amor romántico es la cúspide, la meta a la que cualquiera tiene que llegar para ser, por fin, feliz. Eso desde luego nos han enseñado los libros y las películas, que acaban cuando por fin se besan, pero ¿realmente el amor da la felicidad?

El amor no es suficiente

Triángulo del amor según Sternberg
No lo es, por mucho que lo diga Lenon. El amor, esa sensación que te vuelve la vida del revés y por el que no puedes comer ni dormir, está guay, es droga dura, pero no significa que lo pueda todo. Hay mucha gente que debido a esta idea subyacente aguanta al lado de alguien con quien no tiene nada en común o quien directamente no le aporta felicidad. Sin saber por qué (la ciencia sigue haciendo investigaciones al respecto) podemos enamorarnos de personas que no nos hacen bien y, aún así, y debido a toda la morralla social que nos inoculan, aguantamos porque pensamos que mágicamente se solucionará. El amor es mucho más que torrentes de hormonas disparándose en nuestro cerebro: es compromiso, intimidad, visión de la vida, conexión, entendimiento, respeto, curiosidad, admiración... Si lo único que hay es "enamoramiento" podemos encontrarnos en una relación de pareja que nos haga verdaderamente infelices.

Entonces, ¿no están relacionados?

Las personas que viven en parejas saludables son más felices según diversos estudios, no así las que se mantienen en matrimonios disfuncionales. La clave de todo ésto está en la soledad. Una persona que se siente sola (y entendemos que los matices son enormes respecto a la idea que cada cual tiene) siempre va a ser más infeliz que alguien con buenas relaciones. Como podemos imaginar, no es la cantidad sino la calidad de las mismas que alguien tenga, lo que determinará la soledad. Es interesante destacar que personas solteras con gran arraigo en la comunidad, con amistades profundas y buenas relaciones familiares puntúan altísimo en felicidad, por lo que se deduce que lo verdaderamente importante son las conexiones y cuánta satisfacción te provoquen. Tener pareja no es una condición indispensable para ser feliz, como todo en la vida, potencia lo que tú ya eres.

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