EL ARTE DE APRENDER A SER MÁS FELICES


No sé por qué el otro día me puse a ver vídeos en Youtube sobre rutinas diarias. Para quienes no lo sepáis hay todo un mundo de influencers que muestran cómo es un día "normal" en sus vidas: cómo se despiertan, qué desayunan, cómo se organizan... debe despertar mucha curiosidad pues algunos de estos vídeos tienen millones de visitas. Imagino que, además del puro morbo, dicho interés responderá a la falsa de ilusión de "si hago lo que hace alguien con éxito, tendré éxito". 

Lo que encontré fueron un montón de historias de mujeres increíbles, con muchísima energía, un trabajo maravilloso y una actitud súper positiva. Genial para ellas. Y lo digo sin un ápice de ironía.

 A mí, al final, lo que me provocó fue un sentimiento brutal de fracaso, porque yo soy un desastre. Entonces pensé en la imagen que quizá estaba proyectando desde este blog, siempre hablando de la felicidad, de la importancia de la actitud, del optimismo (a veces parece que me ha vomitado Mr. Wonderful)  así quiero dejar clara una cosa:

Yo soy del montón. Del montón malo. No tengo éxito, ni dinero, ni estabilidad. No me levanto como un resorte y me bebo un vaso de agua tibia con limón. Ni hago ejercicio antes de tomarme un café. No tengo rutina de cuidado facial, no me pongo crema siquiera (me da un poco de asquete sentir el pringue en la piel). Tengo una agenda pero no sé seguir un horario y algunos días no termino lo que me propongo. Me acuesto más tarde de lo que debería y juego al Candy Crush. Todo mal.

Así que no soy un ejemplo para nada. Ni para nadie. Pero, con todo, me considero feliz. Feliz porque elijo de forma consciente serlo. Feliz porque trabajo activamente para conseguirlo (ojalá no fuese así, y me viniese dado, pero...). Por eso decidí escribir este blog: para que la gente normal llena de defectos y de mala hostia mañanera supiese que existen pautas de conductas (avaladas por la ciencia) que nos acercan a estados emocionales más positivos. Adopta las que consideres y desecha aquellas que no encajen con tu personalidad (no bailes si no te gusta la música, por el amor de la diosa). 
Ser feliz es posible seas como seas... perezosa, maniática, irascible, despistada, intranquila... sólo hay que saber cómo. Y trabajar para lograrlo.















3.- Sólo importa lo importante

"Lo urgente
no deja tiempo para lo importante"

Nuestra vida está llena de pequeños fuegos cotidianos que tenemos que ir apagando. Corremos de un sitio a otro y gastamos gran cantidad de tiempo y energía en mil cosas, que, si aprendemos a mirar con perspectiva, no son esenciales.

¿Qué es lo que verdaderamente importa?

¿Qué recuerdos quieres tener?
¡Actúa para conseguirlos!
Evidentemente es una respuesta que tiene que encontrar cada cual y no es tan fácil.
Hay un ejercicio en psicología que puede darte algunas pistas:

La mecedora

Cierra los ojos y respira profundamente. 
Imagínate en una mecedora el día que cumples 100 años.
Imagina dónde está esa mecedora, en qué casa, dónde está ubicada, cómo es...
Mira a tu alrededor y fantasea con quién estarás celebrando tu cumpleaños. ¿Mucha familia? ¿Gente reconocida? ¿Amistades? Mira cada uno de los rostros y piensa de qué los conoces.
¿Sobre qué es la fiesta? ¿Sobre los méritos profesionales? ¿Familiar? ¿Qué están diciendo sobre ti?
Ahora da una vuelta por el lugar en el que te encuentras. Tu casa. ¿Qué hay? ¿Tienes fotos? ¿Sobre qué? ¿Qué recuerdos decoran las paredes? ¿Cuadros famosos? ¿Souvenirs de viajes? ¿Pinturas de criaturas?
Es el momento de observarte a ti. ¿Cómo estás? ¿Cómo te encuentras de salud? ¿Cómo piensas?


Lo que quieras recordar cuando tengas 100 años es lo que importa.
Todo lo demás, es ruido.

                                                       USA PROTECTOR SOLAR



Aléjate de la catastrofización

Catastrofizar es, como la psicología no cuenta, una distorsión cognitiva que se basa en dar mucha importancia a acontecimientos que, objetivamente, no la tienen. Ésto que así explicado parece una pamplina, lo hacemos mucho más de lo que piensas.
Por ejemplo:

Llegas tarde a una cita importante. En un momento dado se te caga un pájaro en la manga de la chaqueta.  Los pensamientos que se te pasan por la cabeza son del tipo: todo me tiene que pasar a mí, es que es lo peor que me podía ocurrir, precisamente hoy, tengo muy mala suerte y un largo etcétera que todo el mundo hemos recorrido alguna vez.

Aprender a poner las cosas en perspectiva es muy importante para la forma en la que nos tomamos lo que nos ocurre.
De 1 a 10: ¿cuánto de malo es que se me haya cagado una paloma en la manga?
Pues probablemente sea un incordio, una molestia, pero no pasará del 1. En cambio, si lo posiciono en un 7 u 8 se convertirá en un problema capaz de amargarme todo el día.

¿Esto significa que no me puedo enfadar porque lo que me ha pasado no es tan grave como un terremoto en el que he perdido todo lo que tengo?
Ni mucho menos.
Enfádate lo que quieras. Sólo que siendo consciente de que te enfadas por algo que no es una catástrofe. No es muy probable que seas feliz si cualquier pequeñez te provoca emociones como si de grandes acontecimientos se trataran.

Así que ya sabes... Importa aquello que tú consideras que es importante. Aprender a valorar los acontecimientos en su justa medida hará que tu respuesta sea adecuada a la intensidad. De esta manera no te cansarás con nimiedades y podrás enfocarte en lo esencial.

Motivación no es tener ánimos, motivación es tener motivos




Las emociones son difíciles de controlar (si el caso, enhorabuena) por eso no es aconsejable depender de las mismas para hacer algo. Es el ejemplo típico de querer dejar de fumar, o de tener una criatura... NUNCA va a ser el momento adecuado (y aquí sí digo nunca aunque nunca digas nunca) lo que hay que tener presentes son los motivos.