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Hoy tengo el guapo subido


Imagino que a quien sea terriblemente bello no le ocurrirá, pero a las personas del montón, a las de ni fu ni fa, nos varía el autoconcepto de belleza como si de un columpio se tratase... Unos días te ves como un troll, otros días con el guapo subido... pero ¿por qué?

Por qué unos días me siento guapa y otros horrible

Estás lavándote los dientes antes de irte a trabajar, te miras al espejo y ¡horror! ¿quién es esa del espejo y por qué me odia? Al día siguiente (o incluso al cabo de unas horas) esa misma chica te sorprende desde el reflejo de un escaparate, pero es una chica guapa, a gusto consigo misma. Y es que la percepción de la belleza es, aunque con matices objetivos, principalmente subjetiva, más aún si hablamos de la propia, en la que confluyen hechos y pensamientos, comportamientos, comparaciones y hormonas.

Hay días que una se levanta con la cara hinchada, ojeras de mapache y el pelo loco, esto es así, nada que no pueda solucionarse (si es que te apetece) con un café y algo más de tiempo en chapa y pintura. De lo que hablo es de los días que después de haberte vestido, peinado y maquillado (si es el caso) como haces siempre, te ves fea en el espejo. 

Suele deberse a varias razones:

Hormonas: el cómputo hormonal varía según el momento. No sólo ocurre con las mujeres, también en los hombres aunque sea menos conocido. Las hormonas tienen el poder de influir en nuestra química cerebral por lo que la percepción que hagamos de nosotras mismas se verá alterada según "mande" una u otra.

Comparación social: está demostrado que verse expuesto a personas muy bellas genera sensación de fealdad en uno. Obvio, ¿no?, el problema actual es que ahora la comparación se puede hacer desde nuestras casas, a través de la televisión, revistas y, efectivamente, las redes sociales. Nunca hay que olvidar que una red social es el escaparate que el otro usa para enseñarse, así que no compares tu vida con lo que alguien muestra en una red social. Compara tu red social si acaso ¿a qué no hay tanta diferencia?

Antecedentes: probablemente no te verás igual después de haber perdido en una competición que la mañana después de haber recibido un premio... Como ya hemos comentado, la autopercepción, más que en la realidad, se basa en creencias previas, en sesgos sobre nosotras mismas. Cuando una se siente bien consigo misma, probablemente se percibirá mejor.

¿Podemos dejar de sentirnos así?

Probablemente no, aunque sí podemos mitigar los efectos que esta percepción provoca en nuestra vida:
- Sitúa la belleza en un lugar razonable de tu escala de valores. La belleza, aún siendo una cualidad muy aceptada en nuestra sociedad no es realmente "vital", vaya, que no te mueres por ser feo, ni dejas de comer, ni te deja de querer tu familia, ni tienes más probabilidad de morir en un accidente. La belleza puede ser deseable pero jamás dejes de hacer algo por no sentirte adecuado.

- Sé realista. No todo el mundo es Angelina Jolie ni el moreno ese que salía en "El Príncipe" aunque quisiéramos. Eres quien eres. Eres como eres. Amargarte o no aceptar la realidad no va a cambiarla. Céntrate en lo que puedes hacer para potenciar tus puntos fuertes.

- Cuídate. Tengo una amiga que cenaba lechuga y se hacía un masaje con crema reductora y se percibía como más delgada. Ella se reía sabiendo que no era posible, pero "se veía" mejor. A lo que voy es que nos sentimos mejor si invertimos algún tiempo en cuidarnos. Después de una ducha, de un partido de tenis o cuando te haces las cejas te ves de una forma más positiva. El autocuidado es imprescindible para tener un buen autoconcepto.

- Esto también pasará. Los días malos, pasan, las hormonas se equilibran, esta noche dormirás mejor... Los momentos en los que te percibas francamente mal convéncete (porque es verdad) que no vas a sentirte así el resto de tu vida, como no siempre sientes que estás increíble. Esto también pasará.
Ya lo verás.

Yo VS Mi idea de mí


Haber aprendido a flexibilizar mi autoconcepto es, quizá, una de las cosas que más me ha acercado a la felicidad. Saber que no SIEMPRE tengo que ser como creo que tengo que ser y eso no significa que deje de serlo... ¿demasiado lío? Lo explico:

Autoconcepto

Es lo que tú piensas de ti.
Sin más.

La Psicología tiene varias teorías para explicar cómo y por qué se forma pero no es lo que más me interesa, lo importante es que sepamos que tenemos una opinión de nosotras mismas y sentimos la necesidad de ser permanentemente coherentes con la misma.

Ejemplo:

Yo me considero buena hija.

Ser buena hija implica un montón de ideas que yo tengo respecto a lo que creo que es ser buena hija: hacer caso de lo que me digan, visitar a mi familia los jueves y tener una vida ordenada de la puedan sentirse orgullosos, por ejemplo.

Imaginad que un jueves una amiga me dice de ir a comer y nos líamos de cervezas y no puedo ir a casa de mis padres a hacer la visita que hago siempre.

Mi idea de buena hija y mi comportamiento no han sido coherentes por lo tanto entramos en lo que se llama disonancia cognitiva (yo uso ésto como la regla de tres en matemáticas, para todo)
Como el cerebro no permite estar en contradicción tenemos 2 opciones:

- Minimizamos el comportamiento para que siga acorde con lo que pensamos de nosotras.
 "Por una vez no pasa nada" "Ir los jueves tampoco es tan importante" "Conozco mucha gente que no visita a sus padres todas las semanas y no son malos hijos"

- Cambiamos la opinión que tenemos de nosotras mismas.
"Si no he ido hoy, significan que no me importan y por lo tanto no soy buena hija"

Lógicamente la opción primera es mucho más adaptativa que la segunda, pero, más de lo que imaginamos, nos comportamos de la segunda manera ¿por qué? Porque no somos flexibles con nuestra opinión del yo.
Si soy inteligente NUNCA puedo comportarme de forma absurda, si soy simpática no puedo tener un día antipático, si soy activa no puedo quedarme un sábado en casa bajo ningún concepto y así infinitamente. Y lo cierto es que el ser humano más que una etiqueta es un continuo en el que vamos de un extremo a otro según sea la necesidad. Es cierto que tendemos a ciertos comportamientos, y está bien conocerse y ser capaz de definirse, pero no de manera absoluta y rígida porque la vida no lo es.
En ciertos momentos vitales la propia vida nos obliga a comportarnos de forma incoherente con nuestra idea del yo. Ésto genera mucha ansiedad si no somos conscientes que por un lado, no es inteligente ser siempre de la misma manera y por otro, que un tiempo determinado no te define.

Recuerda:
Un comportamiento no cambia lo que eres. Acepta tu multidimensionalidad. 
Y es que...

Eres inmensa. Contienes multitudes.
(Walt Withman)

Te quiero siempre pero ¿me gustas siempre?


@skybanyes


Yo quiero un montón a mi pareja (suerte la mía) pero a veces me pone muy nerviosa, me enfada o ni tengo ganas de hablarle. Me pasa con mi madre, mis amigas y mi hermana, con mi abuelo y mis vecinas. A veces no me gusta la gente que me rodea, porque se comportan de forma errónea (bajo mi punto de vista), porque yo estoy más irascible o porque Saturno está rebelde, qué se yo... entonces ¿puedes no gustarme aunque te quiera?

La losa de la coherencia

Tenemos la idea que nuestra personalidad es un paquete compacto y cerrado, impermeable y rígido que siempre es igual. Para nada. Aunque existen ciertas características relativamente estables, tenemos la capacidad de comportarnos según sea la circunstancia. Y menos mal. Eso no significa que seas menos tú, porque tú no eres 100% fuerte, o valiente o despistada, eres un continuo de esa etiqueta según la necesidad. Tener que comportarte de la misma forma en toda ocasión para sentir que no estás siendo "falsa" es un pensamiento rígido además de agotador.
De la misma forma que no eres todo el tiempo de la misma manera, puede no gustarte en algún momento alguien a quien quieres, porque eso no significa que dejes de hacerlo. Muchas veces, debido a esa falta de flexibilidad, si alguien no se comporta como esperamos directamente se expulsa de nuestra caja personas-a-las-que-amamos sin darnos la oportunidad de entender que no sólo puedo quererte sin que me gustes, es que es positivo que así sea.
 

Para nota

Sin que me guste ponerme demasiado técnica creo que para terminar de entenderlo tengo que explicar el mecanismo psicológico que está detrás de toda esta idea: la disonancia cognitiva (soy súper fan).

Siempre tendemos a que exista concordancia entre lo que hacemos y lo que pensamos. Si de repente sentimos que estamos siendo incoherentes, de forma inconsciente reestructuramos para que pueda restablecerse la coherencia.

Por ejemplo:

- Yo jamás estaría con un chico que fuma.

Conoces a alguien que te gusta mucho pero es fumador. (La vida dándote en la boca)

Tienes dos opciones: o no estás con él o cambias el pensamiento. Como el ser humano es básicamente cabezón por norma general lo que hacemos es "transformar" la realidad para que quepa en nuestros esquemas previos:

- No fuma tanto
- Va a dejarlo
- Fuma de liar y ese no me molesta

(Pueden parecer frases ridículas, pero intenta por un momento recordar argumentos absurdos que alguien te haya dado últimamente)

Lo que al final hacemos de alguna manera es engañarnos para que quepa en nuestra caja. Justificamos comportamientos en lugar de ser críticas y objetivas con los mismos.
Si me digo:
- Estoy con Fulanito aunque sea fumador-  entiendo que es una cualidad no deseable para mí, lo que me permite ser consciente en todo momento que aquello no me gusta en vez de taparlo con medias verdades. 

Saber que puedes querer a alguien sin que te guste todo te permite ser más objetiva y flexible con esa persona y nos ahorramos idealizaciones y relaciones tóxicas, que nunca viene mal.

Mala gente


Yo tengo un sobrino y una sobrina de 4 años.

Mi sobrino es un FLIPADO de los camiones de la basura (sí, habéis leído bien): los construye, tiene una colección y va persiguiendo a los reales por las calles. Es su juego favorito. El otro día le insistía a mi sobrina para que jugara con él a los basureros. Ella, que alguna vez que otra jugó, ese día no estaba muy perrunillera, así que sacó unos lápices y se puso a pintar.
Mi sobrino llegó desolado a su madre, llorando:
- No quiere jugar conmigo. Es mala.
- No es mala, cariño- intentaba explicarle su madre- es que a ella ese juego le aburre.

No se conformó. Él, en ese momento, pensaba y sentía que ella era mala.
Ésto, que puede parecer una rabieta entre criaturas, ¿no es un poco lo que seguimos haciendo en nuestra vida adulta? A veces, describimos como maldad lo que únicamente es discrepancia entre valores...

Si no te comportas como espero, eres mala persona.

Pensar que la gente que nos rodea es mala, que en nuestro trabajo todo el mundo es malo, ya no es que sea altamente improbable (a no ser que trabajes en una fábrica de torturar monetes), es que es personalmente perjudicial. Evidentemente no seré yo, en pijama todavía, la que diga lo que es la maldad, pero socialmente consideramos a alguien mala persona si actúa de forma alejada a unos principios éticos que además generan sufrimiento a otrxs.
Tenemos que tener en cuenta, entonces, dos factores: intencionalidad de quien actúa e interpretación de quien recibe. 

Intencionalidad: Conocer las verdaderas intenciones de alguien es básicamente imposible. Por norma general, yo aconsejo preguntar. Dar por hecho que alguien actúa con el único propósito de hacerte daño es casi siempre un error. Sobre todo porque quitando a algún psicópata que otro, la gente no se levanta pensando en cómo poder joderte. Creo que hay una frase que resume lo que quiero decir y es el principio de Hanlon:

 Nunca atribuyas a la maldad lo que pueda ser explicado por simple estupidez.
Interpretación: Si bien, con la intención sólo tenemos la capacidad de elegir pensar que el mundo no actúa  para joderte a ti de forma personal, con la interpretación el trabajo que podemos hacer es más amplio. Tener una buena autoestima, por ejemplo, evita que las acciones nos dañen. Personalizar, estar pendiente de los detalles, rumiar los comportamientos ajenos... son distorsiones cognitivas que provocan que hagamos una lectura errónea de la realidad. Aprender a contextualizar, ver el comportamiento en su conjunto, saber que no eres el centro del mundo, no adivinar los pensamientos ajenos... es un buen paso para interpretar los comportamientos de forma más ajustada.

Nuestro sistema de valores no tiene por qué encajar en todo con quien tengo al lado, pero eso no significa que sea mala persona, sólo que no tenéis cosas en común. A lo mejor no ha ido a tu cumpleaños porque no es algo importante en su vida, porque no los celebra o porque le dolía la cabeza, por mucho que tú fueses al suyo haciendo un gran esfuerzo. Con ésto no quiero decir que haya que excusar cualquier cosa, sino te gusta alguien, aléjate, pero no te encasquilles en la mala suerte que tienes porque siempre te encuentras con mala gente, porque probablemente no sea verdad.

Todo el mundo es malo para alguien, pero nadie para sí mismx.
Quizá, donde deberíamos poner atención son en nuestros propios comportamientos y de qué manera puedes evitar dañar a alguien (si es lo que quieres). Es relativamente fácil mirar al resto y ver maldad, pero observarse una y decir, aquí fui una hija de puta, qué puedo hacer para no volver a serlo...
he ahí el quid de la cuestión.

Si la realidad no encaja en mis esquemas... cambio la realidad



Historia real



Para que entendáis la historia tenéis que saber que mi madre es una máquina. En un ring, mi madre vapulea al mayordomo de Tenn, a la Roomba y al que ahora se llama Don Limpio sin pestañear. Es como un huracán pero al revés, va dejando orden y limpieza por donde pasa.
Este verano, mientras estaba de vacaciones en su casa, me fui un par de días a ver a mi abuelo. Yo le había traído unos pantalones que aún estaban en mi maleta, convenientemente tirada en el suelo de mi cuarto. 

Teléfono

- Hija, ¿dónde están los pantalones?
- En mi maleta mamá.
- Voy a cogerlos, ¿vale?- (es su casa, sus pantalones y la maleta que ella me compró, pero es una mujer muy prudente)- ¿Necesitas que te lave algo?
- No mamá, traigo todo limpio- Evidentemente.
- ¿Seguro? Mira que tengo que poner una lavadora de oscuro y así aprovechas porque ya sabes que tu lavadora no es muy buena y encima allí con la humedad que no se te termina de secar nada y eso al final huele que parece que no lo has lavado en tu vida, porque la ropa- y una larga retahíla sobre detergente, bacterias y lavadoras que no vienen al caso.

Al volver, de forma inconsciente, creí que mi madre, al haber visto la maleta aún sin deshacer en el suelo, la habría recogido. Al día siguiente le pregunté que dónde la había metido. 

- Está donde la dejaste, yo no la he tocado.

Volví a mi cuarto, incrédula, y allí estaba:
No había visto la maleta. No vi una maleta roja en medio de mi cuarto de tamaño normal.

Este hecho, además de confirmar mi despiste extremo, me hizo recordar hasta qué punto nuestras creencias previas pueden modelar la percepción de la realidad.

Percepción arriba- abajo

Pensamos que todo aquello que percibimos lo hacemos basándonos en hechos objetivos que, al pasar por nuestros sentidos, llega a nuestro cerebro, pero, según los estudios realizados sobre el tema, se ha descubierto que los esquemas, la memoria, la atención, la información previa, las expectativas... influyen en la interpretación de lo que vemos, oímos o sentimos, de forma que, la realidad es tamizada por todo nuestro sistema cognitivo.
Esta forma de actuar es adaptativa: imagina que cada elemento que percibimos tuviésemos que interpretarlo por separado y cada vez, sería una locura y no tendríamos tiempo ni capacidad para hacer otra cosa. Pero (siempre hay un pero), se convierte en un hándicap cuando partimos de la base que nuestra realidad es la única objetiva y por lo tanto, la única verdadera. 


¿Y tú de qué color ves este vestido?
La imagen de este vestido se hizo viral debido a que había gente que lo percibía como azul y negro y otras personas, en cambio, como blanco y dorado. Entender que un estímulo, aparentemente objetivo, puede ser percibido de dos maneras, válidas ambas, es un paso pequeño pero apasionante hacia la comprensión de cómo construimos la realidad. 
Sabiendo que la realidad es una construcción mental (apoyada, evidentemente, por hechos) deberíamos ser capaces de intentar mirarla con ojos nuevos. Aprender, de alguna forma, a percibirla de manera beneficiosa. Ser flexible, tener curiosidad por cosas nuevas, escuchar otros puntos de vista puede enriquecernos psicológicamente. Las mentes rígidas tienen más problemas, ya no sólo sociales, sino personales, pues moldean la realidad según sus esquemas, sin permitirse ápice de movimiento.

Todo el mundo nos hemos visto en situaciones en las que a pesar de las evidencias, hemos seguido manteniendo nuestro pensamiento, retorciendo, transformando y ajustando los hechos a la medida de nuestra "realidad". Como en cierta ocasión le ocurrió al profesor Osborn en su laboratorio, en el que un ayudante, incrédulo ante los resultados de un experimento, le dijo al investigador:


- No se preocupe, continuaré repitiendo el experimento hasta obtener el resultado correcto.

(La historia completa aquí)



Éste tampoco veía su maleta roja.

Polarización: O todo o nada




-Todo me sale mal
-Nunca me haces caso
-Siempre te sales con la tuya

Polarizamos cuando usamos términos absolutos para definir personas o situaciones. No hay puntos intermedios, y sólo un acto puede llevarnos a una interpretación extrema.
Particularmente pincho en esta distorsión cognitiva, ya que soy muy dada a plantear la realidad como si sólo hubiese dos polos (tú o todo o nada, hija, que me ha dicho siempre mi madre) sin atender al espectro que, por norma general, son las situaciones y somos los seres humanos. Establezco mi percepción de forma rígida, y, al usar palabras como siempre o todo, no doy oportunidades para el cambio.
Ver la vida desde esta óptica generan una reacción emocional intensa, pues, como en el caso de Pepe, no es lo mismo pensar que su amigo nunca hace nada por él (que le generará frustración, ira e incluso tristeza) que entender que realmente tiene un viaje y en esta ocasión no le es posible ayudarle (lo que puede provocarle malestar, pero nada más allá).

Polarización: cómo reestructurarnos

En primer lugar, escucha tus pensamientos. Entrénate de forma que cada vez que uses siempre/nunca/todo/nada/malo/bueno... seas consciente. Una vez "atrapes" la palabra, contrástala de la forma más realista posible... Piensa en porcentajes, recuerda las veces que sí, intenta usar otra palabra que se ajuste más a la realidad.
Por ejemplo:
Estás hablando con tu pareja y, al recodarle, yo qué sé, que esta noche habéis quedado con tu gente, dice que no se lo habías dicho. Tú sabes que se lo habías comentado, por lo que le espetas:
- Nunca me escuchas.
Pensar y sentir que nunca te escucha va a generar en ti una cascada de emociones que, francamente, te van a perjudicar más que a beneficiar. ¿Nunca te escucha de verdad? ¿No es capaz de seguirte una conversación? ¿Cuántas veces has dicho algo que sí ha escuchado? La realidad no es que no te escuche nunca, es que te molesta que no recuerde alguna cosa cuando se lo dices. Expresáselo así, exprésatelo así y manejarás la situación con mucha más eficacia.

Resumiendo

- Poquísimas cosas en la vida son todo/nada, nunca/siempre, malo/bueno.
- Intenta ser objetiva con dichos pensamientos.
- Usa palabra más acordes con la realidad: normalmente, a veces, por norma general, en alguna ocasión, casi todos los días... Con los demás, si quieres, pero sobre todo, contigo misma.


Personalización: No es nada personal




La personalización es una de las distorsiones cognitivas más comunes y que más malestar generan. La idea errónea es creer que todo lo que ocurre tiene que ver, de alguna forma contigo. Seguro que alguna vez has pensado que en cuanto limpias el coche se pone a llover o que fulanita tiene mala cara porque no le caes bien. O que las cenas siempre se organizan cuando no estás. Yo que sé. Podría poner miles de ejemplos. En un principio pueden parecer inofensivas, incluso graciosas, pero cuando este pensamiento es inflexible, recurrente y genera emociones negativas debemos atender  qué pensamientos automáticos los provocan e intentar hacerlos más adaptativos.
 
Racionalmente, sabes que lo acontecido no tiene nada que ver contigo, pero el mensaje que te das es tan contundente, rápido y creíble que lo terminas aceptando como válido. Ni lo cuestionas. Y por un error en el procesamiento de la información podemos sentir gran hostilidad hacia el mundo, como si éste conspirase para que tú seas infeliz.

Personalización: cómo reestructurla.

Como ocurre con todas las distorsiones cognitivas, en primer lugar hay que entender que lo que provoca este error del pensamiento es un proceso aprendido, por lo que puede ser modificado. Eso sí, con atención y entrenamiento, pues llevamos tanto tiempo usándolo que será costoso cambiar de hábito.

- No eres el centro del mundo. Parece que es algo malo. Pero no. Ser consciente que la gente y lo que hace tiene que ver contigo en un porcentaje mínimo es casi liberador. No eres responsable de las emociones de quien te rodea. Y, en el improbable caso que lo seas, tienes derecho a que te digan qué ocurre, y no tener que adivinarlo.

- Racionaliza. Piensa de forma objetiva si siempre hay Levante cuando tú vas a la playa o si sólo hay atascos por las carreteras que tú vas. Busca información real para rebatir tus pensamientos.

- Pregunta. Cuando creas que alguien tiene una actitud distante contigo, pregunta si es por algo que has dicho o hecho, no lo des por sentado. No os podéis imaginar la cantidad de malos entendidos que se crean por no preguntar a tiempo qué es lo que le ocurre a la otra persona.

Al final, personalizando, por una parte te haces responsable de todo lo que ocurre y te llenas de culpa y de rencor. Si tienes alguna duda sobre las intenciones o comportamientos de alguien (y te interesa saber la verdad), pregunta. Es más fácil, y muchísimo más útil que andar cavilando sobre qué habrás hecho para que sea así. Cada cual tiene mil áreas vitales que pueden influirles en su conducta. No te lo tomes como algo personal. No seas como Pepe.

Abstracción selectiva: lo negativo es lo que importa




Muchas veces somos como Pepe. Una situación, una persona o nuestra propia vida es valorada a través de un único componente negativo. Todo lo positivo queda minimizado y carece de importancia.
La abstracción selectiva es un hábito aprendido de pensamiento, una distorsión cognitiva que potencia que nos fijemos y tengamos más presente el aspecto menos deseable del contexto, obviando el resto de información.

Lo negativo es magnificado y termina tiñendo todo lo que le rodea.

¿Pienso yo de esa manera?

Ocasionalmente, seguro. El problema empieza a aparecer cuando se realiza de forma constante o que termine por generar malestar en tu vida. Al tener este hábito de pensamiento, toda la realidad pasa por ese filtro, por lo que, evidentemente, será difícil que consigas ser feliz ya que el aspecto negativo de la vida tiene más peso que todo lo bueno que te ocurra. Además, la falta de autoestima será patente pues de todo lo que hagas conseguirás extraer algo que no te guste.

"Los garbanzos están malos"
Cartel de sensibilización del Secretariado Gitano


Pregúntate:

- ¿Soy excesivamente perfeccionista conmigo y con quien me rodea?
- ¿Me fijo en los defectos de las cosas?
- ¿Me obsesiono con los pequeños detalles de una situación?
- ¿Saco conclusiones a partir de lo negativo que me ocurre?
- ¿Quiero dejar de centrar mi atención en la parte negativa de la vida?

Abstracción selectiva: cómo desaprender

En la nueva era de la felicidad a toda costa parece que hay que obviar todo aquello que te haga daño.
No es lo que se pretende desde la Psicología Positiva ni desde este blog en concreto. Cuando se habla de reestructurar la abstracción selectiva, lo que se intenta es que tengamos la capacidad de darle a los aspectos negativos el lugar que realmente tienen. Que ya no sean más el centro de nuestra vida y nuestros pensamientos, que no los magnifiquemos, no que los ignoremos. Son cosas distintas.

1.- La forma en la que piensas es producto de tu aprendizaje y por lo tanto se puede cambiar. ¡Confía en el proceso!

2.- La realidad puede ser observada desde muchas perspectivas. La tuya es sólo una más, y visto lo visto, no es la más útil.

3.- Haz una escala de cosas negativas donde 0 sea que te pique un mosquito y 100 que tu ciudad quede desolada por un terremoto y mueran todas las personas que conoces. Puntúa lo negativo que te ocurra de forma realista. Relativiza.

4.- Imagina que un amigo, tu hija o tu madre te cuenta ese mismo problema. Muchas veces ver el supuesto problema desde fuera hace que sea más objetivo.

5.- Genera pensamientos automáticos positivos cada vez que generes uno negativo. 

6.- Contrasta tu pensamiento con la realidad. Si sientes que nadie te quiere porque nosequién no te felicitó por tu cumpleaños, pregúntalo. Si Pepe considera que sus vacaciones han sido un fiasco, que vea fotos, que recuerde los momentos divertidos, que piense en todo lo que ha descansado. Sé inteligente. No seas como Pepe.

Distorsiones cognitivas



Personalmente, haber aprendido a reconocer y reestructurar las distorsiones cognitivas ha sido clave para mi proceso de búsqueda de la felicidad. Una distorsión cognitiva es como una mala postura que nos está dañando la espalda. Sí, justo eso, un hábito aprendido del que no somos conscientes hasta que sentimos el dolor.

¿Qué es una distorsión cognitiva?


No quisiera entrar mucho en teorías, que la psicología está llena de palabrejas que terminan por confundir y alejar cosas que sentimos a diario. Sólo decir que su investigación científica está bastante asentada y que su reestructuración forma parte de los tratamientos más eficaces.

Una distorsión cognitiva es un error en el procesamiento de la realidad.


Imaginad el cerebro como una máquina en la que entran percepciones del mundo exterior (a través de los sentidos) y éstas son transformadas por nuestro sistema de creencias. Ésto es una acción que realizamos todos los seres humanos. Aunque creamos que no, todo lo que percibimos pasa por la "máquina" del razonamiento y la realidad es sólo nuestra realidad. El producto, lo que sale, afectará a nuestras emociones y nuestras conductas.  La pregunta que tenemos que hacernos es ¿está mi máquina rota? o mejor dicho ¿podría mejorar mi máquina para que mis pensamientos me fuesen más útiles?

Engrasando la máquina

Para cambiar lo que funciona mal de nuestra máquina tenemos que saber qué está mal. Esto suele ser complicado porque sólo conocemos a fondo el funcionamiento de la nuestra (es difícil comparar los procesamientos cognitivos con otras personas) y, a no ser que esté en muy mal estado, no solemos ser conscientes de sus taras. 
Peeeero sí que es posible reconocer que el producto no es de la mejor calidad, es decir, si nuestros pensamientos, emociones o conductas no nos hacen felices es que algo no está del todo bien. Porque ya sabéis, la realidad tiene muchas interpretaciones, sólo es cuestión de encontrar la más adecuada.

Pensamientos automáticos

Imaginad la siguiente situación: 

La profesora te pide que salgas a la pizarra a resolver un problema. En ese momento pasa por tu mente "no voy a ser capaz", "se van a reír de mí", "todo el mundo estará mirando" 

¿Te suena? Ocurre en muchas situaciones a lo largo del día, son lo que denominamos como pensamientos automáticos: la consecuencia directa de la forma en la que procesamos la realidad. Nuestros productos, vaya. Es difícil captarlos porque suelen ser cortos, directos y pasan por nuestra mente de forma casi imperceptible.  Estos pensamientos tienen gran fuerza y desgastan mucho emocionalmente y pueden llegar a ser muy maliciosos pudiendo acarrear consecuencias para nuestra salud mental. Son microbombardeos constantes a nuestra valía. Por eso es tan importante interceptarlos y refutarlos, para no creer lo que nos dicen. Normalmente, los pensamientos automáticos negativos tienen que ver con las distintas distorsiones cognitivas por lo que conocerlas y cambiarlas hará que disminuya su producción.

Pero esa turra, ya otro día.