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Motivación no es tener ánimos, motivación es tener motivos




Las emociones son difíciles de controlar (si el caso, enhorabuena) por eso no es aconsejable depender de las mismas para hacer algo. Es el ejemplo típico de querer dejar de fumar, o de tener una criatura... NUNCA va a ser el momento adecuado (y aquí sí digo nunca aunque nunca digas nunca) lo que hay que tener presentes son los motivos.

El ser humano es tonto: el estrés


Si entendemos la inteligencia como la capacidad de adaptación, el ser humano es tirando a tonto.

El cerebro, las estructuras de aprendizaje, la motivación, el pensamiento... eran adecuados cuando vivíamos en el paleolítico, pero la sociedad se ha desarrollado a una velocidad vertiginosa que nuestro sistema nervioso no ha podido alcanzar.

El estrés no sirve

Fisiológicamente hablando, el estrés es la activación del sistema simpático producida por el hipotálamo y la amígdala (estructuras cerebrales que se ponen en funcionamiento ante el miedo, básicamente). Éstas mandan una señal de peligro y activa el simpático que reacciona a nivel orgánico de múltiples formas: acelera el corazón, se produce sudoración, dilata las pupilas, aumenta la necesidad de oxígeno... Todas estas acciones corporales tenían sentido cuando el peligro consistía en encontrarse, por ejemplo, ante un animal, ya que nos preparaba para huir o luchar.
Ahora, cuando nuestros miedos son tipo miedo a hablar en público, estas señales no sirven para nada, al contrario, sudar, tener la boca seca o temblar, te hace sentirte más expuesta a la valoración negativa por lo que puede llegar a incrementar el miedo. Y ni que decir tiene los efectos que tiene a largo plazo.

¿Y qué tiene que ver esto con la felicidad?


A lo que voy es que tenemos que entender que muchas cosas que antes eran adaptativas, ya no lo son:
ser pesimista, almacenar toda la grasa que podamos, anticipar acontecimientos... son ejemplos de actitudes que nos sirvieron para sobrevivir y que, en cambio, no son demasiado útiles en la sociedad actual. Por lo tanto, partiendo de la base que estamos "programadas" para actuar y/o pensar de determinadas formas, lo importante es re-aprender a hacerlo de otra manera, que realmente nos sirva para el momento en el que vivimos. Se puede cambiar la forma en la que nos enfrentamos a la realidad, eso sí, con mucho trabajo y cambios de costumbres, saliendo de nuestra zona de confort, aunque nuestro cerebro no quiera, pero bueno, ya sabemos que no es muy listo.

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Mi reino por tu like


La gente que no somos nativas digitales flipamos con esta juventud siempre enganchada al móvil, haciendo fotos de todo lo que ocurre, exponiendo su vida sin ton ni son. No entendemos por qué y a veces caemos en lo que absolutamente todas las generaciones caen: pensar que lo nuestro era lo bueno y quedóndevamosallegardiosmío. Evidentemente el abuso y el uso inadecuado de la tecnología conlleva problemas muy graves, por lo que hay que educar en valores y poner límites, una tarea complicada ya que las redes sociales tienen a su favor un potente aliado: el sistema de recompensas.

Todo el día con el móvil, todo el día con el móvil

Hay muchos motivos por los que la gente está todo el día mirando el móvil: necesidad de conexión, inmediatez, sentido de pertenencia, aburrimiento... Pero sobre todo, lo hacen hacemos porque cada like, cada comentario, cada nuevo seguidor, dispara una pequeña descarga de dopamina a nuestro sistema de recompensas. El sistema de recompensas es, para que nos entendamos, el circuito cerebral que dice:
 - Ummmm esto me gusta, ¡vamos a repetirlo!
El que espera la gratificación inmediata, el del placer, el que tiene la culpa de que te comas otro trozo de tarta aun estando a dieta. 
Responde a las necesidades más primarias: comida, sed, sexo, seguridad o aceptación (por ejemplo). Si yo confundo lo que publico en una red social, con todo lo que yo soy, cada vez que haya un "me gusta" sentiré aceptación, amor, más dopamina en mi cerebro y por lo tanto, reforzaré la conducta para hacerlo más veces. Es decir:

Publico una foto------ tengo 100 likes------- me siento aceptada --------> repetiré la conducta.

No hay que olvidar que es el mismo centro que responde a la cocaína.

El problema está cuando no recibimos toda la atención que pretendemos por lo que sentimos "mono" o cuando cada vez queremos más y más. En un cerebro adolescente puede llevar a la tristeza, a la falta de autoestima o a la búsqueda de publicaciones que sean más populares.

¿Qué podemos hacer entonces ante la fuerza que pueden llegar a tener las redes sociales?


- Busca otros sistemas de recompensas.

- Sé consciente que las publicaciones más populares no son las que tienen más calidad. Alinéate con tus valores. No todo vale.

- Entiende que tú no eres lo que publicas. No eres una foto, por lo tanto que guste o no no implica que tú entera gustes o dejes de gustar.


Banksy retratatando la realidad

- Piensa a largo plazo. La lucha constante entre la gratificación inmediata y nuestros objetivos a medio- largo plazo siempre está ahí. Por lo tanto, si estar pendiente de las redes sociales te quita tiempo para dedicarlo a tus metas, refuerza más tus objetivos vitales.

No busco demonizar bajo ningún concepto las redes sociales y todas las oportunidades que éstas nos dan, sólo hacer entender que nuestra autoestima no puede ir ligada al refuerzo externo (fácil decirlo, difícil hacerlo). Todo el mundo entiende que no puede comerse un donette cada 10 minutos, por mucho que le apetezca, por mucha recompensa inmediata que te genere. 
Pues con el Instagram igual.

Yo es que soy muy sincera


La sinceridad, una cualidad, a priori, deseable, se ha convertido en la carta blanca a la que mucha gente maleducada se aferra para decir todo lo que quiere.


Muy sincera...

- Estás más gorda.
- No me caes bien.
- Tu tarta está seca.

La total sinceridad tiene mucho más que ver con el ego que con la intención de ayuda. Pensar que todo el mundo, en todo momento, tiene que saber todo lo que piensas es de un egocentrismo evidente. Tu opinión es tú opinión y no darla siempre no significa que no seas una persona verdadera o sincera, sólo que entiendes que no es necesario.

El otro día...

Iba yo con mi pelo recién teñido y me suelta una conocida:

- Te queda peor ese color que el que tenías.

En un bar.
Con todo el grupo delante.

Qué tontería, pensaréis, aquellas cuya autoestima sea adecuada... a mí ese día me pilló con las defensas bajas y lo único que consiguió es que me sintiese incómoda toda la noche (vale, toda la noche no, unas tres cervezas) A lo que voy es que decir lo que al final sólo es una opinión sólo sirvió para que yo me sintiese mal ya que no podía cambiar nada en ese preciso momento.

¿Entonces es mejor mentir?

Depende... creo yo.

¿Te han preguntado?
En muchas ocasiones nos creemos con el derecho de opinar de la vida de la gente sin que nadie nos haya preguntado. 


¿Conoces bien a la persona?
Todas las relaciones no son iguales. Probablemente puedas ser más sincera con gente más cercana y porque, al conocerte, sabe que se lo estás diciendo desde la preocupación y/o desde el cariño.

¿Es el momento adecuado?
Si tiene un moco, no se lo digas delante de su jefe. Llévate a tu compañera a un lado o díselo de forma sutil. En este punto me gusta mucho lo que se llama la regla de los 3 segundos: si lo que vas a decir no puede ser modificado en tres segundos, mejor no lo digas.

¿Lo estoy diciendo de forma asertiva?
Si te preocupa que tu mejor amiga esté adelgazando mucho, no le digas que se está quedando que da pena verla. En el momento adecuado, dile que estás notando que está perdiendo peso, que si se debe a algo o si se encuentra bien. Las formas te permiten expresar lo mismo sin herir.


El miedo cuando no sabemos que es miedo


Vale, hasta aquí más o menos bien, más o menos de acuerdo... El problema viene cuando no sabemos si es miedo eso que tenemos. El miedo es una emoción tan chunga que en muchos casos se esconde detrás de otras para no admitirnos que lo que nos pasa es que tememos hacer algo.

Un ejemplo:

Quiero conocer Kazajistán pero nadie quiere venir conmigo. Yo, una mujer independiente y moderna podría ir sola pero nunca encuentro el momento: ahora los billetes están muy caros, es el cumpleaños de mi sobrina, me apetece quedarme estos días libres en casa para poder descansar... y un sinfín de excusas con las que me convenzo que no es buena idea. No puedo admitirme que me da miedo ir sola así que me lío con pensamientos hasta el punto que lo que realmente siento queda invisibilizado.

Esto nos pasa mucho más de lo que pensáis, el miedo tiene mil maneras de inmovilizarnos y es muy complicado llegar a conocerse hasta el punto de entender qué es lo que se esconde tras nuestras decisiones. También hay que ser muy valiente para admitirse como miedosa en un mundo que ve ésto como una terrible cualidad. Por eso, ante lo que quieras hacer, pregúntate siempre ¿si no tuviera miedo qué haría? Y sé sincera contigo (que tampoco hace falta que los seas con quien te rodea) Y una vez te reconozcas que tienes miedo, hazlo con miedo. O no. Tampoco pasa nada.




La experiencia no es suficiente




"Es muy madura para su edad porque ha pasado por mucho en la vida"

Habré escuchado esta frase (y variantes) cientos de veces, como si la experiencia por sí misma te fuese dando puntos de madurez. En cambio, cualquiera puede constatar que hay gente que aún habiendo vivido acontecimientos duros no crece, ni mejora, ni aprende, porque para hacerlo hay que invertir cierto esfuerzo... y no todo el mundo quiere.

Experiencias ¿transformadoras?

Existen miles de vídeos, libros e historias sobre personas a las que les cambió algo por lo que pasaron. Una inspiración repentina llegó a su forma de ver las cosas. Bien, puede pasar, pero no es lo más común. Las personas somos lentas y torpes a la hora de cambiar hábitos y creencias por lo que sólo una profunda convicción de necesidad de cambio y un "entrenamiento" es lo más eficaz para que se mantenga a largo plazo. ¡Pues vaya rollo! Pensaréis, si la idea era un soplo divino de motivación. Siento la decepción. La psicología, más que una liposucción,  es una dieta equilibrada y mucho ejercicio físico. Por eso no sólo depende de la cantidad o la calidad de experiencias que nos vayan ocurriendo, sino cómo las gestionamos.


¿Cómo se aprende de la experiencia?

Hay alguien tan inteligente que aprende
de las experiencias de los demás.
- Voltaire-
- Acepta lo que ha ocurrido, no excuses, no evites. Intenta explicarte de la forma más objetiva posible qué es lo que ha pasado. Sé sincera contigo misma (aunque no lo seas con quien te rodea).

- Asume que somos responsables, no víctimas. Vale, hay experiencias de todo tipo, pero en muchas de ellas tenemos más responsabilidad de lo que creemos. Intenta ser consciente de qué causas has podido propiciar para que las cosas hayan ocurrido como ocurrieron, no para culpabilizarte, sino para aprender qué es lo que no quieres volver a hacer.

- No repitas patrones ¡cambia! Si te dio un infarto por estresarte mucho en el trabajo, busca ayuda para dejar de hacerlo, no vas a cambiar tu conducta laboral por obra de birlibirloque (me encanta birlibirloque). Como dijo Einstein: no esperes resultados distintos si haces las mismas cosas.

- Profundiza. EL problema es que muchas veces la vida nos lleva a todo ritmo y no somos capaces de digerir. Además, la cultura de hacer y estar siempre bien, no nos permite pararnos y reflexionar por lo que nos vamos quedando en las capas superficiales de lo que nos va pasando... Profundizar en el por qué y cómo nos sentimos al respecto, es un gran paso para poder aprender.

- Decide cómo quieres comportarte al respecto. Las cosas pasan. Es una mierda, pero es así. Hay gente que pasa por situaciones terribles y aún así deciden construir y sobrevivir. Siempre se puede tomar la decisión de cómo afrontar lo que nos pasa y, hacerlo de la forma más útil, es verdadera inteligencia.



Autoayuda de la buena


- Lo que yo voy en contra es cuando nos venden ese "tú pide y se te dará" y pides y pides y pides y no se te da, te deprimes y te frustras porque entonces dios, entonces la vida, es que no es como tú quieras, es como las cosas se dan. Tenemos una gran injerencia en las cosas ¡por supuesto! Si haces las cosas bien, pues te irán las cosas más o menos bien, pero hay gente que fuma toda la vida y no le pasa nada y gente que no fuma nunca y le da cáncer. La vida es difícil, la vida es injusta, la vida no es fácil, no no más para nosotros, para el mundo entero.

- Oye, pero con esto que estás diciendo, el público tiene que salir llorando[...] ¿por qué la gente sigue yendo a verte al teatro?

- Porque entonces digo otro discurso de, pero a pesar de eso, ESTÁS AQUÍ y está padrísimo y hay cosas increíbles y tienes la capacidad de enamorarte y de levantarte y de trabajar y de ser feliz. Y tienes el mar y la playa ¡y el chocolate!.
A lo que voy es a la parte positiva de la vida que es real. Estás aquí y tienes una sola vida. Te vas a morir. ¿Hay problemas? También. ¿Está injusto? Pues sí. Pero te vas a morir. ¡Chíngale! Trabaja, éntrale,enamórate, caete, levántate, vete a la playa, disfruta lo que tengas que disfrutar, trabaja lo que tengas que trabajar, deja de decretar, deja de pedir, para el trasero y ve a luchar por lo que te mereces en la vida.


Yo VS Mi idea de mí


Haber aprendido a flexibilizar mi autoconcepto es, quizá, una de las cosas que más me ha acercado a la felicidad. Saber que no SIEMPRE tengo que ser como creo que tengo que ser y eso no significa que deje de serlo... ¿demasiado lío? Lo explico:

Autoconcepto

Es lo que tú piensas de ti.
Sin más.

La Psicología tiene varias teorías para explicar cómo y por qué se forma pero no es lo que más me interesa, lo importante es que sepamos que tenemos una opinión de nosotras mismas y sentimos la necesidad de ser permanentemente coherentes con la misma.

Ejemplo:

Yo me considero buena hija.

Ser buena hija implica un montón de ideas que yo tengo respecto a lo que creo que es ser buena hija: hacer caso de lo que me digan, visitar a mi familia los jueves y tener una vida ordenada de la puedan sentirse orgullosos, por ejemplo.

Imaginad que un jueves una amiga me dice de ir a comer y nos líamos de cervezas y no puedo ir a casa de mis padres a hacer la visita que hago siempre.

Mi idea de buena hija y mi comportamiento no han sido coherentes por lo tanto entramos en lo que se llama disonancia cognitiva (yo uso ésto como la regla de tres en matemáticas, para todo)
Como el cerebro no permite estar en contradicción tenemos 2 opciones:

- Minimizamos el comportamiento para que siga acorde con lo que pensamos de nosotras.
 "Por una vez no pasa nada" "Ir los jueves tampoco es tan importante" "Conozco mucha gente que no visita a sus padres todas las semanas y no son malos hijos"

- Cambiamos la opinión que tenemos de nosotras mismas.
"Si no he ido hoy, significan que no me importan y por lo tanto no soy buena hija"

Lógicamente la opción primera es mucho más adaptativa que la segunda, pero, más de lo que imaginamos, nos comportamos de la segunda manera ¿por qué? Porque no somos flexibles con nuestra opinión del yo.
Si soy inteligente NUNCA puedo comportarme de forma absurda, si soy simpática no puedo tener un día antipático, si soy activa no puedo quedarme un sábado en casa bajo ningún concepto y así infinitamente. Y lo cierto es que el ser humano más que una etiqueta es un continuo en el que vamos de un extremo a otro según sea la necesidad. Es cierto que tendemos a ciertos comportamientos, y está bien conocerse y ser capaz de definirse, pero no de manera absoluta y rígida porque la vida no lo es.
En ciertos momentos vitales la propia vida nos obliga a comportarnos de forma incoherente con nuestra idea del yo. Ésto genera mucha ansiedad si no somos conscientes que por un lado, no es inteligente ser siempre de la misma manera y por otro, que un tiempo determinado no te define.

Recuerda:
Un comportamiento no cambia lo que eres. Acepta tu multidimensionalidad. 
Y es que...

Eres inmensa. Contienes multitudes.
(Walt Withman)

Un mal día



La felicidad (o su búsqueda) no es perpetua ni constante, es absurdo pensar lo contrario. Hay acontecimientos que escapan a nuestro control y nos hacen sentirnos tristes. Es normal. Es la vida (la puta vida, en ocasiones)
En una sociedad que nos apremia por estar siempre "top", tenemos que tener la suficiente inteligencia para permitirnos los días malos, entendiendo que sólo es eso: un mal día.

Un mal día ¿qué hago?

1.- Permítete sentir tristeza. Rebelarnos contra lo que sentimos es contraproducente. Si nos enfadamos ante la tristeza, además de estar tristes, estaremos enfadas. No pierdas energía en las preguntas de ¿por qué ahora?, ¿por qué a mí?, ¿qué es lo que me pasa?. Estar triste es lícito.


2.- Cuídate. Haz algo que te guste o necesites. Si es sofá y manta, sofá y manta. Sé capaz de escucharte y perdonarte.

3.- No tomes decisiones. La tristeza tiene la oscura manía de no hacernos pensar con claridad. Si el pozo es profundo, vamos a distorsionar la realidad, así que lo mejor es no tomar decisiones importantes en momentos muy bajos. Espera a encontrarte mejor de ánimo para cambiar las cosas.

4.- Entiende que ésto también pasará. Me gusta pensar en los días malos como caídas en lugar de recaídas. Un mal momento no tiene por qué convertirse en una racha, ni mucho menos en el resto de tu vida. Imagínate cuando todo pase. Piensa en las cosas que harás y que disfrutarás. Quítate de la cabeza que vas a sentirte así para siempre.

5.- Intenta medir qué nivel de importancia tiene realmente. El ser humano se ahoga en un vaso de agua por eso es importante colocar lo que nos haya pasado en un punto del continuo entre una ligera molestia a la mayor tragedia que te puedas imaginar. Imagina que se te rompe una pierna que te impide hacer el viaje que tenías planeado con tus amigas. Te hace sentirte triste, normal. Pero mira con perspectiva:
¿Es algo realmente doloroso?
¿Es una tragedia?
¿Es lo peor que podría pasarme en la vida?
Quizá de 1 a 10 lo pondrías en un 3... eso no significa que no tengas derecho a estar triste ¡faltaría más!, sólo que seas capaz de saber y ser sincera contigo mismo sobre por qué lo estás. 

Malas rachas tenemos todos, lo que pretende la psicología positiva es que no se convierta en una mala vida. Cuantas más herramientas tengamos, más reforzadas saldremos de según que circunstancias.

Te quiero siempre pero ¿me gustas siempre?


@skybanyes


Yo quiero un montón a mi pareja (suerte la mía) pero a veces me pone muy nerviosa, me enfada o ni tengo ganas de hablarle. Me pasa con mi madre, mis amigas y mi hermana, con mi abuelo y mis vecinas. A veces no me gusta la gente que me rodea, porque se comportan de forma errónea (bajo mi punto de vista), porque yo estoy más irascible o porque Saturno está rebelde, qué se yo... entonces ¿puedes no gustarme aunque te quiera?

La losa de la coherencia

Tenemos la idea que nuestra personalidad es un paquete compacto y cerrado, impermeable y rígido que siempre es igual. Para nada. Aunque existen ciertas características relativamente estables, tenemos la capacidad de comportarnos según sea la circunstancia. Y menos mal. Eso no significa que seas menos tú, porque tú no eres 100% fuerte, o valiente o despistada, eres un continuo de esa etiqueta según la necesidad. Tener que comportarte de la misma forma en toda ocasión para sentir que no estás siendo "falsa" es un pensamiento rígido además de agotador.
De la misma forma que no eres todo el tiempo de la misma manera, puede no gustarte en algún momento alguien a quien quieres, porque eso no significa que dejes de hacerlo. Muchas veces, debido a esa falta de flexibilidad, si alguien no se comporta como esperamos directamente se expulsa de nuestra caja personas-a-las-que-amamos sin darnos la oportunidad de entender que no sólo puedo quererte sin que me gustes, es que es positivo que así sea.
 

Para nota

Sin que me guste ponerme demasiado técnica creo que para terminar de entenderlo tengo que explicar el mecanismo psicológico que está detrás de toda esta idea: la disonancia cognitiva (soy súper fan).

Siempre tendemos a que exista concordancia entre lo que hacemos y lo que pensamos. Si de repente sentimos que estamos siendo incoherentes, de forma inconsciente reestructuramos para que pueda restablecerse la coherencia.

Por ejemplo:

- Yo jamás estaría con un chico que fuma.

Conoces a alguien que te gusta mucho pero es fumador. (La vida dándote en la boca)

Tienes dos opciones: o no estás con él o cambias el pensamiento. Como el ser humano es básicamente cabezón por norma general lo que hacemos es "transformar" la realidad para que quepa en nuestros esquemas previos:

- No fuma tanto
- Va a dejarlo
- Fuma de liar y ese no me molesta

(Pueden parecer frases ridículas, pero intenta por un momento recordar argumentos absurdos que alguien te haya dado últimamente)

Lo que al final hacemos de alguna manera es engañarnos para que quepa en nuestra caja. Justificamos comportamientos en lugar de ser críticas y objetivas con los mismos.
Si me digo:
- Estoy con Fulanito aunque sea fumador-  entiendo que es una cualidad no deseable para mí, lo que me permite ser consciente en todo momento que aquello no me gusta en vez de taparlo con medias verdades. 

Saber que puedes querer a alguien sin que te guste todo te permite ser más objetiva y flexible con esa persona y nos ahorramos idealizaciones y relaciones tóxicas, que nunca viene mal.

Mala gente


Yo tengo un sobrino y una sobrina de 4 años.

Mi sobrino es un FLIPADO de los camiones de la basura (sí, habéis leído bien): los construye, tiene una colección y va persiguiendo a los reales por las calles. Es su juego favorito. El otro día le insistía a mi sobrina para que jugara con él a los basureros. Ella, que alguna vez que otra jugó, ese día no estaba muy perrunillera, así que sacó unos lápices y se puso a pintar.
Mi sobrino llegó desolado a su madre, llorando:
- No quiere jugar conmigo. Es mala.
- No es mala, cariño- intentaba explicarle su madre- es que a ella ese juego le aburre.

No se conformó. Él, en ese momento, pensaba y sentía que ella era mala.
Ésto, que puede parecer una rabieta entre criaturas, ¿no es un poco lo que seguimos haciendo en nuestra vida adulta? A veces, describimos como maldad lo que únicamente es discrepancia entre valores...

Si no te comportas como espero, eres mala persona.

Pensar que la gente que nos rodea es mala, que en nuestro trabajo todo el mundo es malo, ya no es que sea altamente improbable (a no ser que trabajes en una fábrica de torturar monetes), es que es personalmente perjudicial. Evidentemente no seré yo, en pijama todavía, la que diga lo que es la maldad, pero socialmente consideramos a alguien mala persona si actúa de forma alejada a unos principios éticos que además generan sufrimiento a otrxs.
Tenemos que tener en cuenta, entonces, dos factores: intencionalidad de quien actúa e interpretación de quien recibe. 

Intencionalidad: Conocer las verdaderas intenciones de alguien es básicamente imposible. Por norma general, yo aconsejo preguntar. Dar por hecho que alguien actúa con el único propósito de hacerte daño es casi siempre un error. Sobre todo porque quitando a algún psicópata que otro, la gente no se levanta pensando en cómo poder joderte. Creo que hay una frase que resume lo que quiero decir y es el principio de Hanlon:

 Nunca atribuyas a la maldad lo que pueda ser explicado por simple estupidez.
Interpretación: Si bien, con la intención sólo tenemos la capacidad de elegir pensar que el mundo no actúa  para joderte a ti de forma personal, con la interpretación el trabajo que podemos hacer es más amplio. Tener una buena autoestima, por ejemplo, evita que las acciones nos dañen. Personalizar, estar pendiente de los detalles, rumiar los comportamientos ajenos... son distorsiones cognitivas que provocan que hagamos una lectura errónea de la realidad. Aprender a contextualizar, ver el comportamiento en su conjunto, saber que no eres el centro del mundo, no adivinar los pensamientos ajenos... es un buen paso para interpretar los comportamientos de forma más ajustada.

Nuestro sistema de valores no tiene por qué encajar en todo con quien tengo al lado, pero eso no significa que sea mala persona, sólo que no tenéis cosas en común. A lo mejor no ha ido a tu cumpleaños porque no es algo importante en su vida, porque no los celebra o porque le dolía la cabeza, por mucho que tú fueses al suyo haciendo un gran esfuerzo. Con ésto no quiero decir que haya que excusar cualquier cosa, sino te gusta alguien, aléjate, pero no te encasquilles en la mala suerte que tienes porque siempre te encuentras con mala gente, porque probablemente no sea verdad.

Todo el mundo es malo para alguien, pero nadie para sí mismx.
Quizá, donde deberíamos poner atención son en nuestros propios comportamientos y de qué manera puedes evitar dañar a alguien (si es lo que quieres). Es relativamente fácil mirar al resto y ver maldad, pero observarse una y decir, aquí fui una hija de puta, qué puedo hacer para no volver a serlo...
he ahí el quid de la cuestión.

Yo no siempre fui feliz



Escribo sobre la felicidad porque yo aprendí a ser feliz. Yo, que genetica, social y/o cognitivamente tiendo al drama, he de decir que me costó encontrar la forma, pero, aun siendo un camino, puedo asegurar que es posible y que soy feliz hoy, que es mucho más de lo que puedo decir de mi pasado.
Con esto quiero poner en valor que todo aquello que escribo no son ideas sacadas de un libro, son trabajos que por mí misma sé que funcionan y que científicamente se ha demostrado que así es.

En una conferencia, Emilio Duró (puedes verla aquí) hablando sobre empresas, explica los pasos que hay que seguir para mejorar tu negocio. Yo extrapolé esos consejos a mi vida personal. Al final, lo que viene a decir, es que, a no ser que seas un genio (lo que no es el caso), lo óptimo es que observes a la persona que tiene éxito en aquello que tú pretendas tenerlo ¡y lo copies! 
Yo empecé a fijarme en personas felices, qué hacen, cómo piensan, cómo se relacionan con la realidad y con quien les rodea... Y, evidentemente, atendiendo a mis necesidades y a mi propia personalidad, adopté conductas. Estaba claro que haciendo lo que llevaba haciendo toda la vida no iba a cambiar nada, porque yo tenía muy claro los referentes de cómo NO quería ser, cómo no tenía que comportarme si lo que quería era era estar bien,  pero la Ley de Flotación no se descubrió mediante la contemplación de las cosas que se hunden.

Por eso, si es que es lo que quieres, encuentra a alguien que conozcas que sea genuinamente feliz (no que lo parezca, que hay mucho de eso hoy en día) y observa. Pregunta, incluso, si puede ser. Comprende por qué es feliz e inténtalo tú también.
Fijémonos en las cosas que flotan.

Ser feliz después de los 30


Leo el otro día un articulo descorazonador: A partir de los 30 la gente casi nos escuchamos música nueva, es decir, nos quedamos escuchando en bucle canciones que ya conocíamos, que nos gustaron durante nuestra adolescencia y juventud. Y no es cuestión que ya no se haga música buena (aunque todas la generaciones creamos que es así) es que las emociones que nos hacían sentir ciertas
canciones en estas etapas vitales no pueden ser replicadas en la adultez: No es la música, eres tú.

Durante la adolescencia todo es emocionante y perturbador y la música es el medio perfecto para expresarse. La memoria emocional, la más potente de todas, se llenó durante esa época de canciones que hoy nos recuerdan lo que quizá pensamos que fueron tiempos mejores. A partir de los 30, por norma general (y debido a lo que la sociedad espera de ti) las cosas se vuelven más aburridas, las responsabilidades crecen y el cansancio llega. Es difícil que algún plan te emocione de la forma que cualquier cosa te fascinaba antes, el nivel de entusiasmo disminuye...
entonces ¿es posible ser feliz más allá de los 30?


The Awkward Yeti

Ser feliz en la adultez ¿misión imposible?

Hablo con la gente que me rodea, ya bien entrada en la treintena, y, aunque se consideran felices, satisfechas, admiten que no disfrutan de las cosas tanto como antes. La falta de tiempo, el agotamiento con el que se llega a final del día o los no debería, suelen ser las causas más comunes. Siempre nos dejamos para después, ponemos las búsqueda del placer, la felicidad de una misma, en el último peldaño del día o al final de la lista de recursos. Si bien es cierto que es un poco más complicado encontrar cosas por las que apasionarse una vez llegamos a cierta edad, no es imposible.

1) Busca, busca y busca hasta que encuentres algo que te encante hacer. Lo que sea, sólo porque sí, aunque sea "inútil". Encontrar una motivación más allá de la cotidianidad incrementa los niveles de felicidad.

2) A quién le importa lo que yo haga. El padre de una amiga, médico, con tres hijas, decidió estudiar música cuando éstas ya eran mayores. Iba a solfeo con criaturas de 6-7 años. Conozco muchísima gente que no lo haría sólo por prejuicios, por eso de qué van a pensar de mí... Si esa gente no tiene la capacidad de hacerte feliz, ¿por qué tiene la capacidad de hacerte infeliz sólo por lo que puedan pensar? En serio, aporta o aparta.

3) Tiempo... ese tesoro. Hoy en día que el tiempo siempre nos viene corto encontrar un rato es más difícil que encontrar oro aún así, tenemos que poner el disfrute, la felicidad como prioridad, tanto como comer o trabajar y organizarnos el tiempo alrededor.

4) No tengas miedo a las cosas nuevas. Conocer gente, aprender un nuevo idioma, viajar a un país desconocido... pueden ser actividades que te emocionen. En muchas ocasiones el problema de la adultez es que hacemos siempre lo mismo, de la misma manera, por lo que nuestro cuerpo (y emociones) tienden a acostumbrarse y por lo tanto no nos genera el mismo "subidón". Hacer cosas nuevas que nos gusten puede devolvernos las mariposas del estómago, la intensidad necesaria para queramos escuchar nuevas canciones.

Zona de confort




Autor: @tutehumor


Y aún así yo me levanto



Tú puedes escribirme en la historia
con tus amargas, torcidas mentiras,
puedes aventarme al fango
y aún así, como el polvo... me levanto.

¿Mi descaro te molesta?
¿Porqué estás ahí quieto, apesadumbrado?
Porque camino
como si fuera dueña de pozos petroleros
bombeando en la sala de mi casa...

Como lunas y como soles,
con la certeza de las mareas,
como las esperanzas brincando alto,
así... yo me levanto.

¿Me quieres ver destrozada?
cabeza agachada y ojos bajos,
hombros caídos como lágrimas,
debilitados por mi llanto desconsolado.

¿Mi arrogancia te ofende?
No lo tomes tan a pecho,
Porque yo río como si tuviera minas de oro
excavándose en el mismo patio de mi casa.

Puedes dispararme con tus palabras,
puedes herirme con tus ojos,
puedes matarme con tu odio,
y aún así, como el aire, me levanto.

¿Mi sensualidad te molesta?
¿Surge como una sorpresa
que yo baile como si tuviera diamantes
ahí, donde se encuentran mis muslos?

De las barracas de vergüenza de la historia
yo me levanto
desde el pasado enraizado en dolor
yo me levanto
soy un negro océano, amplio e inquieto,
manando
me extiendo, sobre la marea,
dejando atrás noches de temor, de terror,
me levanto,
a un amanecer maravillosamente claro,
me levanto,
brindado los regalos legados por mis ancestros.
Yo soy el sueño y la esperanza del esclavo.
Me levanto.
Me levanto.
Me levanto.

MAYA ANGELOU

Si la realidad no encaja en mis esquemas... cambio la realidad



Historia real



Para que entendáis la historia tenéis que saber que mi madre es una máquina. En un ring, mi madre vapulea al mayordomo de Tenn, a la Roomba y al que ahora se llama Don Limpio sin pestañear. Es como un huracán pero al revés, va dejando orden y limpieza por donde pasa.
Este verano, mientras estaba de vacaciones en su casa, me fui un par de días a ver a mi abuelo. Yo le había traído unos pantalones que aún estaban en mi maleta, convenientemente tirada en el suelo de mi cuarto. 

Teléfono

- Hija, ¿dónde están los pantalones?
- En mi maleta mamá.
- Voy a cogerlos, ¿vale?- (es su casa, sus pantalones y la maleta que ella me compró, pero es una mujer muy prudente)- ¿Necesitas que te lave algo?
- No mamá, traigo todo limpio- Evidentemente.
- ¿Seguro? Mira que tengo que poner una lavadora de oscuro y así aprovechas porque ya sabes que tu lavadora no es muy buena y encima allí con la humedad que no se te termina de secar nada y eso al final huele que parece que no lo has lavado en tu vida, porque la ropa- y una larga retahíla sobre detergente, bacterias y lavadoras que no vienen al caso.

Al volver, de forma inconsciente, creí que mi madre, al haber visto la maleta aún sin deshacer en el suelo, la habría recogido. Al día siguiente le pregunté que dónde la había metido. 

- Está donde la dejaste, yo no la he tocado.

Volví a mi cuarto, incrédula, y allí estaba:
No había visto la maleta. No vi una maleta roja en medio de mi cuarto de tamaño normal.

Este hecho, además de confirmar mi despiste extremo, me hizo recordar hasta qué punto nuestras creencias previas pueden modelar la percepción de la realidad.

Percepción arriba- abajo

Pensamos que todo aquello que percibimos lo hacemos basándonos en hechos objetivos que, al pasar por nuestros sentidos, llega a nuestro cerebro, pero, según los estudios realizados sobre el tema, se ha descubierto que los esquemas, la memoria, la atención, la información previa, las expectativas... influyen en la interpretación de lo que vemos, oímos o sentimos, de forma que, la realidad es tamizada por todo nuestro sistema cognitivo.
Esta forma de actuar es adaptativa: imagina que cada elemento que percibimos tuviésemos que interpretarlo por separado y cada vez, sería una locura y no tendríamos tiempo ni capacidad para hacer otra cosa. Pero (siempre hay un pero), se convierte en un hándicap cuando partimos de la base que nuestra realidad es la única objetiva y por lo tanto, la única verdadera. 


¿Y tú de qué color ves este vestido?
La imagen de este vestido se hizo viral debido a que había gente que lo percibía como azul y negro y otras personas, en cambio, como blanco y dorado. Entender que un estímulo, aparentemente objetivo, puede ser percibido de dos maneras, válidas ambas, es un paso pequeño pero apasionante hacia la comprensión de cómo construimos la realidad. 
Sabiendo que la realidad es una construcción mental (apoyada, evidentemente, por hechos) deberíamos ser capaces de intentar mirarla con ojos nuevos. Aprender, de alguna forma, a percibirla de manera beneficiosa. Ser flexible, tener curiosidad por cosas nuevas, escuchar otros puntos de vista puede enriquecernos psicológicamente. Las mentes rígidas tienen más problemas, ya no sólo sociales, sino personales, pues moldean la realidad según sus esquemas, sin permitirse ápice de movimiento.

Todo el mundo nos hemos visto en situaciones en las que a pesar de las evidencias, hemos seguido manteniendo nuestro pensamiento, retorciendo, transformando y ajustando los hechos a la medida de nuestra "realidad". Como en cierta ocasión le ocurrió al profesor Osborn en su laboratorio, en el que un ayudante, incrédulo ante los resultados de un experimento, le dijo al investigador:


- No se preocupe, continuaré repitiendo el experimento hasta obtener el resultado correcto.

(La historia completa aquí)



Éste tampoco veía su maleta roja.

¿Quieres solucionar el problema?


Al vivir fuera, de "vacaciones", vuelvo a mi pueblo. Veo a mi familia y amigas, descanso y mi madre me pone de comer bien de forma exagerada. Es genial y disfruto muchísimo del tiempo. 
Me llama la atención, sin embargo, en conversaciones que tienes con gente que te encuentras por la calle una vez al año, cómo sus problemas siguen siendo los mismos una y otra vez, durante 10 o 15 años (¡¡10 o 15 años rumiando la misma historia!!) sin atisbo alguno de ponerle solución. 
Yo, cuando terminé la carrera, gasté una ingente cantidad de tiempo y de energía en estas charlas informales intentando "ayudar" (orientar hacia la solución, tal como había aprendido, estando más o menos acertada pero siempre con muy buena fe). La experiencia, en cambio, me enseñó, que en muchas ocasiones, la gente se aferra a un determinado problema por miles de razones (pereza, protagonismo, victimismo, desconocimiento, etc...) pretendiendo generar en ti una emoción que consideran deseable, pero nunca la resolución.  Yo he aprendido a callarme y a asentir, a decir pobrecita o vaya movida según sea el caso y a seguir la broma de "yo sí que necesitaría una psicóloga" con un "y quién no", sabiendo, por supuesto, que nunca lo hará.
Es raro entender que por norma general la gente prefiere seguir teniendo un problema que conoce que una solución que le genera incertidumbre. Por eso la primera pregunta que debes hacerte siempre es:

- ¿De verdad quieres solucionarlo?




Si quiero que me abraces, te pido un abrazo.



Estas supuestas palabras de Frida Kahlo se han hecho virales estos días y yo me quedo con la boca abierta. En una relación sana, y da igual si estamos hablando de amor romántico, amistad o familiar, hay que expresarse para que la otra persona sepa cuáles con tus necesidades.
Nadie tiene por qué leerte la mente al igual que tú tienes el derecho de no anteponerte a los deseos de quien te rodea.
El ideal de amor romántico, la creencia de que entre dos personas debe existir una conexión mística  genera un nivel de frustración que no nos permite tener relaciones reales, y por lo tanto, nos provoca infelicidad.

Leer el pensamiento es imposible tanto cuando pretendemos que nos lo lean como cuando creemos leerlo. Al convertir en realidad lo que pensamos que la otra persona necesita estamos despojando por un lado de voluntad a quien tenemos enfrente, y por otro, no estamos dando la posibilidad a la realidad de imponerse.

Parece complicado pero no lo es.

Ejemplo:

A y B no saben qué hacer esta noche.

A (imagino que B no querrá mucho jaleo pues ha salido tarde de trabajar): ¿Quieres que vayamos al cine?

B (si quiere ir al cine es porque no querrá salir de fiesta porque quiere levantarse mañana temprano): Vale, me parece bien.

A quería salir de fiesta. B quería salir de fiesta. Y al final fueron al cine.

Todo lo que estoy exponiendo aquí a lo mejor no es literario, o no queda arrebatadoramente romántico como lo es el escrito de F. Kahlo, pero bueno, siendo una genia, cierto es que no tuvo las mejores relaciones del mundo. Todo depende, imagino, de lo que estés buscando.


¿Por qué me da coraje Mr. Wonderful?


Mr Puterful


Sólo hay que observar la cantidad de páginas en contraposición a Mr. Wonderful que han nacido
durante los últimos años para darnos cuenta de la manía que le hemos cogido al buenrollismo.
Vivimos en una sociedad tan cínica que cuando nos encontramos ante alguien más feliz de lo que consideramos adecuado pensamos que o está fingiendo o es que es tontx. Incluso llegamos a considerar molesta su actitud, siempre positiva, que parece sacada de un póster motivacional.
Pero ¿por qué nos dan ganas de ahogarlos?

Por qué me da coraje la gente feliz


La felicidad es para gente simple. La vida es dura, una mierda en ocasiones, mirarla de frente, sin edulcorar es brutalmente doloroso y no concibes cómo alguien puede ser mínimamente feliz dadas las circunstancias. Si alguien es feliz es porque no ha profundizado, piensas, pero la realidad es que hay personas que son genuinamente felices y no estoy hablando de la felicidad superficial de "vivir sin darse cuenta" sino de la consciente, la que puede elegirse.

No quieres que nadie te saque de tu amargura. Es cierto que cuando tienes un problema que tú consideras insalvable no hay cosa que más te pueda molestar que una consigna simplista tipo: "Seguro que todo se soluciona" o "Si la vida te da limones, haz limonada" Tú, que sientes que tu vida se desmorona y te vienen con esas...


No quieres trabajar para conseguir ser feliz. El cerebro humano (al menos de forma general) tiende al pesimismo. Hemos evolucionado gracias al que tuvo miedo del león... el que dijo que no pasaba nada... en fin...  Actualmente, en cambio, con los niveles de seguridad y bienestar más altos de la Historia, dichos mecanismos no son vitales, son, incluso, perjudiciales, pero es complicado revertir lo que nos es dado por naturaleza. La búsqueda de la felicidad es activa, el pesimismo, pasivo.

Crees que la felicidad es una debilidad. Intenta recordar al héroe típico de cualquier película... Con casi toda seguridad será taciturno, callado, serio...amargado, vaya. O piensa en el "guay" de tu clase... La felicidad, la alegría, no se toman demasiado en serio por eso no es una buena cualidad si lo que pretendes es  "hacerte respetar". Al contrario de lo que se piensa, una de las características de las personas felices es la resiliencia, que es la capacidad de un ser humano de no romperse ante las fuerzas externas. ¿Hay algo que demuestre menos debilidad que eso?

Evidentemente ni puedes con todo, ni el día va a ser chachi piruli sólo por pensarlo, ni una sonrisa cambia el mundo, pero, peeeeeeero, la Psicología Positiva ha demostrado que promoviendo ciertas actitudes y cambiando la forma de interpretar el mundo, sí que es posible ser más feliz, y si las frases te ayudan a recordarlo pues bienvenidas sean.

Yo, que tiendo al drama y al cinismo de forma natural, no soy Mr. Wonderful, pero ¡joder!, me encantaría...
Y sigo aprendiendo.

Cesta de basura



Últimamente me acuerdo mucho de este cuento que una vez me contaron:


Un hombre rico, para divertirse, le entregó una canasta con basura a otro hombre que pedía en la calle. El hombre, al recibirla, sonrió y corrió con la canasta, la vacío, la lavó, la llenó de flores y se la dio de regreso.
El hombre rico se asombró y le preguntó: 
- ¿Por qué me han dado flores, si yo le di basura?


El hombre pobre le contestó:
- Porque uno sólo puede dar aquello que tiene.