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Pongámonos serias

Flavita Banana


El humor, la alegría, ha sido devaluada de tal manera que ser serio se ha convertido en sinónimo de responsable, formal y profesional. Se considera la seriedad como un valor empresarial y es que es difícil imaginarnos una reunión de una gran compañía sin rictus graves y faltos de sobriedad en las maneras. Aunque se esté hablando sobre pomos. Como si sólo por el hecho de reírte trabajases menos o peor y justamente las investigaciones han encontrado lo contrario. El humor facilita el ambiente laboral, reduce el estrés y provoca cohesión grupal, además, evidentemente, de aumentar la satisfacción de quien trabaja.
Hay quien es cabal, puntual y se siente comprometida con el trabajo.
Y además se ríe un montón (cuando quiere). Y así, odia los lunes un poquito menos.

Tristeza VS depresión



Se usa la palabra depresión muy a la ligera lo que conlleva dos problemas: por un lado se sobrediagnostica, por otro se minimizan las consecuencias de la depresión.



Estar deprimida no es estar tristona, o no tener ganas de hacer algo, o que no te haga ilusión celebrar tu cumpleaños... La tristeza es parte de la vida, aunque en la sociedad del cupcake fascism no se tolere y se medique cualquier sensación que no sea absoluta y continua felicidad.  Hay cosas que nos ponen tristes e incluso momentos en los que lo estamos y no sabemos muy bien por qué. Normal.

La depresión en cambio, tiene tres dimensiones por así decirlo: cognitiva, afectiva y conductual.
Piensas que nada tiene sentido, que nada va a cambiar y/o que no vales para nada. No piensas con claridad y te cuesta tomar decisiones.
Sientes  tristeza y desesperanza además de no conseguir sentir placer con nada.
Actúas de forma diferente, bien duermes mucho o muy poco, comes nada o demasiado, te falta energía... Incluso puedes estar más irritada.

Prácticamente no tienes ganas de vivir y todo lo que tienes que hacer te cuesta un esfuerzo hercúleo. No es pereza, no es flojera, no es no querer. Pero creo, que aun con todo lo que se ha escrito sobre el tema, lo mejor que podéis hacer para entenderlo es escuchar esta canción.




La depresión es una enfermedad seria que puede llegar a ser mortal en el peor de los casos y es que la relación entre depresión y muerte por suicidio es altísima. Entenderla, acompañar y  no tratarla a la ligera es un buen punto de partida si alguien a tu alrededor la sufre. Y si eres tú, pide ayuda.


Mi reino por tu like


La gente que no somos nativas digitales flipamos con esta juventud siempre enganchada al móvil, haciendo fotos de todo lo que ocurre, exponiendo su vida sin ton ni son. No entendemos por qué y a veces caemos en lo que absolutamente todas las generaciones caen: pensar que lo nuestro era lo bueno y quedóndevamosallegardiosmío. Evidentemente el abuso y el uso inadecuado de la tecnología conlleva problemas muy graves, por lo que hay que educar en valores y poner límites, una tarea complicada ya que las redes sociales tienen a su favor un potente aliado: el sistema de recompensas.

Todo el día con el móvil, todo el día con el móvil

Hay muchos motivos por los que la gente está todo el día mirando el móvil: necesidad de conexión, inmediatez, sentido de pertenencia, aburrimiento... Pero sobre todo, lo hacen hacemos porque cada like, cada comentario, cada nuevo seguidor, dispara una pequeña descarga de dopamina a nuestro sistema de recompensas. El sistema de recompensas es, para que nos entendamos, el circuito cerebral que dice:
 - Ummmm esto me gusta, ¡vamos a repetirlo!
El que espera la gratificación inmediata, el del placer, el que tiene la culpa de que te comas otro trozo de tarta aun estando a dieta. 
Responde a las necesidades más primarias: comida, sed, sexo, seguridad o aceptación (por ejemplo). Si yo confundo lo que publico en una red social, con todo lo que yo soy, cada vez que haya un "me gusta" sentiré aceptación, amor, más dopamina en mi cerebro y por lo tanto, reforzaré la conducta para hacerlo más veces. Es decir:

Publico una foto------ tengo 100 likes------- me siento aceptada --------> repetiré la conducta.

No hay que olvidar que es el mismo centro que responde a la cocaína.

El problema está cuando no recibimos toda la atención que pretendemos por lo que sentimos "mono" o cuando cada vez queremos más y más. En un cerebro adolescente puede llevar a la tristeza, a la falta de autoestima o a la búsqueda de publicaciones que sean más populares.

¿Qué podemos hacer entonces ante la fuerza que pueden llegar a tener las redes sociales?


- Busca otros sistemas de recompensas.

- Sé consciente que las publicaciones más populares no son las que tienen más calidad. Alinéate con tus valores. No todo vale.

- Entiende que tú no eres lo que publicas. No eres una foto, por lo tanto que guste o no no implica que tú entera gustes o dejes de gustar.


Banksy retratatando la realidad

- Piensa a largo plazo. La lucha constante entre la gratificación inmediata y nuestros objetivos a medio- largo plazo siempre está ahí. Por lo tanto, si estar pendiente de las redes sociales te quita tiempo para dedicarlo a tus metas, refuerza más tus objetivos vitales.

No busco demonizar bajo ningún concepto las redes sociales y todas las oportunidades que éstas nos dan, sólo hacer entender que nuestra autoestima no puede ir ligada al refuerzo externo (fácil decirlo, difícil hacerlo). Todo el mundo entiende que no puede comerse un donette cada 10 minutos, por mucho que le apetezca, por mucha recompensa inmediata que te genere. 
Pues con el Instagram igual.

Yo es que soy muy sincera


La sinceridad, una cualidad, a priori, deseable, se ha convertido en la carta blanca a la que mucha gente maleducada se aferra para decir todo lo que quiere.


Muy sincera...

- Estás más gorda.
- No me caes bien.
- Tu tarta está seca.

La total sinceridad tiene mucho más que ver con el ego que con la intención de ayuda. Pensar que todo el mundo, en todo momento, tiene que saber todo lo que piensas es de un egocentrismo evidente. Tu opinión es tú opinión y no darla siempre no significa que no seas una persona verdadera o sincera, sólo que entiendes que no es necesario.

El otro día...

Iba yo con mi pelo recién teñido y me suelta una conocida:

- Te queda peor ese color que el que tenías.

En un bar.
Con todo el grupo delante.

Qué tontería, pensaréis, aquellas cuya autoestima sea adecuada... a mí ese día me pilló con las defensas bajas y lo único que consiguió es que me sintiese incómoda toda la noche (vale, toda la noche no, unas tres cervezas) A lo que voy es que decir lo que al final sólo es una opinión sólo sirvió para que yo me sintiese mal ya que no podía cambiar nada en ese preciso momento.

¿Entonces es mejor mentir?

Depende... creo yo.

¿Te han preguntado?
En muchas ocasiones nos creemos con el derecho de opinar de la vida de la gente sin que nadie nos haya preguntado. 


¿Conoces bien a la persona?
Todas las relaciones no son iguales. Probablemente puedas ser más sincera con gente más cercana y porque, al conocerte, sabe que se lo estás diciendo desde la preocupación y/o desde el cariño.

¿Es el momento adecuado?
Si tiene un moco, no se lo digas delante de su jefe. Llévate a tu compañera a un lado o díselo de forma sutil. En este punto me gusta mucho lo que se llama la regla de los 3 segundos: si lo que vas a decir no puede ser modificado en tres segundos, mejor no lo digas.

¿Lo estoy diciendo de forma asertiva?
Si te preocupa que tu mejor amiga esté adelgazando mucho, no le digas que se está quedando que da pena verla. En el momento adecuado, dile que estás notando que está perdiendo peso, que si se debe a algo o si se encuentra bien. Las formas te permiten expresar lo mismo sin herir.


El miedo cuando no sabemos que es miedo


Vale, hasta aquí más o menos bien, más o menos de acuerdo... El problema viene cuando no sabemos si es miedo eso que tenemos. El miedo es una emoción tan chunga que en muchos casos se esconde detrás de otras para no admitirnos que lo que nos pasa es que tememos hacer algo.

Un ejemplo:

Quiero conocer Kazajistán pero nadie quiere venir conmigo. Yo, una mujer independiente y moderna podría ir sola pero nunca encuentro el momento: ahora los billetes están muy caros, es el cumpleaños de mi sobrina, me apetece quedarme estos días libres en casa para poder descansar... y un sinfín de excusas con las que me convenzo que no es buena idea. No puedo admitirme que me da miedo ir sola así que me lío con pensamientos hasta el punto que lo que realmente siento queda invisibilizado.

Esto nos pasa mucho más de lo que pensáis, el miedo tiene mil maneras de inmovilizarnos y es muy complicado llegar a conocerse hasta el punto de entender qué es lo que se esconde tras nuestras decisiones. También hay que ser muy valiente para admitirse como miedosa en un mundo que ve ésto como una terrible cualidad. Por eso, ante lo que quieras hacer, pregúntate siempre ¿si no tuviera miedo qué haría? Y sé sincera contigo (que tampoco hace falta que los seas con quien te rodea) Y una vez te reconozcas que tienes miedo, hazlo con miedo. O no. Tampoco pasa nada.




Aumentar la autoestima en la infancia


El otro día escuchaba Nadie sabe nada un programa (a priori, de humor) de radio de Berto Romero y Andreu Buenafuente, que, por cierto, recomiendo. Buenafuente contaba que había tenido una "discusión" con su hija sobre cómo se llamaba el monstruo de las galletas. Resulta que al final la niña tenía razón a lo que Berto le pregunta:

-¿Le has dicho lo siento? Hay que decir lo siento a los niños-

Y no, no se lo había dicho, y eso me hizo reflexionar cómo desde la adultez tratamos a las criaturas pretendiéndoles unos estándares morales y unos comportamientos que nosotras mismas no tenemos.

Reforzar la autoestima en la infancia

No se puede, evidentemente, hablar en los mismos términos a una criatura que a una persona adulta, pero sí con la misma intención: de forma asertiva para no dañar. Nadie lo hace de manera consciente ¡faltaría más! pero es cierto que en ocasiones tenemos menos paciencia o cuidamos menos lo que decimos a nuestrxs hijxs que a cualquiera que pasa por la calle.

Tú eres su ejemplo.
Todo lo que digas será La Verdad,
por eso tenemos que estar pendientes de lo que decimos.

Reforzar la autoestima en estas etapas es básico para que maduren desde la salud. Os dejo algunos ejemplos de lo que todo el mundo hacemos de vez en cuando:

- ¿No me das un beso? Pues ya no te quiero.

Hay que hacer entender que el amor es siempre incondicional. Chantajear con irte o dejar de querer es algo que no entienden como broma ya que en muchas ocasiones aún no han desarrollado el pensamiento abstracto. El comportamiento deseado debe conseguirse de otras maneras nunca haciéndole pensar que va a dejar de ser amadx.

- Eres muy pesada/llorona/desordenada

Intenta usar las etiquetas lo menos posible. Habla sobre comportamientos, no cualidades ya que puede llegar a creérselas.

- Tu hermana ayuda en casa.

Comparar ¡nunca! es buena idea. Lo único que puede generar es animadversión por la persona con la que comparas pero no estimula el cambio de conducta.

- Eso es lo que tienes que hacer.

Valora sus esfuerzos por pequeños que sean. Refuerza cada paso que da y hazle saber lo que sientes al respecto. Si querías que recogiera los juguetes, mejor di, me siento muy feliz porque lo has recogido todo estupendamente. Eres genial. No es "lo que tenía que hacer". Está aprendiendo.

- Te vas a caer.

Anima a explorar el entorno de forma autónoma. Esto no quiere decir que dejes que corra peligros, tú ahí, pero sólo para ayudar en el caso de que algo ocurra, no para guiar. Una criatura miedosa no puede desarrollar una autoestima equilibrada.

¿Qué te gusta oír a ti?

Habla como te gusta que te hablen, no tiene más misterio. Exprésale gratitud, amor, confianza, respeto, cariño de forma genuina y diaria. En su cerebro se formará la idea que es un ser humano válido y que siempre estarás ahí, pase lo que pase.



¿19 días y 500 noches?


¿Cuánto dura el desamor?

19 días y 500 noches que decía el poeta que hace canciones... y es así... más o menos... entre 6 meses y 2 años dependiendo de la persona, la sociedad, el tipo de relación y la ruptura en sí, entre otras variables.

Una ruptura es, a nivel cerebral, como dejar las drogas. El amor, sobre todo en fase de enamoramiento, te pega un subidón de dopamina. La dopamina es el neurotransmisor que actúa en el llamado centro de recompensa, es decir, el que provoca bienestar y sentimiento de plenitud. La cocaína, por ejemplo, actúa bloqueando la recaptación de dopamina lo que hace que haya más y, por lo tanto, el cerebro se siente "mejor". Todo el mundo entiende que el síndrome de abstinencia de la cocaína se produce cuando se deja de suministrar la droga, ¿no? No hay coca, no hay dopamina por lo tanto el cerebro se estresa. Pues con el amor igual. Así que no hay que tomarse a la ligera una ruptura, porque, además del estrés biológico puro y duro, tenemos que atender también a todos los aspectos personales y sociales que el desamor provoca.

¿Qué puedo hacer yo?

A ver... pasarlo lo vas a tener que pasar y duele un montón. Pero, peeeeeero, podemos poner algo de nuestra parte para que pase lo antes posible o que al menos, seas mejor cuando todo acabe. El tiempo por sí mismo no cura, cura lo que hagamos en ese tiempo (y sí, parece una frase de Mr. Wonderful, pero es verdad)

1.- Haz reposo. No se te ocurre salir corriendo el día que te rompes una pierna, ¿a que no? Pues el amor igual. A veces parar es una oportunidad para pensar dónde queremos ir.

2.- Acepta. Sé que es más fácil decirlo que hacerlo, pero cuanto antes seas consciente de la realidad de tu nueva situación, antes podrás "curarte". Instalarte en la fantasía de una segunda oportunidad palia el dolor presente pero alarga el proceso.

3.- Rompe el contacto. Al menos al principio y siempre en la medida de tus posibilidades (es más difícil cuando se tiene descendencia o bienes en común). También en redes sociales. Pero no vale dejar de seguir y luego cotillear todo desde otra cuenta... Sé fuerte e intenta no mirar sus actualizaciones.

Habla de lo que te está pasando pero que no se convierta en monotema.
Es negativo para ti (y para quien te rodea)

4.- Haz una lista de las cosas malas. Es muy común pensar y requetepensar en las cosas que te hacían feliz, pero eso no hace más que "alimentar" la conexión. Es el momento de sincerarte y escribir todo aquello que no te gustaba y, por lo tanto, de las posibilidades que ahora se abren. Por ejemplo, si la otra persona odiaba viajar, piensa que ahora tendrás más oportunidades de hacerlo. También más tiempo.

5.- Ensobérbiate. Vale. Esta palabra es inventada pero no encontraba ninguna que expresase la idea: la soberbia, tan denostada en nuestro imaginario judeo-cristiano es una buena aliada en estos casos. No permitirte llamar, ni escribir, ni quedarte en casa otra noche...Volver a sentir que tienes el control, en definitiva...

6.- Haz cosas nuevas. La novedad provee a nuestro cerebro de ciertas dosis de dopamina. Visita un lugar desconocido, sal con esas compañeras a las que siempre habías puesto excusas, apúntate a teatro... Lo que te guste, lo que te apetezca.

7.- Reestructura tus creencias. Al dolor emocional se une, en estos casos, el dolor social. Es decir, cuando alguien deja las drogas la sociedad lo ve como positivo, en cambio, una ruptura amorosa conlleva una mochila de ideas que no son del todo útiles. En esta sociedad la soltería es casi un estigma que considera a la persona "no válida". Reestructura esta creencia. La soltería es una opción y no condiciona el hecho de ser o no feliz. Por culpa de esta creencia en muchas ocasiones nos vemos envueltas en relaciones sin amor o buscando desesperadamente otra, cuando la anterior falla. Eres quien eres independientemente de tu pareja. Grábalo a fuego.

El desamor es un proceso complicado por el que la mayoría pasamos o pasaremos en algún momento de la vida. Es una mierda, pero como todo, tienes la libertad de elegir cómo tomártelo: si prefieres ser una víctima o salir más fuerte para construir mejores relaciones en el futuro (si es el caso).

Si estás en ese momento, lo siento. Paciencia y fuerza. El dolor terminará por pasar.
Te lo aseguro.



El éxito no normativo


En unos días tengo una reunión con mis antiguas compañeras de clase. Me hace mucha ilusión pero todo el mundo sabe cómo son estas cosas: que si te has casado, que si cuánto ganas, que si tienes hijxs. Tu vida  valorada en indicadores cuantificables para dilucidar quién tiene más éxito. Quién ha fracasado. Quién es mejor. Es absurdo compararse, lo sé. Una tontería que te preocupe lo que la gente piense de ti. Pero soy humana, y me ha generado cierta ansiedad porque en mi caso, atendiendo a los hechos que compartes entre cervezas, mi vida puede parecer una mierda.
Esto me ha hecho plantearme que aún estando en uno de los mejores momentos vitales que recuerdo, normativamente hablando, soy un fracaso, pero ¿por qué? Y sobre todo: ¿qué hago para dejar de sentirme así?

OWLTURD (traducido)

Tanto tienes tanto vales

No es dinero en sí, al menos ya no tanto como lo era en generaciones anteriores, pero el éxito sí que sigue relacionado con lo que tengas... Un trabajo apasionante, viajes a lugares exóticos, una pareja encantadora, una casa en propiedad... Cada cual ya dependiendo de su propio ideal. Al final, no hay éxito si éste no puede palparse. Puedes ser brutalmente feliz viviendo con tu abuela y tu perro, trabajando en lo que te salga para ganar un dinerillo y yendo a pasear al monte que es lo que te llena, que la sociedad va a considerarte un fracaso.
Si es tu caso, y te tienes que enfrentar las próximas fiestas a un sinfín de cenas familiares, de vecinas  
que preguntan qué los hijos pa' cuando o a la mesa de lxs solterxs en la boda de tu prima a lo mejor te sirven estas ideas:

- Siéntete orgullosa de tu estilo de vida. Haz una lista de todo lo que te gusta de la vida que llevas. Siente orgullo de todo lo que has conseguido. Sé consciente de qué es lo que importa para ti.

- No des demasiadas explicaciones. La gente a veces se pone muy pesada. No intentes justificar tus elecciones. Hay una técnica de comunicación asertiva que a mí me parece muy eficaz: el banco de niebla. El banco de niebla o claudicación simulada consiste en dar la razón a nuestro interlocutor pero manteniendo nuestro posicionamiento.
Ejemplo:

        Tu tía: - ¿Por qué no te presentas a las oposiciones? Tu prima ahora tiene un trabajo fijo y está muy contenta.

        Tú: - Sí, hablé con ella el otro día y la noté muy feliz, pero a mí de momento me gusta lo que hago.

        Tu tía: - Ya, pero no tienes mucha seguridad laboral.

        Tú: - Es verdad pero ahora estoy muy a gusto así.

Y así hasta que se canse. Lo importante es mantener tu discurso para no terminar atacando a la otra persona o entrando en una discusión.

- Tómatelo con humor, exagera y llévalo a lo absurdo. El humor es una herramienta poderosísima. Si te echan en cara que cómo sigues soltera con la edad que tienes diles que es que eres inaguantable o que estás esperando que Justin Bieber deje las drogas... lo que sea para que no vuelvan a preguntar.

- Alégrate por las otras personas. Comparte la alegría por el éxito ajeno. Compararte, sentir envidia, es la muestra más evidente que algo no funciona bien en tu propia vida.

- Intenta disfrutar. No te centres en las personas que te restan energía. Habla con el compañero que te parezca más interesante, siéntate al lado de tu abuelo, aléjate de tu tío el pesado...  Enfócate en aquello que tenga valor. También es tu fiesta.

Sé que es fácil decirlo y difícil hacerlo, pero repite conmigo:
No tienes nada que demostrar a nadie.
Yo me estoy convenciendo.

Ya os contaré qué tal.

Barça- Villanovense


Jugador del Villanovense flipando en el Camp Nou
El Villanovense es un modesto equipo de fútbol extremeño de 2ªB que se clasificó en 2015 para la Copa del Rey. En el sorteo le tocó como contrincante el Barça. Ellos locos de contentos: sería su oportunidad de jugar contra sus ídolos... ¡y de pisar el Camp Nou! Yo, más por extremeña que por forofa, y como amante de historias de davides contra goliats, seguí muy de cerca el asunto. Había mucho que ganar y poco perder. Todo era ilusión y expectativas. Y la sensación de haber ganado ya de alguna manera.
En el Barcelona, en cambio, se vivía la situación inversa. Evidentemente el Villanovense no era rival para él por lo que con toda seguridad ganarían. Pero, me preguntaba, ¿y si perdían?

Mucho que perder, poco que ganar

Seguro que en alguna ocasión te han hecho una analítica de sangre. Por norma general, esos resultados son satisfactorios y te vas a tu casa como has venido. En cambio, cuando no lo son, las emociones negativas se disparan. ¿Por qué no somos capaces de alegrarnos con la misma intensidad cuando nos pasan cosas buenas? Probablemente porque , al darlas por hechas, no las tenemos ubicadas en el polo de "acontecimientos positivos" sino en el de neutros. Estar bien de salud, tener techo y comida, que nuestra familia está viva... son consideradas por nuestro cerebro como neutras (cuando, evidentemente, no lo son) por lo que nos cuesta más trabajo sentir una intensidad emocional paralela a la que sentiríamos si no lo tuviésemos.
Teóricamente tendríamos que sentir la misma intensidad emocional ante la salud que en la enfermedad, pero cognitivamente la colocamos en una zona neutra del espectro por lo que estar saludable no nos da ni frío ni calor.

Es decir, imaginad que pierde el Barça contra el Villanovense: los comentarios serían muy negativos, se buscarían culpables, se querrían depurar responsabilidades... La derrota sería un fracaso mayúsculo. La victoria, en cambio, fue un mero trámite y no produjo ni siquiera satisfacción. 

Hay personas que tras haber superado un cáncer (o cualquier otra tragedia) dicen que es lo mejor que les podía haber pasado. La gente se echa las manos a la cabeza y piensan que es positivismo ingenuo. Yo, además de respetar qué hace feliz a cada cual de cada cual, pienso que probablemente al tener un cáncer todo aquello que consideraba "neutro" ahora lo ha colocado en el punto más positivo del continuo: lo que daba por seguro dejó de serlo y su intensidad emocional positiva es congruente con todo lo bueno que siempre tuvo y ahora valora. 

Estoy escribiendo sobre esto porque me ha costado mucho tiempo entenderlo. Yo misma me he cachondeado de los Mr Wonderful y he ironizado sobre eso de alegrarse por las pequeñas cosas... pero, en algún momento me di cuenta que no podía esperar a los grandes acontecimientos para ser feliz, básicamente porque en una vida normal (como es el caso) ocurre en contadas ocasiones.
Iba de Barça por la vida amargándome por no haber ganado la Champion y en realidad soy un Villanovense, y oye, a mucha honra.



Adicción al drama: ¿Por qué yo no tengo una relación "normal"?


Quién no conoce a (o ha sido de)  esa persona  que siempre termina por engancharse al mismo tipo de relaciones donde el tormento, las idas y venidas, la infidelidad, se convierten en la tónica de su vida amorosa. Y tú, paciente, recoges pedazos y  aguantas una y otra vez, sabiendo, que al final, volverá.

El amor romántico: la idealización

  "El buen amor vive en estado de necesidad" 
                                                                                                                                           Platón

El problema empieza con la idea de amor romántico:
Esa fuerza que te eleva, que te empuja y que te llena, que te arrastra y que te acerca a Dios... que canta Alejandro Sanz... Porque el amor, más allá de la poesía, es una emoción poderosa que actúa a varios niveles cerebrales provocándonos un desequilibrio homeostático, esto es, una avalancha anormal de neurotransmisores. Por eso sentimos euforia, dejamos de dormir y/o comer, distorsionamos la realidad, asumimos riesgos... de alguna forma, nuestro cerebro deja de "funcionar correctamente". 

El cuerpo, sabio, siempre tiende a normalizar los parámetros, básicamente porque sería imposible mantener dichos niveles durante un prolongado espacio de tiempo, así, ese sentimiento inicial termina por diluirse.

Si tu concepto del amor, el cual se ha creado a base de literatura y cine, está distorsionado, considerarás que la intensidad emocional debe ser siempre la misma. ¿Cómo se consigue ésto? A través del drama, es decir, estando con personas "intermitentes" que a veces te dan y otras no, de esta forma los picos de neurotransmisores caen cuando no estás recibiendo para subir de forma vertiginosa cuando sí.

Para que nos entendamos: Si te regalan una rosa todos los días, la rosa deja de tener emoción. Puedes agradecerla a nivel cognitivo, pero no te estimula emocionalmente. Si la rosa te la regalan en momentos inesperados, a veces un ramo de 25, meses enteros sin rosa, otro día por la noche y nunca en tu cumpleaños, la rosa tiene mayor significado, consigue emocionarte, y esperar, con ansiedad, la próxima. 
Porque el ser humano es así, un poco gilipollas.

Sistema de recompensa cerebral

El sistema de recompensa cerebral es una pequeña área perteneciente al llamado "cerebro reptiliano" porque fue de las primeras que desarrollamos los seres humanos. Este sistema controla la motivación, el miedo o el placer, y está debajo de las estructuras de razonamiento. Cuando recibimos una recompensa, ya sea en modo de comida, sexo, aprendizaje, cocaína o amor, esta estructura libera dopamina que distribuye por todo el cerebro, y por lo tanto, sentimos satisfacción. Al ser una sensación tan placentera, el ser humano busca, desesperadamente, repetirla, de ahí las adicciones tradicionales. 

No es sano jugar con nuestras emociones como si fuesen una montaña rusa

El amor romántico mal gestionado puede llegar a considerarse una adicción ya que pretende la repetición del subidón que tanto bienestar provoca. Como ya hemos dicho, y debido a que el cuerpo tiende a la homeostasis, la tolerancia es cada vez mayor, por lo que o bien, necesitamos sensaciones más fuertes, o periodos de abstinencia para que provoque lo mismo.
Esto se traduce en comportamientos tóxicos en busca del drama, para volver a recibir la recompensa.

Autoconocimiento


El autoconocimiento es un proceso introspectivo que nos permite ahondar en quién, qué o cómo somos. 






Si te conoces sabes cuales son tus deseos, carácter, anhelos, metas vitales, emociones... que a última instancia son el impulso que te mueven para que actúes como actúas.
 Si te conoces sabes qué te gusta o disgusta y eres capaz de encontrar el punto exacto en el que se dispara una emoción, estableces el vínculo entre tus sentimientos y lo que piensas, haces o dices.
 Si te conoces puedes gestionar esa emoción y llevarla hacia donde quieres, hacia el sitio más idóneo para conseguir tus metas.
Si te conoces sabes reconocer el efecto que tus emociones tienen sobre tí mism@ y en cómo haces las cosas.
Si te conoces es más fácil conocer a los demás y a su vez, manejar sus emociones de una forma efectiva.
Si te conoces es más fácil que aprendas de la experiencia ya que entiendes qué puntos son los fallados.
Si te conoces puedes afrontar con confianza las opiniones de los demás y aceptarlas o desecharlas
según consideres.
Si te conoces tienes un juicio realista respecto a tus debilidades y fortalezas y a partir de ahí, cambiarlo si quieres.
Si te conoces es más fácil que te aceptes. Si te aceptas es probable que te respetes pues entiendes que haces las cosas de la mejor manera que sabes. Si te respetas te ganas a ti y eso nada ni nadie te lo puede arrebatar.

Errores comunes

- Pensar que a cierta edad ya te conoces del todo: El ser humano (¡gracias a las diosas!) cambiamos durante todo el ciclo vital. No sólo en cuanto a objetivos o ideas, también ciertas características de personalidad. Hay quien se queda con la idea de quien es por lo que le dijeron en la escuela...

- Evitar: -¿Y si no me gusto? - se pregunta Felipe. Mirar dentro a veces duele, tanto que somos capaces de pasarnos la vida sin conocernos en absoluto, negando una parte que también somos y que si no aceptamos, sí que es inmodificable.

- Coherencia a toda costa: Tenemos un concepto equivocado sobre la coherencia en nuestro comportamiento ya que consideramos que tenemos que ser siempre como somos. Evidentemente ni todos los días eres de una manera inamovible, ni en todas las situaciones actúas igual. Entender que somos un continuo, más que un polo, es la forma más sana de comenzar a conocerse.

¿Me conozco?


Este es un ejercicio clásico de autoconocimiento en el que dando el inicio, se pretende que la persona complete la frase. Si me permites, te daría el consejo de que lo hagas en un ambiente calmado y, a poder ser, en soledad. Además, puede ser un juego divertido en el que un grupo de personas contestéis las preguntas y el resto tiene que adivinar... Por supuesto, lo que pongas en ambos casos no tiene que ser lo mismo... ¿Te atreves?



Reversible


Las decisiones que tomamos son reversibles.


A veces cuesta tomar decisiones porque creemos que ya nunca podremos echar marcha atrás y que toda la vida dependerá de lo que hagamos en ese preciso momento. Lo cierto es que, aunque si es verdad que hay decisiones que influyen más que otras, por norma general, solemos dramatizar las consecuencias. Decidir siempre da vértigo pero llega a paralizar si creemos que lo que hagamos determinará de manera permanente nuestra vida.


Decidir sin miedo


1) No hagas que lo óptimo sea contrario de lo bueno. No intentes buscar la solución óptima, perfecta, a tu problema. No existe. Intentar prever las consecuencias es una habilidad importante para no hacer las cosas sin ton ni son, pero es imposible controlar todas las variables.
Decide según tus valores personales, de buena fe, así no te arrepentirás si las cosas no salen como querías.


2) Todo en la vida es reversible. Siempre se puede volver, siempre se puede cerrar. En la treintena,
edad en la que me encuentro, parece que toda decisión que tomes será determinante. Escoger entre un trabajo u otro, por ejemplo, se convierte en un estresor brutal. Aligerar carga es indispensable... hay que ser capaz de ver la situación con perspectiva y ser consciente que volver al punto de partida no es un fracaso, es una nueva búsqueda con algo aprendido.


3) Una opción incorrecta no te hacer ser una persona fracasada. En ocasiones creemos que somos lo que hacemos. Cuánta gente es infeliz por permanecer en un lugar o en un trabajo por no ser capaz de decir que se equivocó... No acertar, que las circunstancias no sean lo que hubieses deseado, sin dejar de ser una putada, no es el fin. Aceptar que no lo quieres, entender por qué no te gusta para no repetir patrones y buscar soluciones a tu situación, no es, de modo alguno, fracasar.

Cuando escogemos un trabajo, nos mudamos de casa o empezamos una relación dejamos otras opciones en el camino. Si sale mal, nos da la sensación de que hemos perdido el tiempo, la energía, los recursos... y quizá es un poco así, pero permanecer en una situación que nos hace infelices por miedo sí que es un fracaso. 

Distorsiones cognitivas



Personalmente, haber aprendido a reconocer y reestructurar las distorsiones cognitivas ha sido clave para mi proceso de búsqueda de la felicidad. Una distorsión cognitiva es como una mala postura que nos está dañando la espalda. Sí, justo eso, un hábito aprendido del que no somos conscientes hasta que sentimos el dolor.

¿Qué es una distorsión cognitiva?


No quisiera entrar mucho en teorías, que la psicología está llena de palabrejas que terminan por confundir y alejar cosas que sentimos a diario. Sólo decir que su investigación científica está bastante asentada y que su reestructuración forma parte de los tratamientos más eficaces.

Una distorsión cognitiva es un error en el procesamiento de la realidad.


Imaginad el cerebro como una máquina en la que entran percepciones del mundo exterior (a través de los sentidos) y éstas son transformadas por nuestro sistema de creencias. Ésto es una acción que realizamos todos los seres humanos. Aunque creamos que no, todo lo que percibimos pasa por la "máquina" del razonamiento y la realidad es sólo nuestra realidad. El producto, lo que sale, afectará a nuestras emociones y nuestras conductas.  La pregunta que tenemos que hacernos es ¿está mi máquina rota? o mejor dicho ¿podría mejorar mi máquina para que mis pensamientos me fuesen más útiles?

Engrasando la máquina

Para cambiar lo que funciona mal de nuestra máquina tenemos que saber qué está mal. Esto suele ser complicado porque sólo conocemos a fondo el funcionamiento de la nuestra (es difícil comparar los procesamientos cognitivos con otras personas) y, a no ser que esté en muy mal estado, no solemos ser conscientes de sus taras. 
Peeeero sí que es posible reconocer que el producto no es de la mejor calidad, es decir, si nuestros pensamientos, emociones o conductas no nos hacen felices es que algo no está del todo bien. Porque ya sabéis, la realidad tiene muchas interpretaciones, sólo es cuestión de encontrar la más adecuada.

Pensamientos automáticos

Imaginad la siguiente situación: 

La profesora te pide que salgas a la pizarra a resolver un problema. En ese momento pasa por tu mente "no voy a ser capaz", "se van a reír de mí", "todo el mundo estará mirando" 

¿Te suena? Ocurre en muchas situaciones a lo largo del día, son lo que denominamos como pensamientos automáticos: la consecuencia directa de la forma en la que procesamos la realidad. Nuestros productos, vaya. Es difícil captarlos porque suelen ser cortos, directos y pasan por nuestra mente de forma casi imperceptible.  Estos pensamientos tienen gran fuerza y desgastan mucho emocionalmente y pueden llegar a ser muy maliciosos pudiendo acarrear consecuencias para nuestra salud mental. Son microbombardeos constantes a nuestra valía. Por eso es tan importante interceptarlos y refutarlos, para no creer lo que nos dicen. Normalmente, los pensamientos automáticos negativos tienen que ver con las distintas distorsiones cognitivas por lo que conocerlas y cambiarlas hará que disminuya su producción.

Pero esa turra, ya otro día.

La falacia del mundo justo


"Al final cada cual tiene lo que se merece"

"Algo habrá hecho"

"A las personas buenas les pasan cosas buenas"

"La vida se lo devolverá"

Alguna vez, seguro, seguro, habéis oído, incluso dicho, alguna de estas frases. La falacia del mundo justo es un sesgo cognitivo que nos hace creer que lo que le ocurre a cada cual es consecuencia de la naturaleza de sus actos y no del azar. 





Un sesgo cognitivo es la forma inconsciente y generalizada de procesar la información que tenemos las personas. Un error de cálculo, por así decirlo. Todos los seres humanos contamos con sesgos cognitivos, lo que nos lleva a entender la realidad de forma distorsionada. No lo hacemos por maldad o falta de capacidad, es una cuestión involuntaria, de la que casi ni somos conscientes.


Un sesgo cognitivo, por definición, es una manera de procesar la información que nos hace analizar la realidad de forma incorrecta. Hay muchos sesgos cognitivos. Muchísimos. Por norma general, la gente pasa por la vida sin siquiera ser conscientes de los errores de procesamiento, pero, en algunos casos, los sesgos pueden ser tan potentes que lleguen a afectar a la persona. Cómo pensamos define en gran medida qué sentimos y cómo somos.

(Si quieres saber más sobre el tema aquí la página de Wikipedia al respecto)

Falacia del mundo justo

Es lógico que tengamos esta falacia. Pensar que si hacemos las cosas de forma correcta nos pasarán cosas buenas, es la manera que hemos encontrado para disipar la ansiedad ante lo que podría ocurrirnos. Si pensamos que tener un accidente, terminar viviendo en la calle o tener una grave enfermedad depende de nuestros actos, nos da una falsa seguridad que mucha gente necesita para vivir. Esto no quiere decir que haya ciertas conductas que acerquen o alejen las posibilidades. Por ejemplo, si conduzco después de haber bebido tengo más probabilidades de tener un accidente pero no por haber atropellado a un perro en 2013 voy a tenerlo. Creer que un dios, un universo o unas leyes naturales van a impartir justicia es básicamente absurdo, aunque nos consuele. La justicia es humana. Al Universo le importas un pimiento.

Procrastinación o "yo es que no tengo fuerza de voluntad"


Mi "yo futuro" está siempre enfadada con mi "yo presente" porque le dejo todas las tareas pendientes.
Nunca encuentro el momento de hacer algo que no sea inmediatamente imprescindible, un constante no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy pero al revés.

La fuerza de voluntad

Sólo la forma que tenemos de expresarlo ya nos sugiere que nos encontramos ante un "don", algo que eres o no y, como en casi todo lo que se refiere a la psicología, no es así. Más que fuerza de voluntad a mí me gusta hablar de autocontrol que no es más que la capacidad de no ceder a los deseos que van en contra de nuestros objetivos. Para tener más autocontrol, por lo tanto, lo primero y más importante es tener claros los objetivos. Proponerse un objetivo realista, cuantificable y en un determinado tiempo es la mejor forma de hacerlo. Una vez lo tengamos formulado es cuestión de seguir unas estrategias:

- Visualízate llegando a la meta. Fantasear sobre cómo te sentirás es una forma muy potente de motivarte. Al establecer objetivos a largo plazo, las satisfacciones inmediatas pueden resultarnos tentadoras (el placer está aquí, no tienes que esperar) Por lo tanto, imaginar cómo te sentirás una vez hayas conseguido lo que te proponías puede ser una forma de encontrar placer en el presente.

- Actúa como si te estuvieran mirando. Hay actos tan nimios y poco placenteros que cuesta mucho hacerlos. Así que imagina que fueses observada todo el día por alguien que te importa. Añádeles un componente de humor. Este recurso lo uso mucho para mantener la casa limpia, que es para mí importante pero que me cuesta mucho trabajo hacer.

- Encuentra motivos. La gente que no somos muy de largo plazo necesitamos motivación inmediata. Esto es bastante difícil para cosas que per se no la tienen. Encontrar un por qué es la mejor forma de que la satisfacción que te produzca gane a la procrastinación. Por ejemplo, dona el dinero que te costaría tu paquete de tabaco o apúntate al gimnasio al que va a esa amiga que te hace reír y que nunca tienes tiempo para ver. Disfruta del proceso.

- Divide el objetivo final en pequeñas metas asumibles. Crecerá la motivación al ver que vas consiguiéndolo.

- No te excuses. El cerebro, ese aliado un poco tonto que tenemos, no quiere sentir estrés. Ante la idea de comenzar una tarea, los niveles suben, por lo que el cerebro tiende a buscar "razones" para no hacerla y por lo tanto rebajar la ansiedad. Es un poco complicado sin tener el entrenamiento adecuado pero saber distinguir excusas reales de las que nos ponemos para no hacer algo es la mejor forma de no dejarte engañar y poder centrarte en la tarea.

- El momento perfecto no existe. No esperes que todos los astros se alineen para comenzar, nunca vas a encontrar el momento idóneo para dejar de fumar, adelgazar, estudiar oposiciones. Usa tu impulsividad para empezar hoy.

Tener más autocontrol es un entrenamiento que, como un músculo, podemos ir desarrollando, y, que cuanto más usemos, más mejoraremos. ¡No lo dejes para mañana!


No quiero a mi madre



El amor materno-filial es prácticamente lo único que se da en absolutamente todas las culturas.
Es lógico. Proteger, alimentar y generar confianza en la prole ha sido básico para la evolución humana. Pero la idealización de ese amor que consideramos natural, casi inherente a nuestra condición,  tiene terribles consecuencias para las personas que no son amadas por sus madres. Sí. Hay madres maltratadoras, abusivas, envidiosas, manipuladoras... Aunque suene terrible, hay madres que no quieren a sus criaturas, entonces, ¿hay que querer siempre a una madre?

No quiero a mi madre

No querer a tu madre se ve como algo terrible, casi deshumanizado, y no sólo por el resto de la gente, también lo percibe así la persona que lo sufre. Y digo sufre porque, normalmente, para llegar al punto en el que se acepta, se ha tenido que pasar por etapas de mucho dolor preguntándose por qué. Pueden existir muchas razones, lo importante es entender que a una madre no hay que quererla porque sí, al igual que con el resto de relaciones que construimos a lo largo de nuestra vida, hay que querer a quien te quiera bien y alejarse, en la medida de lo posible, de quien no lo haga.

Esto es imposible entenderlo para una persona que ha tenido una madre presente, si es tu caso, enhorabuena, y si no lo es, es el momento de dejar de sentirse culpable y seguir intentando encontrar la aceptación de alguien que jamás va a proporcionártela.

Los primeros pasos

Imagino que si has llegado hasta aquí es porque te reconoces en todo lo anterior. En primer lugar decirte que no hay fórmulas mágicas para llenar ese vacío, ésto sólo son algunos cambios que pueden hacer sentirte mejor.

  • No eres un bicho raro. Al ser un tema del que pocas hablan, parece que sólo te ocurre a ti. Te sorprendería saber la cantidad de personas que están en tu situación. No eres rara o mala o inadecuada. No es tu culpa, sólo eras una niña.
  • No intentes que cambie de opinión. Expresar tu malestar es lícito, faltaría más, pero no esperes que te dé la razón. Una madre en raras ocasiones va a admitir que no ha sido lo mejor que podía ser, quizá, porque así sea, aunque no haya sido útil. Intentar que admita los errores puede ser fuente de frustración continua.
  • Perdona. Pero no por ella, sino por ti. Intenta empatizar con su situación en el pasado, comprender qué pudo ocasionar esos comportamientos. Perdonar no implica que tengas que incluirla en tu vida o que tengas que quererla, tiene que ver con estar en paz contigo misma.
  • Construye a través de otros ejemplos. Es tan complicado no ser como nos han enseñado... Para llegar a este punto hay que hacer un gran esfuerzo, fíjate en quien te rodea, las relaciones que te gustaría tener, la forma en la que se tratan y aprende cómo lo hacen. Construye relaciones sanas, nuevas, siendo consciente de los patrones que no quieres repetir.

    Construye las relaciones que quieres tener
     de forma consciente, intentando no repetir patrones.
  • Aléjate. Llegado el caso, aléjate. Hay quien puede tomar distancia psicológica de las situaciones no dejando que le afecten, aprendiendo a manejar los reproches o los chantajes emocionales. Esto es ideal sobre todo si las circunstancias no te permiten un alejamiento físico. En cambio, si peligra tu salud mental, si decides que has llegado hasta aquí, pon tierra de por medio. Tienes derecho a ser feliz siendo tú. Aunque nunca te lo hayan dicho.

Hiperempatía y felicidad


La hiperempatía, a bote pronto, puede parecer algo bueno, casi un superpoder: si la empatía es un rasgo deseable, serlo a tope tiene que ser mejor ¿no? Pues no. Como muchas cosas en la vida, lo mejor es estar en el punto medio.

¿Qué es la hiperempatía?

Si existe la falta absoluta de empatía, como en el caso de la psicopatía, el espectro tendrá que tener el otro extremo, el exceso. Es cierto que sólo últimamente ha sido investigada, ya que no se consideraba un trastorno como tal, pero el caso de una paciente que tras ser  operada para paliar los ataques epilépticos que sufría, experimentó "una nueva excitación emocional espectacular" volvieron los focos de la comunidad científica ante una realidad: se convirtió en hiperempática.
Los médicos que la operaron quedaron fascinados ya que, aún sin saber muy bien cómo, habían descubierto que la empatía tenía un lugar en el cerebro. 
¿Fue esta paciente más feliz?
En realidad no. Y es que decía sentir las emociones de su alrededor (incluso aunque fuesen personajes televisivos o literarios) hasta el punto de encontrarse mal físicamente.  Era capaz de percibir la mínima variación en los estados emocionales del resto, porque eso es la hiperempatía:
una forma de empatía extrema, en la que no distingues tus propias emociones de las ajenas, con lo que relegas tus necesidades para atender al mundo. El desgaste es tremendo ya que percibes cualquier pequeña emoción, sientes que nadie te comprende, tienes altas expectativas hacia la gente, sobreproteges... No has sido capaz de crear una frontera entre tú y el mundo, por lo que es muy fácil dañarte una y otra vez.

Hiperempatía y felicidad

No sé si he sido capaz de expresar hasta qué punto puede ser limitante este trastorno. Imagino que en el caso de que lo sufras sabrás el malestar que genera, incluso el malestar que causa en las personas que te rodean. Siempre se pueden aprender estrategias para, sin dejar de ser lo que eres, manejarlo con más utilidad. 

  1. Compréndelo. Lee sobre el tema, ve documentales, acude a una especialista... Entender lo que nos pasa siempre ayuda a gestionarlo. 
  2. Acéptalo y comprométete. Soy así, me gusta ser así, pero no puedo dejar que lo que ocurre a mi alrededor me amargue la existencia. Comprométete a aprender a reconocer qué es tuyo y qué es del resto. Y ten en cuenta una cosa: aunque queramos ayudar a toda costa, muchas veces somos menos eficaces si nos implicamos demasiado.
  3. Primero tú. Imagina que alguien te pide un millón de euros. Tu madre. O tu mejor amiga. Es para algo muy importante, te dicen. Casi vital. Por favor. Imagina que se pone muy pesada, que te lo exige... Pero no puedes, ¿verdad? Por mucho que quieras, que desearas con todas tus fuerzas darle el dinero, es imposible, no lo tienes. ¿Por qué con nuestro tiempo, o con nuestra salud psicológica, no actuamos del mismo modo? Una persona que se cuida, que se considera y que es feliz siempre puede ser de más ayuda.
  4. Focalízate en las emociones positivas. Si algo tiene de bueno esta característica de la personalidad, es la capacidad de sentirlo mucho todo. Siente entonces las cosas buenas. Gente buena haciendo cosas buenas hay un montón. Empápate de ellas.
  5. Descansa. Aléjate de forma periódica del resto de la humanidad. No sólo en sentido físico, también virtual. Es absolutamente necesario para recargar pilas.
  6. Exprésate. Sé un canal, no una vasija de emociones. Pinta, canta, escribe, baila... Lo que se te ocurra con tal de que salgan de ti. 

El Secreto (o el Efecto Pigmalión)


El experimento

Un instituto de EEUU propone a su alumnado (más de 300) una prueba de inteligencia al comenzar el curso. Las puntuaciones  obtenidas corresponden a los niveles normalizados (nadie destaca demasiado) pero desde dirección se escoge al azar a un grupo al que se le realiza una informe falso sobre su supuesta alta capacidad. Este informe falso es entregado al profesorado.
Al finalizar el curso, se realiza otro test estandarizado de inteligencia a todo el instituto. Es precisamente el grupo sobre el que se realizó el informe falso el que obtiene las mejores puntuaciones, muy por encima del resto, pero, ¿por qué?

El Efecto Pigmalión

Si una situación es definida como real, 
esa situación tiene efectos reales.
Robert Merton

El profesorado que recibió el informe falseado trató inconscientemente de forma distinta a ese grupo. Al pensar que tenían altas capacidades, achacaban los fallos a la metodología, les animaban más, las actitudes eran más cordiales y un largo etcétera. Al final, esas mejoras conductuales influyeron en el alumnado hasta el punto de generarse una profecía autocumplida: me tratan como si fuera inteligente, creo que soy inteligente, me comporto de manera inteligente.
Efecto Pigmalión 
Este efecto tiene grandes repercusiones educativas, sociales, laborales y personales ampliamente estudiadas. En la infancia (sobre todo pero nos sigue afectando durante toda la vida) la forma que tiene nuestro alrededor para comunicarse contigo, qué te dicen y qué te demuestran que piensan sobre ti, afectará positiva o negativamente a la autoimagen que crearás. Haz que tu criatura sienta que es feliz, y será feliz. Y también lo contrario.

¿El Secreto?

El best-seller El Secreto no es más que un libro de profecía autocumplida inteligentemente adornada.
A grandes rasgos consiste en pedir al Universo algo que deseas. Según El Secreto, el Universo conspirará para que lo consigas, pero en realidad no eres más que tú generando inconscientemente conductas que te acercan al objetivo y focalizando la atención en lo que vas consiguiendo, de manera que se van potenciando la realización de conductas útiles. Así dicho, es más rollo, claro. De ahí que triunfase el libro.
La profecía autocumplida, el Efecto Pigmalión, no se debe a la magia, ni a Dios, ni al Universo... es un intrincado proceso no-consciente basado en creencias y cómo éstas pueden cambiar la realidad. 
Si quieres algo, más que desearlo, creételo, seguro que así lo consigues.

Ser feliz en la infancia

-¿Qué quieres que sea de mayor?
- Feliz


Toda persona desea que sus criaturas sean felices. Hay otras características deseables, como la bondad, el éxito o la salud, pero en todas y cada una de las listas en distintos puntos del planeta se repite una: la felicidad.
No hay una receta mágica (ojalá) pero hay que entender que el ser humano aprende más de lo que ve, de lo que siente que de lo que le dicen, así pues, si queréis que tengan una infancia feliz,
 ¡trabajad por ser felices!
Es lo mejor que podemos regalarles...



Ser asertiva para ser más feliz

  
  El primer paso en el entrenamiento de técnicas asertivas es identificar los tres estilos básicos posibles en toda conducta interpersonal:


1. Estilo agresivo. Son ejemplos típicos de este tipo de conducta la pelea, la acusación y la amenaza, y en general todas aquellas actitudes que signifiquen agredir a los demás sin tener para nada en cuenta sus sentimientos. La ventaja de esta clase de conducta es que la gente no pisa a la persona agresiva, la desventaja es que no quieren tenerla cerca.

2. Estilo pasivo. Se dice que una persona tiene una conducta pasiva cuando permite que los demás la pisen, cuando no defiende sus intereses y cuando hace todo lo que le dicen sin importar lo que piense o sienta al respecto. La ventaja de ser una persona pasiva es que raramente se recibe un rechazo directo por parte de los demás; la desventaja es que los demás se aprovechan de uno y se acaba por acumular una pesada carga de resentimiento y de irritación.

3. Estilo asertivo. Una persona tiene una conducta asertiva cuando defiende sus propios intereses, expresa sus opiniones libremente y no permite que los demás se aprovechen de ella. Al mismo tiempo, es considerada con la forma de pensar y de sentir de los demás.
    La ventaja de ser asertivo es que puede obtenerse lo que se desea sin ocasionar trastornos a los demás. Siendo asertivo se puede actuar a favor de los propios intereses sin sentirse culpable o equivocada por ello; igualmente dejan de ser necesarios la docilidad extrema, el ataque verbal o el reproche, y estas formas de actuación pasan a verse como lo que son, formas inadecuadas de actuación que crean dolor y estrés.

    Antes de empezar a desarrollar una conducta asertiva hay que tener bien claro el hecho de que tanto el estilo de conducta agresivo como el pasivo, generalmente no sirven para lograr lo que se desea.