La meritocracia es uno de los peores cuentos que nos contaron, sobre todo porque no nos dijeron que era mentira.
El otro día hablaba con una chica de familia bien. Me contaba la historia de cómo se había enriquecido su abuelo. - Ha sido un trabajador nato- me dijo. - Trabajó muchísimo para conseguir lo que tuvo. Lo merecía.-
Yo, sin dudar ni un momento de la realidad de sus palabras y de lo lícito de la fortuna de su abuelo, pensé en el mío: minero, ganadero, agricultor, albañil. Todo. A la vez. Salía de la mina y se iba al campo a según lo que tocara, segar, plantar, recoger aceitunas. Tenía que llevar a las ovejas a 2 kilómetros a que bebieran agua. Cargado, volvía a casa (en burra) y hacía los trabajillos que le iban saliendo. No había sábados, ni domingos, ni vacaciones.
Mi abuelo no es rico, casi ni clase media. ¿Acaso, y si sólo atendiéramos a las horas trabajadas, no lo merecería?
No lo vas a conseguir todo en la vida
Nos engañan con la falsa ilusión de que el trabajo, el estudio, el esfuerzo, tendrán su recompensa,
pero no es del todo verdad. Que se lo digan a personas que llevan opositando años, o a deportistas que entrenan hasta el límite. A veces, pierdes. O no ganas, como prefieras decirlo. El problema ante el que nos encontramos es que llegamos a creer que no ha sido suficiente, que podíamos haber hecho más. Siempre más. No contamos con los factores externos, factores que no podemos controlar y que influyen muchísimo en los resultados.
Con esto no quiero decir que pa' qué esforzarse si total... Para nada. Hay que esforzarse y trabajar en lo que deseas conseguir. Sólo digo que nadie nos enseña lo que pasa cuando perdemos, cuando no llegamos, cuando no lo conseguimos. Y lo que ocurre es que al haber interiorizado que todo depende de mí, nos culpabilizamos, nos castigamos y nuestra autoestima disminuye. Al existir la creencia general que si quieres, puedes, las personas que no alcanzamos el éxito normativo sentimos ya no sólo la frustración, también una opinión distorsionada de lo que somos o lo que hacemos. Falta de valía en general.
Habría que enseñar a perder en las escuelas. Habría que decir que a veces, hagas lo que hagas, no vas a conseguirlo. Y da igual lo que te esfuerces. Sólo que a veces, la vida, no está de nuestra parte.
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