Yo tengo un sobrino y una sobrina de 4 años.
Mi sobrino es un FLIPADO de los camiones de la basura (sí, habéis leído bien): los construye, tiene una colección y va persiguiendo a los reales por las calles. Es su juego favorito. El otro día le insistía a mi sobrina para que jugara con él a los basureros. Ella, que alguna vez que otra jugó, ese día no estaba muy perrunillera, así que sacó unos lápices y se puso a pintar.
Mi sobrino llegó desolado a su madre, llorando:
- No quiere jugar conmigo. Es mala.
- No es mala, cariño- intentaba explicarle su madre- es que a ella ese juego le aburre.
No se conformó. Él, en ese momento, pensaba y sentía que ella era mala.
Ésto, que puede parecer una rabieta entre criaturas, ¿no es un poco lo que seguimos haciendo en nuestra vida adulta? A veces, describimos como maldad lo que únicamente es discrepancia entre valores...
Si no te comportas como espero, eres mala persona.
Pensar que la gente que nos rodea es mala, que en nuestro trabajo todo el mundo es malo, ya no es que sea altamente improbable (a no ser que trabajes en una fábrica de torturar monetes), es que es personalmente perjudicial. Evidentemente no seré yo, en pijama todavía, la que diga lo que es la maldad, pero socialmente consideramos a alguien mala persona si actúa de forma alejada a unos principios éticos que además generan sufrimiento a otrxs.
Tenemos que tener en cuenta, entonces, dos factores: intencionalidad de quien actúa e interpretación de quien recibe.
Intencionalidad: Conocer las verdaderas intenciones de alguien es básicamente imposible. Por norma general, yo aconsejo preguntar. Dar por hecho que alguien actúa con el único propósito de hacerte daño es casi siempre un error. Sobre todo porque quitando a algún psicópata que otro, la gente no se levanta pensando en cómo poder joderte. Creo que hay una frase que resume lo que quiero decir y es el principio de Hanlon:
Nunca atribuyas a la maldad lo que pueda ser explicado por simple estupidez.
Interpretación: Si bien, con la intención sólo tenemos la capacidad de elegir pensar que el mundo no actúa para joderte a ti de forma personal, con la interpretación el trabajo que podemos hacer es más amplio. Tener una buena autoestima, por ejemplo, evita que las acciones nos dañen. Personalizar, estar pendiente de los detalles, rumiar los comportamientos ajenos... son distorsiones cognitivas que provocan que hagamos una lectura errónea de la realidad. Aprender a contextualizar, ver el comportamiento en su conjunto, saber que no eres el centro del mundo, no adivinar los pensamientos ajenos... es un buen paso para interpretar los comportamientos de forma más ajustada.
Nuestro sistema de valores no tiene por qué encajar en todo con quien tengo al lado, pero eso no significa que sea mala persona, sólo que no tenéis cosas en común. A lo mejor no ha ido a tu cumpleaños porque no es algo importante en su vida, porque no los celebra o porque le dolía la cabeza, por mucho que tú fueses al suyo haciendo un gran esfuerzo. Con ésto no quiero decir que haya que excusar cualquier cosa, sino te gusta alguien, aléjate, pero no te encasquilles en la mala suerte que tienes porque siempre te encuentras con mala gente, porque probablemente no sea verdad.
Todo el mundo es malo para alguien, pero nadie para sí mismx.
Quizá, donde deberíamos poner atención son en nuestros propios comportamientos y de qué manera puedes evitar dañar a alguien (si es lo que quieres). Es relativamente fácil mirar al resto y ver maldad, pero observarse una y decir, aquí fui una hija de puta, qué puedo hacer para no volver a serlo...
he ahí el quid de la cuestión.
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