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Adicción al drama: ¿Por qué yo no tengo una relación "normal"?


Quién no conoce a (o ha sido de)  esa persona  que siempre termina por engancharse al mismo tipo de relaciones donde el tormento, las idas y venidas, la infidelidad, se convierten en la tónica de su vida amorosa. Y tú, paciente, recoges pedazos y  aguantas una y otra vez, sabiendo, que al final, volverá.

El amor romántico: la idealización

  "El buen amor vive en estado de necesidad" 
                                                                                                                                           Platón

El problema empieza con la idea de amor romántico:
Esa fuerza que te eleva, que te empuja y que te llena, que te arrastra y que te acerca a Dios... que canta Alejandro Sanz... Porque el amor, más allá de la poesía, es una emoción poderosa que actúa a varios niveles cerebrales provocándonos un desequilibrio homeostático, esto es, una avalancha anormal de neurotransmisores. Por eso sentimos euforia, dejamos de dormir y/o comer, distorsionamos la realidad, asumimos riesgos... de alguna forma, nuestro cerebro deja de "funcionar correctamente". 

El cuerpo, sabio, siempre tiende a normalizar los parámetros, básicamente porque sería imposible mantener dichos niveles durante un prolongado espacio de tiempo, así, ese sentimiento inicial termina por diluirse.

Si tu concepto del amor, el cual se ha creado a base de literatura y cine, está distorsionado, considerarás que la intensidad emocional debe ser siempre la misma. ¿Cómo se consigue ésto? A través del drama, es decir, estando con personas "intermitentes" que a veces te dan y otras no, de esta forma los picos de neurotransmisores caen cuando no estás recibiendo para subir de forma vertiginosa cuando sí.

Para que nos entendamos: Si te regalan una rosa todos los días, la rosa deja de tener emoción. Puedes agradecerla a nivel cognitivo, pero no te estimula emocionalmente. Si la rosa te la regalan en momentos inesperados, a veces un ramo de 25, meses enteros sin rosa, otro día por la noche y nunca en tu cumpleaños, la rosa tiene mayor significado, consigue emocionarte, y esperar, con ansiedad, la próxima. 
Porque el ser humano es así, un poco gilipollas.

Sistema de recompensa cerebral

El sistema de recompensa cerebral es una pequeña área perteneciente al llamado "cerebro reptiliano" porque fue de las primeras que desarrollamos los seres humanos. Este sistema controla la motivación, el miedo o el placer, y está debajo de las estructuras de razonamiento. Cuando recibimos una recompensa, ya sea en modo de comida, sexo, aprendizaje, cocaína o amor, esta estructura libera dopamina que distribuye por todo el cerebro, y por lo tanto, sentimos satisfacción. Al ser una sensación tan placentera, el ser humano busca, desesperadamente, repetirla, de ahí las adicciones tradicionales. 

No es sano jugar con nuestras emociones como si fuesen una montaña rusa

El amor romántico mal gestionado puede llegar a considerarse una adicción ya que pretende la repetición del subidón que tanto bienestar provoca. Como ya hemos dicho, y debido a que el cuerpo tiende a la homeostasis, la tolerancia es cada vez mayor, por lo que o bien, necesitamos sensaciones más fuertes, o periodos de abstinencia para que provoque lo mismo.
Esto se traduce en comportamientos tóxicos en busca del drama, para volver a recibir la recompensa.

Reversible


Las decisiones que tomamos son reversibles.


A veces cuesta tomar decisiones porque creemos que ya nunca podremos echar marcha atrás y que toda la vida dependerá de lo que hagamos en ese preciso momento. Lo cierto es que, aunque si es verdad que hay decisiones que influyen más que otras, por norma general, solemos dramatizar las consecuencias. Decidir siempre da vértigo pero llega a paralizar si creemos que lo que hagamos determinará de manera permanente nuestra vida.


Decidir sin miedo


1) No hagas que lo óptimo sea contrario de lo bueno. No intentes buscar la solución óptima, perfecta, a tu problema. No existe. Intentar prever las consecuencias es una habilidad importante para no hacer las cosas sin ton ni son, pero es imposible controlar todas las variables.
Decide según tus valores personales, de buena fe, así no te arrepentirás si las cosas no salen como querías.


2) Todo en la vida es reversible. Siempre se puede volver, siempre se puede cerrar. En la treintena,
edad en la que me encuentro, parece que toda decisión que tomes será determinante. Escoger entre un trabajo u otro, por ejemplo, se convierte en un estresor brutal. Aligerar carga es indispensable... hay que ser capaz de ver la situación con perspectiva y ser consciente que volver al punto de partida no es un fracaso, es una nueva búsqueda con algo aprendido.


3) Una opción incorrecta no te hacer ser una persona fracasada. En ocasiones creemos que somos lo que hacemos. Cuánta gente es infeliz por permanecer en un lugar o en un trabajo por no ser capaz de decir que se equivocó... No acertar, que las circunstancias no sean lo que hubieses deseado, sin dejar de ser una putada, no es el fin. Aceptar que no lo quieres, entender por qué no te gusta para no repetir patrones y buscar soluciones a tu situación, no es, de modo alguno, fracasar.

Cuando escogemos un trabajo, nos mudamos de casa o empezamos una relación dejamos otras opciones en el camino. Si sale mal, nos da la sensación de que hemos perdido el tiempo, la energía, los recursos... y quizá es un poco así, pero permanecer en una situación que nos hace infelices por miedo sí que es un fracaso. 

Cesta de basura



Últimamente me acuerdo mucho de este cuento que una vez me contaron:


Un hombre rico, para divertirse, le entregó una canasta con basura a otro hombre que pedía en la calle. El hombre, al recibirla, sonrió y corrió con la canasta, la vacío, la lavó, la llenó de flores y se la dio de regreso.
El hombre rico se asombró y le preguntó: 
- ¿Por qué me han dado flores, si yo le di basura?


El hombre pobre le contestó:
- Porque uno sólo puede dar aquello que tiene.


¿Realmente quieres ser feliz?


"Antes de curar a alguien
 pregúntele si está dispuesto a renunciar 
a las cosas que le enfermaron"

Hipócrates


¿Quieres ser feliz?

No os podéis imaginar la gente que conozco que quiere ser feliz y qué poca gente está dispuesta a trabajar para conseguirlo. Es como pretender estar en forma sin hacer ejercicio. ¿Cuesta trabajo? Sí. ¿Siempre tienes ganas? No. ¿Es más fácil para la gente que tiene una genética propicia? También, pero de nada sirve quejarse amargamente en lo fácil que es para ese tipo de personas (ok, puedes odiarlas un poquito para tus adentros) y el esfuerzo que supone para ti. 
La pregunta es:
¿Estás dispuesta a  ser feliz?


Por qué (a veces) elegimos no ser felices


- No estamos dispuestas a abandonar la zona de confort. Parece una contradicción, pero nuestro

cerebro prefiere lo que conocemos a lo que no, ya que lanzarse a lo incierto genera un estrés que muchas veces no está dispuesto a soportar. De ahí que decidamos mantener conductas claramente perjudiciales, porque, aunque parezca que no, nos son cómodas de alguna manera.

- No queremos trabajar en ello. Para ser feliz según que casos hay que esforzarse. En primer lugar hay que aprender y después mantener la atención sostenida para no caer en lo que nos llevó a la infelicidad tiempo atrás. Cansa. Lo sé. Es disciplina pura y a veces preferimos la infelicidad. Como ya dijo Séneca: "La tristeza, aunque siempre esté justificada, muchas veces sólo es pereza. Nada necesita menos esfuerzo que estar triste."

- Ser infeliz conlleva ciertos refuerzos secundarios. Vale, esto ya es para nota. A veces en la vida conseguimos cosas cuando estamos tristes (ya sea atención, cuidados o sushi) No es manipulación, es algo que hacemos sin querer porque nos han enseñado que es una buena forma de conseguir lo que te propones. Es muy difícil ser sincera con una y ser consciente de qué beneficio estamos sacando a un hecho que nos provoca tanto malestar, pero, reconocértelo es un paso importantísimo para poder trabajar en ello. Reflexiona acerca de qué sacas cuando estás triste e piensa formas alternativas de conseguirlo.



Para reflexionar:

Sé que es complicado pero intenta tomarte 5 minutos para responder(te) estas preguntas de forma honesta. Sería genial si tuvieses un papel y un boli a mano.

- ¿Por qué quiero ser feliz?

- ¿Qué estoy dispuesta a cambiar para conseguirlo?

- ¿Me compensa?

Es un buen punto de partida para saber si realmente quieres o no empezar este camino.


Rafael Santandreu es uno de los expertos más importantes sobre Psicología Positiva. Este libro divulgativo explica de forma sencilla cómo podemos ser más felices cambiando la forma de ver el mundo.

¿Por qué se es más feliz en la infancia?


Estábamos el otro día en una terraza tomándonos  intentando tomarnos algo mientras mi sobrino (4 años) y mi sobrina (3) hacían la misma broma una y otra vez y se reían como si estuviesen poseídos. Iban, venían, llamaban tu atención y se partían de risa. Las adultas, en cambio, manteníamos una conversación relativamente seria cuando el caos lo permitía. En ese momento recordé la estadística:
- Una persona adulta se ríe de media 20 veces al día. Durante la infancia 400. 
Y sé que pensaréis que tiene que ver con el nivel de preocupaciones, que también, pero hay otros factores que hacen que las criaturas sean más felices, y que, por supuesto con matices, podemos extrapolar a la vida adulta.



¿Por qué son más felices?


Viven el presente. El pasado prácticamente no existe y, aunque son capaces de hacer planes, están más tiempo en el presente. El posterior desarrollo del lenguaje interno hace que en la adultez siempre estemos o rememorando o anticipando, sin apreciar el momento. La Psicología Positiva considera uno de estos puntos claves en las personas felices. Estar racional y emocionalmente disfrutando del ahora aumentan los niveles de satisfacción. El flow... que no significa hacer lo que quieres sin pensar en las consecuencias, es más bien estar realmente donde estás, sea cual sea la actividad.
Tienen tiempo libre y lo disfrutan. El tiempo libre... ese preciado tesoro entre trabajos, atascos, familia y gimnasio... Como personas adultas la meta es, en primer lugar, tenerlo, pero más importante aún: ser capaces de disfrutarlo. La pérdida de tiempo parece ser un delito no tipificado en nuestra sociedad actual, lo que en muchas ocasiones hace que sintamos como "desperdiciado" el tiempo que invertimos en el ocio. Aprender a disfrutar de algo que no sirva para nada es una de las cosas que tenemos que hacer con urgencia.

Se quieren, quieren lo que tienen y sienten satisfacción.  Llegan a la piscina y sin pensarlo se quedan en bañador. No se preocupan de las miradas porque realmente saben que son geniales así tal y como son. Su casa, su familia, sus juguetes son los mejores quizá porque no han empezado a comparar (algo que ocurrirá un poco más adelante) 
El siguiente vídeo explica mucho mejor de lo que yo lo estoy haciendo esta idea.



Respetan sus ritmos. Si tienen sueño duermen, si tienen hambre comen, (siempre que quien esté al cargo no tenga reglas muy estrictas) si quieren cantar, cantan, aunque sea la hora de la siesta. Se permiten estar de mal humor o tener una rabieta. Respetar lo que el cuerpo te pide (entended siempre que dentro de la lógica y sin que llegue a dañarnos) más que supeditarlo a las convenciones sociales  es una herramienta fantástica para estar en paz.

Viven con curiosidad. Aprenden, preguntan, les fascina el mundo que les rodea. Aprender cosas nuevas es uno de los neuroprotectores más eficaces ya que generas de forma activa nuevas conexiones sinápticas.  Pones el motor en marcha, por así decirlo. A su vez, incrementa el sentimiento de capacidad y por lo tanto, la autoestima

Hacen. La actividad continuada es, quizá, el aspecto más característico de una criatura. Se ha demostrado que la actividad física motiva la producción de las hormonas responsables de la felicidad. Por otro lado, cuando hablo de "hacer" también me refiero a actuar sin darle tantas vueltas a toooodo. Recrearse de forma obsesiva en las posibilidades, el momento perfecto, las consecuencias y soluciones nos alejan muchas veces de la acción. 
Hacer, en lugar de pensar hacer. Me quedo con eso.






¿Serías capaz?




Este es un experimento en el que algunas personas escriben una carta de agradecimiento a alguien que sea muy importante en su vida. Sin saberlo, después tienen que leerla. Expresar los sentimientos positivos es, en muchas ocasiones, más difícil que expresar los negativos, porque nos han enseñado que es un signo de debilidad. Y sentimos incomodidad y vergüenza o los evitamos con el humor.
¿Triste, no?
Dar las gracias a alguien, no sólo influye positivamente en quien escucha, también en quien habla.
Y merece la pena.

Ser feliz sin vacaciones


Dicen los estudios que las personas con vacaciones son más felices que las que no las tienen pero que los niveles se equiparan rápidamente una vez las primeras vuelven al trabajo... pero ¿por qué la gente es más feliz en vacaciones?

Vacaciones y felicidad

Las vacaciones suelen ser periodos más felices porque sentimos que tenemos opciones y no obligaciones. Los horarios son más relajados y, aunque digan que no, poner tierra de por medio ayuda a desestresarnos. Conocer otras culturas, tener tiempo para estar con la familia y/o amistades y salir de la rutina son también algunas de las causas que influyen en nuestro bienestar en esta época. 
Si tu caso (como el mío) es que no tienes vacaciones (o que no puedes viajar) no tienes por qué perderte ese trocito de felicidad ya que podemos adoptar (en la medida de lo posible) esos factores que sabemos que aumentan nuestra sensación de felicidad.

1) Disponte a ser feliz. A ver, que parece una chorrada, pero la gente cuando sale de vacaciones ya va con la idea de que va a estar bien. Sabemos que la felicidad es más una disposición que una circunstancia, así que partamos de una buena base. Será imposible disfrutar si todo el día estás pensando en "vaya mierda me toca ir a currar"

2) Flexibiliza. Intenta que tus horarios sean lo más relajados posible. Si no puede ser en el trabajo, que sea fuera de él. Échate una siesta o ve al cine entre semana. 

3) Sal de la rutina. Consulta la agenda de tu pueblo o ciudad, seguro que te queda muchísimo por conocer. Desayuna en un bar distinto. Habla con gente con la que no suelas hablar.

Re-descubre tu pueblo o ciudad.
Seguro que hay mucho que desconoces.
4) Comparte tiempo con la gente. Aprovecha que todo el mundo está de vacaciones para ver a quien no puedes ver el resto del año: podrán adaptarse mejor a tus horarios.
5) Desconecta. Aprende a apagar el móvil cuando salgas del trabajo. Así, además, no estarás pendiente de las redes sociales y no harás algo que nunca hay que hacer (pero más en esta época): compararse.

6) Planea cosas divertidas. Seguro que tienes algún día libre. Planea ir al río, o ver un maratón de pelis con un amigo, o ir al teatro con tu hija... A veces, la antesala de la felicidad es lo más importante.

7) Aprovecha lo que tienes en lugar de centrarte en que no estás de vacaciones. Disfruta de que no hay atascos, pon una mesa en la terraza que tienes inservible o invítate a la piscina de tu amiga. Eres libre de estar de mal humor todo el día (faltaría más), pero te aseguro que no sirve para nada y sólo pierdes tú.

Las vacaciones están bien, son necesarias e incluso saludables (si se usan adecuadamente, pero eso es otro tema) lo que no es muy aconsejable es pasarnos todo el año esperando a que lleguen. Traer hasta tu cotidianidad algo de vacaciones o los factores que hacen que sean deseables puede que nos haga disfrutar más del día a día y no invertir todas nuestras expectativas en un mes (con suerte) al año.

Yo hago siempre lo que me da la gana





Entiendo que mi vida es un privilegio, partamos de ahí, pero llena de pozos de mierda, como todas. Aún así he aprendido a hacer siempre lo que quiero.

Siempre hago lo que quiero

Aprendí en Economía en  1º de Bachillerato el concepto coste de oportunidad. El coste de oportunidad es lo que dejas de hacer o de tener por haber decidido alguna cosa. Por ejemplo: como decido comprarme un coche nuevo (porque el que tenía se rompió) no puedo irme de vacaciones este año. Decía mi profesora que es "a lo que renuncias" y no siempre tiene que ver con lo que deseas. Yo entendía que no. Que quizá las vacaciones sea lo que deseas en ese momento y te encabrona de mala manera tener que meterte en un crédito para comprarte un coche porque se te ha roto el otro, pero, peeeero, a última instancia es el coche lo que quieres. porque te lleva al trabajo, porque te permite ser independiente o porque te da estatus... sea lo que sea, la importancia del mismo supera las vacaciones, por lo tanto lo quieres más. A la postre, siempre haces lo que quieres.

Y aunque parece que voy como pollo sin cabeza,
todo lo que hago responde a un valor personal.
Mi profesora seguía con que no, que ella preferiría tener una finca con caballos que venir a aguantarnos (lógico) pero que no podía. 
- Vende drogas y cómprate la finca- Le dije.
- No estoy dispuesta a vender drogas por tener la finca. Va en contra de mis principios.- Me contestó.
- Entonces tu quieres más tus principios que tu finca con caballos, por lo tanto, estás haciendo lo que realmente quieres.
La profesora no me dio un puñetazo porque por aquellas ya estaba muy mal visto pegar a una alumna, pero me dio la razón y me dijo que yo iba a conseguir todo lo que quisiera en la vida.
Y, aunque ni de lejos vivo como a aquella edad había imaginado, he aprendido que vivo como quiero porque entiendo que si hago lo que hago es porque hay cosas más grandes que mis deseos a las que no estoy dispuesta a renunciar. Y cuando tengo que hacer algo que no apetece (conducir, depilarme o irme de cena con sus amigos) reflexiono y busco el por qué lo estoy haciendo, cuál es el valor personal al que estoy atendiendo. Y siempre lo hay. Por eso siempre sé que hago lo que me da la gana.

Personalización: No es nada personal




La personalización es una de las distorsiones cognitivas más comunes y que más malestar generan. La idea errónea es creer que todo lo que ocurre tiene que ver, de alguna forma contigo. Seguro que alguna vez has pensado que en cuanto limpias el coche se pone a llover o que fulanita tiene mala cara porque no le caes bien. O que las cenas siempre se organizan cuando no estás. Yo que sé. Podría poner miles de ejemplos. En un principio pueden parecer inofensivas, incluso graciosas, pero cuando este pensamiento es inflexible, recurrente y genera emociones negativas debemos atender  qué pensamientos automáticos los provocan e intentar hacerlos más adaptativos.
 
Racionalmente, sabes que lo acontecido no tiene nada que ver contigo, pero el mensaje que te das es tan contundente, rápido y creíble que lo terminas aceptando como válido. Ni lo cuestionas. Y por un error en el procesamiento de la información podemos sentir gran hostilidad hacia el mundo, como si éste conspirase para que tú seas infeliz.

Personalización: cómo reestructurla.

Como ocurre con todas las distorsiones cognitivas, en primer lugar hay que entender que lo que provoca este error del pensamiento es un proceso aprendido, por lo que puede ser modificado. Eso sí, con atención y entrenamiento, pues llevamos tanto tiempo usándolo que será costoso cambiar de hábito.

- No eres el centro del mundo. Parece que es algo malo. Pero no. Ser consciente que la gente y lo que hace tiene que ver contigo en un porcentaje mínimo es casi liberador. No eres responsable de las emociones de quien te rodea. Y, en el improbable caso que lo seas, tienes derecho a que te digan qué ocurre, y no tener que adivinarlo.

- Racionaliza. Piensa de forma objetiva si siempre hay Levante cuando tú vas a la playa o si sólo hay atascos por las carreteras que tú vas. Busca información real para rebatir tus pensamientos.

- Pregunta. Cuando creas que alguien tiene una actitud distante contigo, pregunta si es por algo que has dicho o hecho, no lo des por sentado. No os podéis imaginar la cantidad de malos entendidos que se crean por no preguntar a tiempo qué es lo que le ocurre a la otra persona.

Al final, personalizando, por una parte te haces responsable de todo lo que ocurre y te llenas de culpa y de rencor. Si tienes alguna duda sobre las intenciones o comportamientos de alguien (y te interesa saber la verdad), pregunta. Es más fácil, y muchísimo más útil que andar cavilando sobre qué habrás hecho para que sea así. Cada cual tiene mil áreas vitales que pueden influirles en su conducta. No te lo tomes como algo personal. No seas como Pepe.

Abstracción selectiva: lo negativo es lo que importa




Muchas veces somos como Pepe. Una situación, una persona o nuestra propia vida es valorada a través de un único componente negativo. Todo lo positivo queda minimizado y carece de importancia.
La abstracción selectiva es un hábito aprendido de pensamiento, una distorsión cognitiva que potencia que nos fijemos y tengamos más presente el aspecto menos deseable del contexto, obviando el resto de información.

Lo negativo es magnificado y termina tiñendo todo lo que le rodea.

¿Pienso yo de esa manera?

Ocasionalmente, seguro. El problema empieza a aparecer cuando se realiza de forma constante o que termine por generar malestar en tu vida. Al tener este hábito de pensamiento, toda la realidad pasa por ese filtro, por lo que, evidentemente, será difícil que consigas ser feliz ya que el aspecto negativo de la vida tiene más peso que todo lo bueno que te ocurra. Además, la falta de autoestima será patente pues de todo lo que hagas conseguirás extraer algo que no te guste.

"Los garbanzos están malos"
Cartel de sensibilización del Secretariado Gitano


Pregúntate:

- ¿Soy excesivamente perfeccionista conmigo y con quien me rodea?
- ¿Me fijo en los defectos de las cosas?
- ¿Me obsesiono con los pequeños detalles de una situación?
- ¿Saco conclusiones a partir de lo negativo que me ocurre?
- ¿Quiero dejar de centrar mi atención en la parte negativa de la vida?

Abstracción selectiva: cómo desaprender

En la nueva era de la felicidad a toda costa parece que hay que obviar todo aquello que te haga daño.
No es lo que se pretende desde la Psicología Positiva ni desde este blog en concreto. Cuando se habla de reestructurar la abstracción selectiva, lo que se intenta es que tengamos la capacidad de darle a los aspectos negativos el lugar que realmente tienen. Que ya no sean más el centro de nuestra vida y nuestros pensamientos, que no los magnifiquemos, no que los ignoremos. Son cosas distintas.

1.- La forma en la que piensas es producto de tu aprendizaje y por lo tanto se puede cambiar. ¡Confía en el proceso!

2.- La realidad puede ser observada desde muchas perspectivas. La tuya es sólo una más, y visto lo visto, no es la más útil.

3.- Haz una escala de cosas negativas donde 0 sea que te pique un mosquito y 100 que tu ciudad quede desolada por un terremoto y mueran todas las personas que conoces. Puntúa lo negativo que te ocurra de forma realista. Relativiza.

4.- Imagina que un amigo, tu hija o tu madre te cuenta ese mismo problema. Muchas veces ver el supuesto problema desde fuera hace que sea más objetivo.

5.- Genera pensamientos automáticos positivos cada vez que generes uno negativo. 

6.- Contrasta tu pensamiento con la realidad. Si sientes que nadie te quiere porque nosequién no te felicitó por tu cumpleaños, pregúntalo. Si Pepe considera que sus vacaciones han sido un fiasco, que vea fotos, que recuerde los momentos divertidos, que piense en todo lo que ha descansado. Sé inteligente. No seas como Pepe.

Distorsiones cognitivas



Personalmente, haber aprendido a reconocer y reestructurar las distorsiones cognitivas ha sido clave para mi proceso de búsqueda de la felicidad. Una distorsión cognitiva es como una mala postura que nos está dañando la espalda. Sí, justo eso, un hábito aprendido del que no somos conscientes hasta que sentimos el dolor.

¿Qué es una distorsión cognitiva?


No quisiera entrar mucho en teorías, que la psicología está llena de palabrejas que terminan por confundir y alejar cosas que sentimos a diario. Sólo decir que su investigación científica está bastante asentada y que su reestructuración forma parte de los tratamientos más eficaces.

Una distorsión cognitiva es un error en el procesamiento de la realidad.


Imaginad el cerebro como una máquina en la que entran percepciones del mundo exterior (a través de los sentidos) y éstas son transformadas por nuestro sistema de creencias. Ésto es una acción que realizamos todos los seres humanos. Aunque creamos que no, todo lo que percibimos pasa por la "máquina" del razonamiento y la realidad es sólo nuestra realidad. El producto, lo que sale, afectará a nuestras emociones y nuestras conductas.  La pregunta que tenemos que hacernos es ¿está mi máquina rota? o mejor dicho ¿podría mejorar mi máquina para que mis pensamientos me fuesen más útiles?

Engrasando la máquina

Para cambiar lo que funciona mal de nuestra máquina tenemos que saber qué está mal. Esto suele ser complicado porque sólo conocemos a fondo el funcionamiento de la nuestra (es difícil comparar los procesamientos cognitivos con otras personas) y, a no ser que esté en muy mal estado, no solemos ser conscientes de sus taras. 
Peeeero sí que es posible reconocer que el producto no es de la mejor calidad, es decir, si nuestros pensamientos, emociones o conductas no nos hacen felices es que algo no está del todo bien. Porque ya sabéis, la realidad tiene muchas interpretaciones, sólo es cuestión de encontrar la más adecuada.

Pensamientos automáticos

Imaginad la siguiente situación: 

La profesora te pide que salgas a la pizarra a resolver un problema. En ese momento pasa por tu mente "no voy a ser capaz", "se van a reír de mí", "todo el mundo estará mirando" 

¿Te suena? Ocurre en muchas situaciones a lo largo del día, son lo que denominamos como pensamientos automáticos: la consecuencia directa de la forma en la que procesamos la realidad. Nuestros productos, vaya. Es difícil captarlos porque suelen ser cortos, directos y pasan por nuestra mente de forma casi imperceptible.  Estos pensamientos tienen gran fuerza y desgastan mucho emocionalmente y pueden llegar a ser muy maliciosos pudiendo acarrear consecuencias para nuestra salud mental. Son microbombardeos constantes a nuestra valía. Por eso es tan importante interceptarlos y refutarlos, para no creer lo que nos dicen. Normalmente, los pensamientos automáticos negativos tienen que ver con las distintas distorsiones cognitivas por lo que conocerlas y cambiarlas hará que disminuya su producción.

Pero esa turra, ya otro día.

I CAN'T GET NO SATISFACTION


I can't get no satisfaction, 
I can't get no satisfaction 
Because I try and I try and I try and I try 
I can't get no, I can't get no

Rolling Stones



¿Te suena?

Insatisfacción crónica

Quién no lo ha intentado una y otra vez y no lo ha conseguido como dicen los Rolling... Y es que hay gente que se siente insatisfecha siempre, tenga lo que tenga, pase lo que pase, consiga lo que consiga. 


En primer lugar hay que diferenciar la insatisfacción puntual, objetiva y enmarcada en un ámbito de nuestra vida de la que denominamos crónica. Sentir insatisfacción en un aspecto concreto en un momento dado puede ser, incluso, positivo, ya que nos motiva a cambiar. La insatisfacción crónica, en cambio, es una sensación persistente de falta de plenitud y realización debido, en su mayor parte, a la distancia imaginaria entre tu yo ideal y tu yo presente.
En otras palabras: lo que crees que deberías ser está tan alejado de lo que crees que eres que generas cantidades ingentes de frustración. Nunca sientes que es suficiente, siempre crees que podrías haber llegado más lejos, nunca eres feliz. Siempre tienes la sensación de que tiene que haber algo más.

¿Y qué hago si nunca estoy satisfecha?

Sentir insatisfacción constante es una mierda, lo sé por experiencia. Sientes que nunca vas a poder ser feliz, porque te conoces, y sabes que cuando consigas la meta propuesta (si es que la consigues) enseguida encontrarás otra necesidad, un más difícil todavía. 
Querer cambiar es el principio del camino, y, aunque cada cual tiene el suyo, te dejo algunas líneas de salida:

- Conócete. Reflexiona acerca de las cosas que te generan genuina satisfacción. Puede que no tenga que ver con lo que has estudiado, o con lo que "deberías" (odio los deberías) hacer. Piensa en las cosas que te hacen entrar en estado de flow. Cuantas más cosas mejor. En ocasiones el problema es que empleamos mucho tiempo en actividades que realmente no nos hacen sentir plenitud. Os pongo un ejemplo personal:
A mí hacer ejercicio no me provoca ninguna emoción positiva. Lo hago porque sé que es bueno para mi salud, pero no me siento mejor haciéndolo, ni me engancha, ni nada. Las pasadas Navidades me regalaron una pulsera de esas que te cuentan los pasos, km recorridos, etc. No veáis lo que me motiva. Ahora salgo a correr sólo porque quiero ver en la pulserita cómo me supero a mí misma. He encontrado la forma de que algo que no me gusta me satisfaga. Conociéndome sé que funciono mejor cuando me planteo metas a corto plazo.

- Acepta la realidad. Acepta quién eres y no quien querrías ser. Esto jamás implica que te conformes, sólo que no te fustigues con un ideal, que como su propia palabra indica, es inalcanzable. Proponte metas realistas y divídelas en sub-metas. Celebra lo que consigues sin minimizar tus logros.

- Intenta fomentar todas las áreas vitales que sean importantes para ti. Así, siempre habrá más de una red en la caerte.

- Disfruta de las pequeñas cosas. Cada vez que mi madre me decía ésto me daban ganas de salir dando un portazo, pero, como cuando insiste en que me lleve un abrigo, lleva razón. Las personas que se sienten siempre insatisfechas acostumbran a focalizar la atención en lo negativo de las situaciones, en lo que falta. La atención es como un músculo, cuanto más la dirijas a las cosas "buenas", tendrás más capacidad de verlas en el futuro. 

- No te compares. La sociedad en la que vivimos genera necesidades que realmente no tenemos. Debido a las redes sociales, estamos siempre en contacto con el mundo, comparando imágenes (que no realidades) de los demás con nosotras mismas. 

- Vive el presente. No esperes que algo tenga que cambiar para empezar a ser feliz. Aplazamos la felicidad al momento en el que terminemos la carrera, cuando consigamos un trabajo, cuando me aumenten el sueldo, cuando tenga una hija... Y así, vamos viviendo en el futuro, esperando el momento idóneo para sentirnos plenas, y, desde ya te lo digo, el momento perfecto para ser feliz no existe.


Procrastinación o "yo es que no tengo fuerza de voluntad"


Mi "yo futuro" está siempre enfadada con mi "yo presente" porque le dejo todas las tareas pendientes.
Nunca encuentro el momento de hacer algo que no sea inmediatamente imprescindible, un constante no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy pero al revés.

La fuerza de voluntad

Sólo la forma que tenemos de expresarlo ya nos sugiere que nos encontramos ante un "don", algo que eres o no y, como en casi todo lo que se refiere a la psicología, no es así. Más que fuerza de voluntad a mí me gusta hablar de autocontrol que no es más que la capacidad de no ceder a los deseos que van en contra de nuestros objetivos. Para tener más autocontrol, por lo tanto, lo primero y más importante es tener claros los objetivos. Proponerse un objetivo realista, cuantificable y en un determinado tiempo es la mejor forma de hacerlo. Una vez lo tengamos formulado es cuestión de seguir unas estrategias:

- Visualízate llegando a la meta. Fantasear sobre cómo te sentirás es una forma muy potente de motivarte. Al establecer objetivos a largo plazo, las satisfacciones inmediatas pueden resultarnos tentadoras (el placer está aquí, no tienes que esperar) Por lo tanto, imaginar cómo te sentirás una vez hayas conseguido lo que te proponías puede ser una forma de encontrar placer en el presente.

- Actúa como si te estuvieran mirando. Hay actos tan nimios y poco placenteros que cuesta mucho hacerlos. Así que imagina que fueses observada todo el día por alguien que te importa. Añádeles un componente de humor. Este recurso lo uso mucho para mantener la casa limpia, que es para mí importante pero que me cuesta mucho trabajo hacer.

- Encuentra motivos. La gente que no somos muy de largo plazo necesitamos motivación inmediata. Esto es bastante difícil para cosas que per se no la tienen. Encontrar un por qué es la mejor forma de que la satisfacción que te produzca gane a la procrastinación. Por ejemplo, dona el dinero que te costaría tu paquete de tabaco o apúntate al gimnasio al que va a esa amiga que te hace reír y que nunca tienes tiempo para ver. Disfruta del proceso.

- Divide el objetivo final en pequeñas metas asumibles. Crecerá la motivación al ver que vas consiguiéndolo.

- No te excuses. El cerebro, ese aliado un poco tonto que tenemos, no quiere sentir estrés. Ante la idea de comenzar una tarea, los niveles suben, por lo que el cerebro tiende a buscar "razones" para no hacerla y por lo tanto rebajar la ansiedad. Es un poco complicado sin tener el entrenamiento adecuado pero saber distinguir excusas reales de las que nos ponemos para no hacer algo es la mejor forma de no dejarte engañar y poder centrarte en la tarea.

- El momento perfecto no existe. No esperes que todos los astros se alineen para comenzar, nunca vas a encontrar el momento idóneo para dejar de fumar, adelgazar, estudiar oposiciones. Usa tu impulsividad para empezar hoy.

Tener más autocontrol es un entrenamiento que, como un músculo, podemos ir desarrollando, y, que cuanto más usemos, más mejoraremos. ¡No lo dejes para mañana!


Amor romántico y felicidad


Podría parecer que el amor romántico es la cúspide, la meta a la que cualquiera tiene que llegar para ser, por fin, feliz. Eso desde luego nos han enseñado los libros y las películas, que acaban cuando por fin se besan, pero ¿realmente el amor da la felicidad?

El amor no es suficiente

Triángulo del amor según Sternberg
No lo es, por mucho que lo diga Lenon. El amor, esa sensación que te vuelve la vida del revés y por el que no puedes comer ni dormir, está guay, es droga dura, pero no significa que lo pueda todo. Hay mucha gente que debido a esta idea subyacente aguanta al lado de alguien con quien no tiene nada en común o quien directamente no le aporta felicidad. Sin saber por qué (la ciencia sigue haciendo investigaciones al respecto) podemos enamorarnos de personas que no nos hacen bien y, aún así, y debido a toda la morralla social que nos inoculan, aguantamos porque pensamos que mágicamente se solucionará. El amor es mucho más que torrentes de hormonas disparándose en nuestro cerebro: es compromiso, intimidad, visión de la vida, conexión, entendimiento, respeto, curiosidad, admiración... Si lo único que hay es "enamoramiento" podemos encontrarnos en una relación de pareja que nos haga verdaderamente infelices.

Entonces, ¿no están relacionados?

Las personas que viven en parejas saludables son más felices según diversos estudios, no así las que se mantienen en matrimonios disfuncionales. La clave de todo ésto está en la soledad. Una persona que se siente sola (y entendemos que los matices son enormes respecto a la idea que cada cual tiene) siempre va a ser más infeliz que alguien con buenas relaciones. Como podemos imaginar, no es la cantidad sino la calidad de las mismas que alguien tenga, lo que determinará la soledad. Es interesante destacar que personas solteras con gran arraigo en la comunidad, con amistades profundas y buenas relaciones familiares puntúan altísimo en felicidad, por lo que se deduce que lo verdaderamente importante son las conexiones y cuánta satisfacción te provoquen. Tener pareja no es una condición indispensable para ser feliz, como todo en la vida, potencia lo que tú ya eres.

La depresión no es tristeza




Este blog está orientado hacia la Psicología Positiva. Esta disciplina nació con el propósito de incrementar los niveles subjetivos de bienestar en personas sin trastornos. Con esto no quiero decir que algunos de los tips aquí propuestos no puedan ser útiles en momentos complicados de la vida, seguro que sí, sólo que únicamente constituyen un pequeño grupo de herramientas dentro de lo que debería ser un tratamiento específico.

La depresión no es tristeza.

Usamos la palabra depresión con una ligereza que a mi personalmente me asombra. Evidentemente, se trata de desconocimiento. Si tienes depresión estás triste, pero es muchísimo más que eso, es una enfermedad verdaderamente incapacitante que puede resultar mortal. Y, quien lo ha sufrido lo sabe, no sirve con un simple "anímate" o "si tú no tienes motivos para estar así" o "sal a dar una vuelta"... debe abordarse desde una perspectiva multidisciplinar en la que no existen recetas mágicas.
Si quieres apoyar a una persona con depresión, empatiza, empatiza como si se hubiera roto todos los huesos del cuerpo. Trátala como tal, sin forzar. Piensa siempre en esa analogía cuando quieras dar un consejo. Seguro que a alguien con todo roto no le dirías: - Venga, que tú puedes, ¡camina!- Sólo irías con unos bombones a sentarte al lado y estar.
A veces, con eso vale.

Para saber más: Ruby Wax




Ruby Wax padeció una fuerte depresión. En esta charla TED explica cómo funciona el cerebro de alguien deprimido. No dejéis de verlo. No dejéis de aprender.

No me llames iluso: Qué no es la psicología positiva



Todo mal. 
Pantomima Full


No me llames iluso porque tenga una ilusión, dice la canción y es que parece que la felicidad o la búsqueda de la misma, es una tontería moderna que genera gente despreocupada y alejada de la realidad. Falso. La Psicología Positiva aboga por un trabajo personal y consciente de aceptación de las circunstancias y cómo podemos transformar éstas para que nos sean más beneficiosas.
El mundo es como es, y según que días (o que vidas), es terriblemente injusto, terriblemente cruel. La pregunta es: ¿quejarse arregla la realidad? ¿Observarlo desde el cinismo mejora algo? Evidentemente, no. El optimismo, la creencia profunda de que las cosas pueden cambiar, es una actitud ante la vida orientada hacia las soluciones y no hacia los problemas. Ser alegre no implica que seas idiota, infantil o poco profesional.
Es una elección vital más útil, y, por supuesto, más satisfactoria.











Hazlo


"Somos lo que hacemos para cambiar lo que somos"

Galeano


El ser humano es un complicado círculo vicioso de pensamientos, sentimientos y acciones. Cada dimensión potencia las otras y seguimos sin tener muy claro qué fue primero, si el huevo o la gallina.


Hago una estupidez -> pienso que soy estúpida -> me siento estúpida  o porque me siento estúpida pienso que todo lo que hago es una estupidez... el caso, que no quiero entrar en teorías infinitas, es que romper estos círculos de patrones aprendidos es muy muy complicado por eso tenemos que encontrar el eslabón más débil.

El eslabón más débil

Cambiar un sentimiento es complicadísimo, se consigue a través de muchísima terapia o de un control excepcional de las emociones. Por norma general, a lo que recurre mucha gente es a la anestesia emocional, ya sea a través de drogas (legales o ilegales) u otras adicciones. Hay muchas estrategias más "sanas" para cambiar cómo nos sentimos, pero no es lo más fácil ni lo más rápido.
¡Hazlo!
Hasta las paredes te lo dicen
El caso del pensamiento está bastante más estudiado y hay protocolos enteros dedicados a su cambio. Es posible con un buen entrenamiento y con mucha voluntad de nuestra parte. Considero que es esencial para la salud psicológica tener un discurso interno adecuado, pero no a todo el mundo le sirve empezar por ahí.
¿Que nos queda? Lo que hacemos. No es cuestión de empezar a hacer cosas como pollos sin cabeza, es hacer para conseguir un objetivo. Es hacer a pesar de lo que sentimos y lo que pensamos, precisamente para tener más datos para poder cambiarlos. Por ejemplo:

Tengo que exponer en público un trabajo de la facultad.

Sentimiento: Soy incapaz.
Pensamiento: No valgo para hablar delante de gente. Vas a hacer el ridículo.
Acción: Podría no hacerlo, por lo que no sacaría buena nota y encima daría la razón a ese run run que tengo contra mí. En cambio, puedo preparármelo, hacer un buen PowerPoint, tener una botella de agua cerca, llevarme un boli para tener las manos ocupadas, ensayar delante de mi madre... etc, etc, etc... Todas las estrategias que se te ocurran encaminadas a conseguir tu objetivo a pesar de ese pensamiento y ese sentimiento por muy insistentes que sean.

¿Qué ocurrirá?

Me encantaría decirte que de repente saldrás de la presentación sintiéndote valiosísima y poderosa. Ojalá, pero casi seguro que no. Te sentirás satisfecha, eso sí, porque has hecho lo que querías hacer, y además, tendrás algo que echarte a la cara la próxima vez que te digas que no puedes.

La dificultad de ser optimista




Es más fácil ser pesimista que optimista debido a que es cómodo, previsible y pasivo. En cambio tener una actitud optimista sobre la vida implica prestar atención a nuestros pensamientos, a los hechos, cambiar si algo no nos gusta, "buscar nuestra propia suerte", arreglar los problemas que tenemos, perseverar en lo que queremos... El pensamiento (como todo) es un hábito aprendido. Cambiarlo es una cantidad ingente de trabajo que sólo algunos quieren hacer, pero qué suerte si eres capaz de hacerlo, porque sin duda tú serás quien realmente se beneficie.

Soltera ¿y feliz?


Estar soltera no es sinónimo de sola.
Tener pareja no es lo mismo que estar acompañada.
Microdesnudos



La soltería siempre ha tenido muy mala prensa, sobre todo para las mujeres, cuya razón social siempre ha sido el matrimonio y la familia y, aunque esta concepción está cambiando, ¿se puede estar soltero y ser feliz?

La felicidad y la vida en pareja

No hay datos que demuestren que las personas casadas o con pareja estable sean más felices que las solteras. Socialmente siempre se ha mirado con pena o incertidumbre a una persona sin pareja cuando llega cierta edad, esto ha hecho que mucha gente se haya "obligado" a mantener una pareja aún a riesgo de ser infeliz. El concepto asociado que tenemos de soltería y soledad es también erróneo, pues según diversos estudios las personas solteras tienen más y mejores amistades, además de disfrutar de más tiempo con la familia de media.

Pero me falta algo...

A menudo, y sobre todo cuando no es por elección, las personas solteras sienten que no están completas, que les falta algo. Esta sensación es absolutamente social y es que nos han educado para pensar que el estado natural del ser humano es la pareja. No. Es cierto que somos un animal gregario, pero más de grupo que otra cosa. La pareja como tal es un concepto relativamente moderno, ni que decir del amor romántico...
 Reestructurar este aprendizaje es muy complicado, sobre todo porque a nivel psicológico nos arrojamos dudas continuas sobre nuestro sentimiento de valía, peeeero, no imposible, y es que todo lo aprendido, se puede desaprender. 
  • No permitas que la sociedad te diga quien eres. Busca otros referentes si es que todo tu alrededor te recuerda todo el rato que es imposible la felicidad en tu situación.
  • Céntrate en lo que tienes. Como en cualquier ámbito vital, muchas veces estamos más centradas en conseguir que en disfrutar. Céntrate en todo lo que te rodea más que en lo que crees que te falta.
  • No idealices la vida en pareja. No imagines desayunos en la cama o manta y sofá los días de lluvia. Vivir en pareja es mucho más que eso y no todo es bueno.
Y sobre todo, ten en cuenta una cosa, si te falta algo, lo peor que puedes hacer es buscarlo en alguien porque sólo conseguirás crear una relación de dependencia en la que no encontrarás la felicidad. Seguro.